100 Luck and the Dragon Tamer Skill! Arco 4-99.3

Capítulo 99: Las Flamas de Urugudu (Parte 3)


Justo en frente de Sir Seryanna, a unos pasos alejado de ella, vi un pedestal de piedra sobre el cual reposaba un martillo. El pedestal estaba brillando amarillo por el calor emitido, mientras que el martillo mismo parecía estar roto en varias piezas. Por un momento, temí que el pasar de las eras haya arruinado este maravillo artefacto, pero cuando me acerqué, estaba agradecido de saber que solo fue un error mío.

El mango del martillo estaba hecho de madera encantada y cubierta de cuero negro, sin duda la piel de un monstruo poderoso, de otra manera no hubiese sobrevivido a este infierno. La cabeza del martillo estaba hecha de piezas de metal negro pegadas por un núcleo amarillo brillante, casi como si tratara de replicar la lava misma por la que estaba rodeado.

Estando de pie ahí contemplándolo, sentí como mi corazón explotaba de emoción.

¡Este es el verdadero! ¡El Martillo de Umidaba real! ¡El Martillo de Umidaba! ¡Alabados sean los espíritus, era real! Grité en mi mente y me arrodillé.

Debí haber sido una muy rara vista en ese momento. Detrás de mi estaban Sir Kataryna y Sir Seryanna en sus armaduras milagrosas, empuñando sus increíbles espadas para separar el flujo de furiosa lava alrededor. Todos estábamos de pie sobre una fina capa de hielo creado con magia para evitar tocar el infierno debajo de nuestras suelas, y en el centro de esta imagen sacada directamente de una misión de leyenda me encontraba yo, viejo y decrepito dwarf, llorando mares con la vista del martillo colocado de cabeza sobre un pedestal que brillaba debido al calor.

Me limpié las lágrimas con mi mano y noté la inscripción grabada en el pedestal. 

En los pozos de Unamir,

las Flamas de Urugudu alimentaban los Metales de Namibai.

Son los huesos de dwarfs y siempre deberán ser templados

Por el Martillo de Umidaba.

Solo el dwarf que conozca la verdad de la forja

Puede empuñarlo en su agarre.

Solo el dwarf que sepa por qué los Herreros

Necesitan tener incontables cabezas y miembros,

Puede levantar el Martillo de Umidaba.

Afligido el dwarf quien huele a codicia y odio

¡Pues será golpeado por la cuchilla forjada por Umidaba!

Leyendo estas líneas, sentí un gran sentimiento de asombro desde el fondo de mi estómago. Estas no solo eran unas simples líneas escritas en este antiguo pedestal por algún dwarf borracho, eran palabras de sabiduría de los grandiosos que depositaron el martillo en este santuario.

Que desafortunado era por no poder escribir estas líneas en un pedazo de papel, así que hice lo mejor posible por memorizarlo en caso de fallar esta prueba y volver a casa con las manos vacias.

Las primeras cuatro oraciones describen al Martillo de Umidaba. Hm… los metales de Namibai. ¿Podría tratarse de los minerales de Celestio y Zaradio? Las últimas dos líneas definitivamente son advertencias pidiendo solo a aquellos puros de corazón que intentasen levantar el martillo. Hm… entonces las otras deben ser las condiciones.

Mientras me enfocaba en estas palabras, Sir Kataryna se acercó y me golpeó detrás de mi cabeza, casi perdiendo el equilibrio.

Frunciendo mi ceño y sobando el punto dolido, miré a la dragonesa. Hizo un gesto y luego apuntó a Sir Seryanna. No podía aguantar por más tiempo. Usar toda esa Energía Mágica no era una hazaña sencilla ni siquiera para ella.

Asentí entendiendo lo que Sir Kataryna me quería decir y miré de vuelta al martillo.

Meh, no dolerá si al menos lo intento. Dije eso y luego tomé el mango.

Las condiciones para tomarlo vinieron a mi como preguntas. Era como si un extraño hablara en mi mente, pero probablemente era solo mi imaginación. Como el viejo tonto que era, respondí con honestidad todas ellas.

A la primera pregunta, respondí que la verdad de la forja era simplemente su naturaleza. Nosotros los herreros creábamos las armaduras y armas pedidas por los guerreros que las empuñaban, pero en nuestros corazones nunca aceptaríamos responsabilidad por la forma en que fuesen utilizadas. No era el arma que hacía al dwarf, sino el dwarf que hacia el arma.

A la segunda condición respondí que nunca escuché de un dwarf mutado de esa forma, pero que tal vez se refería a todos aquellos que trabajaban en equipo, y que a veces se ayudaban unos a otros con el fin de crear los mejores objetos. Después de todo, ningún dwarf era ejército de un hombre. Teníamos aprendices, mineros, fusionadoras, proveedores, compradores y vendedores, debíamos apoyarnos en multitud de personas para hacer solo una cuchilla.

Y entonces, cuando intenté levantar el martillo, este era tan ligero como una pluma. Brilló con una luz blanca intensa y luego regresó a la normalidad.

Me sorprendí por esto, pero no tenía tiempo para regocijarme en la gloria de haber obtenido el legendario Martillo de Umidaba. Sir Kataryna me tomó por el cuello de mi ropa y las dos dragonesas se apresuraron fuera de aquí.

Esta vista se habría mirado más fantástica, más mítica, de no ser por el barbudo dwarf colgando en la parte de atrás como un cachorro relliar inútil. Sentí como si mi dignidad de dwarf hubiese sido partida en pedazos.

Pero… pero soy lo suficientemente grande para correr por mi cuenta… no tropezaré… lo prometo… pensé mientras miraba la lava en frente de mi con ojos de pescado muerto.

Luego de todo esto, ni el inminente peligro de ser quemado vivo podía moverme más.

Nos tomó más de media hora llegar al martillo, pero salimos en menos de un minuto. Debió ser más fácil ir en dirección del flujo de lava que en contra.

¡La primera bocanada de aire fresco se sintió como si hubiese sido la mejor de toda mi vida! ¿Quién diría que respirar sin la ayuda de las hojas de Rudamera sería tan placentero? ¿Quién diría que ser capaz de abrir tus ojos por completo era tan maravilloso? ¿Quién diría que podría ser tan exquisito estar en el exterior?

"¡Ah! ¡Es tan bueno estar afuera!" dije con lágrimas acumulándose en las esquinas de mis ojos.

"Dwarf idiota, casi provocas que muriéramos…" dijo Sir Kataryna recuperando el aliento.

"S-Sí… ¡Huff! Cuantas… ¡Huff! Cuantas veces… ¡Huff! ¡¿Crees que casi nos desviamos del camino principal?!" Sir Seryanna dijo quejándose mientras se recuperaba de sus jadeos por falta de aire.

"¡¿O cuantas veces tenías que detenerte y contemplar el horizonte como si hubiese algo absolutamente fascinante en la lava?!"

"¿Huh? Pero no recuerdo que esas cosas ocurrieran. Esto no tomó más de media hora, ¿o sí?"

"¡¿Media hora?!" ambas gritaron al mismo tiempo.

"¿Huh?" estaba un poco confundido.

"¡TRES horas!" dijo Sir Kataryna.

"Erm… ¿Estás segura que la lava no se está metiendo con tu memoria?"

Podré ser viejo, pero definitivamente no era del tipo que perdiera la noción del tiempo.

"¡No! ¡Estoy segura de ello!" dijo Sir Seryanna.

"Hm, entonces no tengo la menor idea de lo que pudo haber pasado ahí. ¡Lo que importa es que logramos traer con nosotros el Martillo de Umidaba!"

"Sí. Hablando de eso, ¿por qué tuviste que observar el martillo por una hora?" preguntó Sir Kataryna.

"¿Huh? Mi lady, pido su perdón, pero para mí solo se sintió como unos minutos. Todo este viaje se sintió a lo mucho como de media hora. Puedo incluso recordar las dos veces que me golpeaste atrás de mi cabeza."

"¿Dos veces?" Sir Kataryna levantó una de sus cejas y me miró "27 veces. Las conté."

"¿Huh?"

"Y treinta cachetadas, cuatro golpes de cola y un golpe al mentón." Dijo Sir Seryanna.

Ahora eso explica por qué mis mejillas arden y mi barbilla se siente adolorida. Creí que solo se trataba del frío cortante del exterior.

"*Sigh*… si realmente no recuerdas haber pasado tres horas con nosotras ahí dentro, entonces tal vez el lugar estaba encantado con un poderoso conjuro que prevenía que dwarf cualesquiera entraran. Somos dragonesas, tal vez no tenía efecto sobre nosotras." Dijo Sir Seryanna.

"¿O tal vez es gracias a las armaduras? Quien sabe qué tipo de encantamientos Alkelios conjuró sobre ellas."

¿Qué tipo de asombroso herrero podría ser este sujeto Alkelios? ¡Ahora quiero conocerlo todavía más! Pensé y luego miré el Martillo de Umidaba, el cual tenía en mis manos. "Con esto, tal vez finalmente podamos empezar a restaurar el poder del viejo Imperio Trindania. Ahora, ni el temor a los forasteros o a la corrupción de nuestros gobernantes se interponen en nuestro camino."

El poder de este mágico artefacto estaba más allá de todo lo que había imaginado, aun así, incluso con esto no podía verme construyendo algo tan complejo e increíblemente hermoso como las armaduras y armas que estas dos portaban. Comparar mi propio trabajo con el de este misterioso Alkelios no era diferente a comparar una espada de cobre con una de zaradio.




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