100 Luck and the Dragon Tamer Skill! Arco 4-99.2

Capítulo 99: Las Flamas de Urugudu (Parte 2)


Para mí, esta antigua forja también era un lugar donde podía ir con el fin de relajarme o simplemente alejarme de los problemas de mi vida. Desafortunadamente, ahora no podría seguir con eso viendo como las Flamas de Urugudu han sido reavivadas.

Suspirando un poco, miré de vuelta a las dragonesas que estaban observando con seriedad el flujo de roca fundida que venía desde el centro de la montaña.

"¿Qué es lo que crees que deberíamos hacer?" preguntó Sir Seryanna.

"Podría congelar toda la lava y convertirla en piedra, pero me temo que cavar toda una montaña para encontrar un martillo tomaría mucho tiempo."

"Hm, congelar la lava debería ser nuestro último recurso."

Escuchando esta plática de lunáticos, me estaba quejando severamente en mi mente:

¡¿Congelar el que?! ¿Sabes que esa cosa viene directamente del núcleo del mundo no? ¡¿Qué van a hacer si congelan el núcleo?! ¡Sí, es una mala idea usar congelación instantánea en la lava! ¡No, una terrible idea! ¿Qué? ¡No! ¡No! ¡No utilicen eso para nada! ¡Solo desháganse de ese plan y arrójenlo a una pila de cosas inútiles junto a mi sentido común! ¡¿Tienen idea de CUANTO tiempo esperamos los dwarfs para que las Flamas de Urugudu se encendieran otra vez?!

"Hm, podría intentar crear un camino a través de la lava. No es tan caliente para mí, pero podría convertir al dwarf en carbón."

¿No es tan caliente para ti? ¿De qué está hecha tu piel? ¿Y a que te refieres con que me convertiría en carbón? ¡No soy una pieza de madera seca que puedes aventar en el fuego para avivar sus llamas! Probablemente puedo sobrevivir… unos segundos.

"¿Debería convertir al dwarf en un bloque de hielo para traerlo con nosotras? Podemos descongelarlo cuando encontremos el martillo."

¿Convertir al que en qué? ¿Descongelarlo? Que soy, ¿una pieza de Hanba que tu abuela saca del depósito de carne para calentarla en el fuego? ¿Están pensando esto seriamente o solamente se están metiendo con mis nervios?

"No quiero cargarlo mientras me concentro en separar el flujo de lava."

"Es cierto, se ve un poco pesado."

¿Me veo pesado? ¡¿ME VEO PESADO?! ¡¿Cuántas toneladas creen que pesa un dwarf gordo?! ¿No son ustedes dos Iluminadas? ¡Pueden incluso abrir la Boca de Behemoth, por lo que pequeños dwarfs no debería representar un problema! ¡Bah! Bueno, no es mi culpa que todas esas dietas malísimas no contengan nada de carne o cerveza. ¿Vegetales? ¡Esa es comida de Hanba! ¡Los dwarfs de verdad nos comemos a los Hanba!

"¿Deberíamos ponerlo dentro de una bola de hierro? Estoy segura de que es capaz de construir una en la cual pueda sobrevivir el calor ¿cierto?"

"Esa es una buena idea, podríamos patearlo todo el camino hasta encontrar el martillo."

Sí, puedo construir una bola de hierro que pueda soportar el calor, ¡pero preferiría afeitarme la barba a tener que meterme dentro de esa cosa! Además, si me patean de esa forma, al final, ¡terminarán destapando un dwarf cubierto en su propio vómito incapaz de caminar en línea recta!

"¡No, espera! ¿Qué sucede si los encantamientos fallan y termina cocinado dentro?"

"La carne es carne, me desharé de la evidencia."

¿Huh? ¿La carne es carne? Yo… yo pretenderé no haber escuchado eso.

De todas las cosas, definitivamente no quería terminar siendo el almuerzo de un dragón.

"No puedes hacer eso Kataryna, ¡te dará indigestión!" Sir Seryanna la regañó.

Ni siquiera sé que decir. ¿Debería estar enojado o complacido?

Las dos siguieron intercambiando estas terribles ideas mientras yo sentía como mi cordura se iba al caño con cada palabra que salía de sus bocas. Para cuando se decidieron sobre que iban a hacer, yo me encontraba mirando al horizonte con mis ojos muertos.

"Andu'Yang'Ores, estamos listas."

"Muy bien, ¿entonces? ¿Qué es lo que me van a hacer?" dije aceptando un destino que ningún dwarf debería sufrir.

"¿Hm? Te llevaremos al martillo por supuesto."

"Ella partirá el flujo de lava mientras yo creo una burbuja de baja temperatura alrededor de nosotros para que el calor no te haga ningún daño. De esta manera, serás capaz de acompañarnos de forma segura por el martillo, y al mismo tiempo, no nos arriesgaremos a convertir las Flamas de Urugudu en piedra." Sir Kataryna estaba explicando con una calma como si se tratara de una visita regular al mercado.

Enfrentando tal solución descabellada, solo pude asentir como aprobación y rezar a los espíritus salir vivo al final de esta aventura.

Así, mientras las dos preparaban sus magias individuales, me posicione entre ellas justo como me dijeron. Si me ponía detrás de Sir Kataryna, existía la posibilidad de que me quedara atrás. Y estar al frente no era posible, así que la única opción viable era ser un sándwich conmigo en el centro.

Normalmente, un joven mocoso estaría regocijado estando de pie entre dos hermosuras, pero mi vieja barba tenía miedo de ser convertido en un cubo de hielo por la dragonesa en la retaguardia y en un pedazo de carbón por la dragonesa de en frente. ¡No me importaría quedarme soltero el resto de mi vida si eso significaba salir vivo de esta experiencia!

"¡Andando!" y así dijo Sir Seryanna, quien desenvainó su espada y vertió una enorme cantidad de Energía Mágica en ella.

Luego conjuró un hechizo sin recitar nada y el momento en que la punta de su espada tocó la lava, esta se separó en dos como un mar cortado por la cuchilla de un gigante. Detrás de ella, podía sentir el calor abrasador proveniente del frente, pero también el frío viento viniendo de mi espalda. ¡El poder que estas dos poseían era parecido a un Apóstol de los espíritus o tal vez de los dioses!

Con una mirada confiada en sus rostros, las dos dieron un paso al frente, arrastrándome con ellas. Mi cuerpo no sabía si debía sudar o temblar, pero mis instintos me gritaban que permaneciera en línea recta con ellas sin moverme un solo milímetro de mi lugar a menos que deseara conocer el fin de mis días.

Había un detalle que estas dos no tomaron en cuenta, y eso era la dificultad para respirar en este calor. Mientras que sus armaduras de alguna manera eran capaces de suministrar el aire necesario, yo no tenía ese lujo. En el momento en que sentí mi respiración volviéndose pesada, tomé unas cuantas hojas de Rudamera y las empujé contra mis fosas nasales.

Esta planta a menudo se encontraba en áreas donde había falta de aire y eran cultivadas por buceadores que deseaban permanecer bajo el agua por más tiempo. En algunas partes de Trindania, los dwarfs incluso forjaban un montón de botellas de metal con hojas de Rudamera adentro para poder trabajar bajo el agua o mientras estaban rodeados de aire venenoso. Nosotros los herreros las utilizábamos también cuando permanecíamos demasiado tiempo cerca de la forja. A menudo nos mareábamos debido a la falta de aire, lo cual no es nada bueno cuando tienes un manojo de cosas puntiagudas y metal al rojo vivo a tu alrededor.

Mientras nos movíamos por la lava, fui forzado a entrecerrar mis ojos un poco bastante debido a la luz cegadora. Era terriblemente aterrador moverse de esta manera, más sabiendo que si alguna de estas dos dragonesas detenía su magia por cualquier motivo, yo terminaría muerto.

No podíamos hablar y apenas podíamos ver. La mayor parte del tiempo, nos movimos como ciegos tratando de encontrar el camino correcto al muy deseado tesoro. Aun así, a pesar de todo esto, seguíamos adelante, con cada paso arriesgándonos a nunca regresar.

Honestamente no entendía por qué estas dos dragonesas aceptaron esta tonta petición mía. No era como que la vida de alguien dependiera de que encontrar ese martillo. No había forma de que un puñado de polvo de aleación de Celestio-Zaradio fuera de uso para alguien hasta donde sabia. A lo mucho, esto no era más que un encargo de estúpidos. Pero, si estas dos eran tontas, entonces yo era un tonto aún mayor.

Encontrar el Martillo de Umidaba era parte de la prueba. Ninguna de las leyendas especificaba donde podríamos encontrarlo con exactitud dentro del vientre de Urugudu, pero mientras más nos adentrábamos, más difícil era dar el siguiente paso. La lava alrededor rugía como una bestia enojada, y estar rodeado así por ella me hacía sentir la presión de miles de yunques sobre mi cuerpo.

Aunque no me veía a mí mismo como un dwarf asustadizo, dentro de esta burbuja protectora hecha por el poder de estas dragonesas, me sentí como si estuviera de pie en el borde de un peligroso risco. Era raro, pero sentí un extraño temor dentro de mi corazón que me hacía imaginar la lava acercándose a mí, o atacándome repentinamente como si fuera poseída por un espíritu maligno.

Este extraño estado mental no era algo que yo, Andu'Yang'Ores, hubiese escuchado antes. Estos extraños sentimientos y pensamientos que surcaban mi mente eran todos síntomas de la Enfermedad Fantasmal que los mineros dwarfs a menudo experimentaban cuando se encontraban atrapados bajo tierra.

Incluso para mí, era difícil mantener la calma con la cantidad de miedo y ansiedad que se acumulaba en mi corazón. Quería dar la vuelta y correr hasta llegar a la salida, pero debía recordarme que ahora no podía hacerlo. Hacerlo era sinónimo a una muerte segura por la presión y el calor de la lava. Solo tenía que confiar en estas dos dragonesas. Mi vida se encontraba en sus manos, pero mi mente y espíritu estaban siendo lentamente arrastrados lejos de toda esta experiencia.

¿Tal vez el mayor peligro por aquí no sea la lava sino mi propio ser estúpido?

A diferencia de mí, Sir Seryanna seguía adelante cortando la lava con su cuchilla, mientras que atrás Sir Kataryna disminuía la temperatura al punto de que no era peligroso para mi persona. Ninguna mostraba la debilidad a la cual poco a poco me doblegaba, y solo podía imaginar el tipo de poderoso dwarf necesario para enfrentar esta tarea por sí solo. No me sorprende que nadie reclamara el Martillo de Umidaba en tantos siglos. Nadie sin la compañía de un Iluminado, sin ser uno obviamente, podría pasar por este horno infernal.

Con solo mis pensamientos haciéndome compañía, seguí caminando en la ruta que ellas dejaban tras de sí. Constantemente sentía miedo y duda en mi cabeza, pero no permitía que tomaran control total de mí.

Luego de media hora caminando de esta forma, empecé a sentir como si todos nosotros estuviésemos al límite de nuestra fuerza, y todavía debía realizar algo de esfuerzo físico. Esto en sí mismo solo probaba mostrar cuan formidables eran estas dos.

Fue en algún momento sobre este punto cuando Sir Seryanna se detuvo. Se dio la vuelta y apuntó al frente.

¿Hay algo ahí?

Las dragonesas tenían sus sentidos mejorados comparadas conmigo. Mis propias orejas se estaban poniendo un poco oxidadas debido al martilleo que he hecho en la forja. Mi espalda tampoco estaba en plena forma, una que otra vez rechinaba como puerta vieja.

No podía ver nada en frente de mí, pero parecía que Sir Kataryna entendía lo que Sir Seryanna intentaba decir. Asintió una vez y nos movimos al frente unos pasos más. Ahí, Sir Seryanna conjuró un extraño pero poderoso hechizo que simplemente alejó todo el muro de lava. Definitivamente era un movimiento difícil de realizar ya que los encantamientos en su armadura se activaron también. La decoraban líneas de luz roja, brillando con una poderosa energía.

En un instante, me encontraba hipnotizado e intrigado por esta maravilla de la herrería. Las formas lisas hechas por el martillo hechas en cada parte eran hipnotizantes, casi como si el herrero fuese capaz de moldear el duro metal tan fácil como arcilla. Lo que era más sorprendente eran las muchas partes intrincadas que podía ver por algunas de las ranuras en la armadura, era como si toda una maquinaria estuviese trabajando con una precisión mecánica.

Esa espada de ella, Drachenkrieg, era una asombrosa pieza de manufactura similar. Estaba hecha de muchas partes más pequeñas, pero por los dioses si yo supiera como hacer siquiera un puñado de esas.

Mientras me encontraba en trance observando estos artefactos, Sir Kataryna caminó hasta mí y me golpeó en la parte de atrás de mi cabeza.

Caí hacia adelante y casi aterrizo mi cara en el lago de lava bajo nosotros. Ahora que veía de cerca, parecía que una capa muy fina de hielo nos estaba separando del fondo.

Cuando me di la vuelta, vi a Sir Kataryna apuntando a algo en frente de nosotros.

¿Puede ser? Me dije y luego me giré en esa dirección.




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