100 Luck and the Dragon Tamer Skill! Arco 4-97

Capítulo 97: El Cambio en sus Corazones


[Punto de vista de Elleyzabelle]

Estando posada sobre la Plataforma del Alma, leyendo los pasajes de este viejo y polvoriento libro, dejando que el frío viento golpeara mi cuerpo, e ignorando las miradas de los curiosos dwarfs pasantes, solamente pensé en una cosa: ¿Qué significa ser una Reina?

Era una pregunta tan simple, pero que en cada Imperio y Reino de este mundo sostenía una respuesta diferente.

Para los humanos, la Reina era la esposa legal del Rey, atada a él a través de un matrimonio político, y con la obligación de dar a luz a un heredero al trono, así como a princesas que más tarde serían usadas como pedazos de negociación política. Para los elfos, la Reina era su madre sabelotodo, ella quien mantenía a todo su país unido. Para los dragones, era la Suprema Matriarca, la dragonesa que gobernaba a todos y utilizaba al Rey como la espada que cortaba a los enemigos del país.

Todas estas eran respuestas bien aceptadas las cuales podrían ser encontradas de forma similar en otras culturas de este mundo. Desde los relliars al sur, los dwarfs aquí, e incluso hasta el rumoreado Continente Destrozado.

Pero a mi madre le parecían una representación de algo más, era por eso que yo podía verla de una forma diferente, por encima de todos. Para mí, mi madre era la absoluta y perfecta Reina. Era hermosa sin comparación alguna, encantadora y amable, haciendo que los dragones pegaran sus ojos sobre ella y la admiraran desde lejos como una estrella inalcanzable. A través de su sabiduría y toma de decisiones, su amabilidad podía verse como si tocara ambos a los débiles y pobres, como a los ricos y poderosos. Con un solo paso dentro del Salón de baile, su elegancia ensombrecía la de todas las otras dragonesas presentes. Poniendo un pie en el campo de batalla incluso estando enferma, nos mostraba la lealtad y devoción que tenía por el Reino Albeyater, brillando por encima de nosotros como una señal que todos debíamos seguir. Ella era todo esto y por encima de todo, una esposa devota y madre amorosa cuya afección por su familia podía ser vista a través del hecho de que incluso en sus más oscuros días nunca la abandonamos, nunca luchamos entre nosotros o discutíamos por ver quien heredaría el trono. Todos nosotros como hermanos, en realidad tratábamos de apoyarla desde las sombras.

Pensando en todo esto, encontré imposible verme a mi misma como una Reina parecida a ella, a pesar de que ella era quien yo aspiraba ser, ella era a quien yo admiraba entre todos. Desafortunadamente, estaba lejos de alcanzar su grandeza, su nobleza.

Si madre hubiese estado en este punto, tomando esta prueba en mi lugar, estos dwarfs habrían pagado una buena suma de monedas solo para tener un vistazo desde el otro lado del patio. Por otro lado, yo meramente los hacía mirar con curiosidad o los hacía soltar un susurro de felicitación acerca de mi belleza física.

Una sonrisa torcida se formó en mis labios cuando pensé esto.

Madre… ¿algún día me convertiré como tú? ¿No como una Reina gobernando un reino sino como una dragonesa que a veces parece ser no diferente a una diosa caminando entre meros mortales?

[Punto de vista de Kataryna]

Las palabras del Emperador Dwarf estaban clavadas en mi mente. Apenas y podía enfocarme en las oraciones luego de que se fue, no es como que importaran tanto de todos modos. Incluso así, mi mente se sentía mas cansada de lo que debería.

Una vez que un dragón llegaba al Despertar Avanzado, podíamos estar una semana entera sin dormir, si no es que más, pero aun así me sentía tan cansada, tan agotada, luego de solo días.

Claro, el texto religioso que me hicieron leer era más aburrido que el sermón de un comerciante que no paraba de hablar acerca de la forma correcta de manejar precios e impuestos. Me irritaba el solo pensar esto.

Tengo miedo de dejar ir mi amor pasado… de perderlo a él. Tonterías. ¡No tengo razón alguna para darme por vencida con él!

Irritada, mi cola chasqueó en el aire, y el sonido provocó un eco tan fuerte que hizo que mis oídos me dolieran. Apreté mis dientes y fruncí mi ceño soportándolo. Sin embargo, a diferencia de una cueva normal, dentro de este lugar, el eco no se calmaba incluso luego de que pasase un minuto, se estaba volviendo molesto… realmente molesto.

¡ARGH! ¡Hagan que se detenga!

"¿Cómo lo hiciste con tu propio amor?" la voz de una mujer, mi voz, hizo eco a través del sonido.

"¿Qué?" dije sorprendida.

"¿Qué? ¿Qué? ¿Qué? ¿Qué?" el eco siguió y siguió, lastimándome.

"¿Qué esperabas? ¿Qué pensabas? ¿Qué es lo que quieres?" pregunta tras pregunta me golpeaban como un tsunami a una playa desierta.

Con un quejido, me desplomé en el suelo, retorciéndome tratando de bloquear el sonido.

"¡¡¡SILENCIO!!!" grité tanto como pude.

"¡SILENCIO! ¡SILENCIO! ¡SILENCIO!" el eco volvió.

Luego, después de un momento.

"Justo como lo hiciste… con él… y ella… y él… y ellos." Este singular eco se coló entre los demás, llamando mi atención no por lo fuerte que era sino por lo claro y tranquilo que sonaba.

¿Q-Qué está sucediendo? Pensando eso cerré mis ojos.

Intenté aceptar todo y dejé que los sonidos se calmaran. Tal vez solo era mi mente jugándome trucos.

Pasó un minuto, o tal vez una hora, no podía saberlo, pero cuando todo se tranquilizó, abrí mis ojos.

Ya no me encontraba en la cueva… estaba de vuelta ahí, en frente de la multitud que clamaba su nombre.

"¡Maten a Albatul! ¡ASESINEN AL TRAIDOR! ¡EJECÚTENLO!"

En lugar de clamar, era más como si recitaran esas palabras.

"N-No… no puede ser…" dije eso y empecé a temblar cuando cayó sobre mi en donde me encontraba.

En lugar de retroceder, pisé al frente… moviéndome un paso a la vez, acercándome a la plataforma de ejecución, donde ÉL estaba postrado en sus rodillas, vistiendo la vestimenta de un prisionero, desgarradas y sin lavar por días. Su lacio cabello azul estaba sucio y despeinado, sus ojos estaban cansados pero dispuestos a aceptar su destino. No había señal de su nobleza pasada en su rostro, pero su aura se las arregló para conservarla.

Me moví hasta que me encontré ahí, frente a él.

"Albatul… ¿por qué?" me pregunté mientras se formaban lágrimas en mis ojos, y sentía debilidad en mi cuerpo como si toda la energía se me fuese drenada.

"Mi último deseo ¿eh?" dijo mostrándome una débil sonrisa.

"¡NO! ¡No lo digas!" grité y sacudí mi cabeza, bloqueando mis oídos para no escucharlo.

La lagrimas rodaron por mis mejillas, mi respiración era irregular, y mi cola se enrolló en mis piernas.

Me sentí débil y miserable… al igual que en aquel entonces.

"Sí, tengo uno…" dijo con su suave voz, dulce como la miel, seductora como la melodía de una ninfa.

Dolía… dolía tanto escucharlo de nuevo tan claro y tan real.

"No… por favor… basta." Supliqué, pero no tenía idea a quien.

La lógica me decía que yo estaba sola aquí, toda esta situación debía que ser una ilusión, pero mi corazón estaba destrozado y mis emociones erráticas. Una parte de mi quería escapar mientras que la otra quería quedarse.

¿Quién era esta Kataryna que quería traicionarme al arrojarme de vuelta a esta pesadilla que intenté olvidar y enterrar en lo más profundo de mi corazón por 5 siglos? ¿Quién eres, traicionera de mi ser?

"Dirigido a una cierta dragonesa…" Albatul prosiguió, y a pesar de mis lágrimas, mi esfuerzo por no mirar, abrí mis ojos.

Nuestras miradas se engancharon. Sus ojos, azules y amigables, llenos con más compasión de la que alguna vez merecí.

"Si te encuentras aquí, entre esta multitud…"

"Estoy aquí… en frente de ti." Lloré.

"… entonces solo quiero que sepas, que siempre te amé."

Cuando dijo esas palabras, perdí la fuerza en mis piernas y caí de rodillas al suelo.

Con mi corazón atorado en mi cuello, mis lágrimas cubriendo mis ojos, y mis palabras batallando para dejar mis labios, respondí "Lo sé… y fui una tonta por no haberme dado cuenta antes."

"Es por eso que, desde el fondo de mi corazón, deseo que seas feliz…" sonrió hasta el final, la mas amable de las sonrisas, una que ningún mortal podría tener, una sonrisa divina.

Y con todo eso, Albatul no poseía la inmortalidad de un dios. En frente de la fría hacha de su verdugo, era tan frágil como una flor en el medio de una terrible tormenta.

Esta retorcida memoria mía, me mostró una vez mas el momento cuando mi amado fue arrebatado de mi lado.

Cerré mis ojos. El sonido del hacha cayendo y de los ánimos de la multitud eran tan fuertes que calaban en mis oídos, y aun así pude arreglármelas para escuchar aquellas mismas palabras que pensé en aquel entonces, ahora habladas en un suave eco, claro y distinto de todo el demás ruido a mi alrededor, de todos los ánimos y alabanzas de regocijo por la caída de un gran dragón.

"Si al enamorarme termino condenando a los dragones que ame, preferiría nunca volver a enamorarme de nuevo."

¿Por qué había olvidado estas palabras? Pensé y abrí mis ojos.

A través de mis lágrimas, me di cuenta que el paisaje de la ejecución se desvaneció, cambiado a la fría cueva donde tomé la prueba de los dwarfs.

Mi mirada se posó en el libro que sostenía en mis manos. Estaba abierto en un poema que los dwarfs clamaban los ayudaba a alcanzar la iluminación espiritual. A pesar de que mi mente estaba cansada, mi cuerpo agotado, y mis pensamientos se sentían como si se escaparan de mi mente, aun así, leí el poema.

Él duerme cómodo.

Él despierta cómodo.

No ve sueños malignos.

Es cariñoso a toda la creación,

Justo como la creación es cariñosa a él.

Los dioses lo protegen a él,

Y el los apoya con su libre albedrío.

Así, ninguna espada, ni magia, ni divinidad puede tocarlo.

Su mente puede concentrarse rápido.

Su semblante es sereno.

Aun así, cuando se le pida dejar el loto del mundo mortal

Él morirá sin confusión en su mente,

Y su alma deberá erigirse para enfrentar la prueba de la verdadera Iluminación.

Estas palabras eran pesadas y extrañas a aquellos que las rechazaban, pero ligeras y serenas a aquellos que las aceptaban. Entenderlas era el siguiente paso, y no era uno que podía ser visto como sencillo. Aun así, gracias a este estado en el que me encontraba, me encontré capaz de hacerlo.

Todos los seres vivos son libres, y a través de su propia voluntad mueven todo el Universo, pero aceptar que existe una libertad desenfrenada no es algo que alguien con miedos, dudas, fijaciones, necesidades y deseos pueda hacer con facilidad. Y mas aun, no es fácil para tal individuo el elegir actuar mientras se encuentra en una perpetua zona de confort.

La sensación que tenia en estos momentos, tan serena y con cierta paz en mi corazón me atrevería a decir era… divina.

Entendí que en el momento en que dejara esta habitación, me olvidaría de la mayoría de eventos que transcurrieron aquí. Como tal, mientras aun me encontraba en este estado mental, deseaba meditar y pensar sobre mi vida, mi futuro, mi pasado, y sobre lo que en realidad quería.

Seguí mintiéndome a mí misma… diciéndome que quería su huevo. Declarando eso, demandándolo, y aun así… se formó una sonrisa en mis labios mientras mis pensamientos continuaban Soy una dragonesa muy codiciosa ¿verdad? O tal vez, me equivoco… no es codicia o egoísmo… estos guardan malicia, mientras que lo que yo siento es algo puro.

Poco tiempo después, la puerta se abrió, y me desperté de mi trance. Dejé la habitación con un extraño estado mental, mientras mis labios dibujaban la mas hermosa y serena sonrisa que simplemente cautivó al acólito que me miró.

[Punto de vista de Seryanna]

Al final del tercer día, sentí como si todo mi cuerpo se hubiese vuelto uno con los ríos de roca fundida. Los rugidos estruendosos de la lava fluyendo su camino retumbaban dentro de la médula de mis huesos, mi estómago estaba apretado, reteniendo dentro toda la energía que era liberaba por el calor a mi alrededor. Mi mente estaba borrosa, dejando que los minutos volaran como si fuesen meros segundos. Sentía un hormigueo en mis escamas, y el libro que me dieron para leer ya se había convertido en cenizas hace varias horas.

"Ha~" exhale y mi garganta sentía el ardor de las abrasadoras flamas.

La ropa que me dieron se convirtió en ceniza en algún momento, o tal vez se desgarró cuando cambie a mi forma de bestia total, no puedo recordar. Todo lo que podía ver y sentir a mi alrededor eran las llamas danzantes llenas con magia en este volcán. De todos modos, el calor no era suficiente para calentar mi cuerpo.

Calor… Quiero sentirme más caliente… sentir que mi calor interior se combina con el exterior… pensando eso dejé que la Energía Mágica de mi interior estallara, elevando la temperatura a mi alrededor.

Me estaba quemando viva, pero no tenía dolor.

Estaba cubierta de flamas, pero aun así podía respirar.

Estaba cubierta en la más pura esencia del fuego, y en lugar de lastimarme, me fortalecía.

Este extraño trance me mantuvo fija en mi lugar por varias horas, hasta que los muros a mi alrededor empezaron a resquebrajarse con un fuerte sonido.

El suelo bajo mis pies empezó a temblar y una ola de lava me baño toda. El cuarto entero se había convertido en un lago subterráneo de roca fundida. Con mis manos, pies, cola y alas me esforcé para permanecer en la superficie, para evitar ser tragada por la lava.

¡Necesito volar! Pensando eso di un poderoso salto que me elevó en el aire.

Luego de unos cuantos aleteos y el frío aire del mundo exterior me empezaba a rodear. Un escalofrío recorrió mi cuerpo, y sentí la extraña urgencia de regresar a mi baño de lava. Era un sentimiento bastante extraño, uno que nunca antes había experimentado, pero de cierta forma placentero, revitalizante incluso.

Mirando de vuelta a la burbujeante lava, me di cuenta que no había forma de que regresara por la entrada. Dudaba mucho que alguien se atreviera a abrir la puerta considerando la extrema diferencia de temperaturas entre las dos áreas. Hubiese sido lo mismo que un No Despertado metiera su mano en una olla de agua hirviendo y la mantuviera ahí por unos segundos.

Con mis alas cansadas, volé en dirección a la boca del volcán y dejé atrás la cálida piscina que me llamaba a regresar y tomar una larga siesta en su abrazo. En el momento en que salí, un viento aun mas frío acarició mi cuerpo, y sentí el escalofrío recorrer por completo mi espalda desde mi cabeza hasta la punta de mi cola.

A su propia manera, el viento helado me decía que regresara, pero me rehusé. Mi mente se sentía pesada, adormecida, y permití que mi ser planeara hacia la gran plataforma circular en el medio del Patio del Templo. Había muchas miradas de curiosidad en mi dirección, ¿o tal vez estaban asustados? No sabría notarlo.

Aterricé en la plataforma, el frío aquí no era tan duro como lo era allá arriba. Como un felino gigante, me moví por la plataforma, ignorando todas las voces en los alrededores, y con un movimiento cansado, acurruqué mi cabeza encima de mis manos y cerré los ojos.

Eso fue todo, me dormí.




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