100 Luck and the Dragon Tamer Skill! Arco 4-96.4

Capítulo 96: El Ritual Nundaba (Parte 4)


"Lo mataste… ¿por qué?"

"Era malvado… incluso para estándares de Héroes Humanos. Trató de cernir caos sobre Albeyater."

"Ya veo… Entonces, ¿Qué es lo que sientes por Alkelios?" pregunté curioso por como dos especies tan diferentes podían estar juntas.

Esta cuestión era más curiosidad personal debido a mi esposa.

"Lo amo."

"¿El hecho de que es un humano no te molesta?"

"¿A mí? Al principio, pero luego ya no. Alkelios, por otro lado, tuvo la molestia por más tiempo. Los Héroes Humanos tienen… diferentes morales, creencias… y sentido común."

"Moral, creencia y sentido común diferente. Interesante. ¿Dónde se encuentra ahora?"

"No lo sé… el otro Héroe Humano… dijo que lo envió a través del tiempo y el espacio. Estoy esperando por su regreso. Es mi marido, el dragón que yo amo…"

Había algo que me sorprendió cuando dijo esas palabras. Sir Seryanna no veía a este tipo Alkelios como un humano mas que como un dragón. Para que una orgullosa y poderosa dragonesa como ella tuviera en tan alta estima a este humano me impresionó mucho.

"Gracias, Sir Seryanna. La dejaré sola."

"¿Por qué contesté con tanta facilidad?"

"Te encuentras cansada, y este lugar… no es un buen lugar para mentir ¿sabes?" respondí con una sonrisa torcida.

Al salir de la habitación fui tocado por el fresco aire del exterior.

"Su Majestad, ¿Cómo le fue?"

"Fue interesante… obtuve lo que quise de ella, así que ahora iré con Sir Kataryna."

La otra dragonesa se encontraba en la Habitación de Oración del Templo del Dios de la Tierra. Justo como el nombre sugería, era una sala donde un creyente podría conectar su espíritu con el elemento de este dios.

Para este lugar, mi armadura regular era suficiente. Una vez que me cambié, me adentré en el templo.

Al entrar fui bienvenido con el coro de gotas de agua producidas por las grandes estalactitas y estalagmitas. La presión del aire aquí dentro era extraña, pero la temperatura se encontraba en valores normales.

Ahí, en el centro de la habitación, vi a la dragonesa de escamas plateadas leyendo la oración del Dios de la Tierra. No pareciese que dos días habían pasado para ella. La toga que estaba vistiendo cautivaba su belleza natural, pero estaba limpia, pulcra.

"¿Sir Kataryna?"

Mi voz hizo eco con un tono tan alto que me forzó a cubrir mis orejas.

¡Murciélagos sangrientos en un sándwich de turquesa! Maldije un poco mientras apretaba mi mandíbula esperando a que se desvaneciera el sonido.

"Ssh. Aquí, el sonido es tan alto que puedes oír tus propios latidos." Me respondió ella, aunque su voz apenas y rebotaba en las paredes.

"Lo… Lo intentaré." Incluso con susurros se sentía bastante fuerte.

"¿Por qué está aquí?" dijo cerrando su libro y mirándome a los ojos con esa fría mirada que congelaba hasta lo hondo de mi alma.

Tragué saliva.

"Es parte del Ritual Nundaba. Debo visitarlas a todas como el gobernante de Trindania."

"Ya veo. Muy bien."

"Entonces… una pregunta. ¿Qué piensas de nuestro continente hasta ahora?"

"¿De este lugar? Hm… débil, aburrido, ¿un poco peligroso? No es tan malo. Tal vez… ¿tal vez no?" dijo y se encogió de hombros.

Al igual que la otra dragonesa. Esta también era brutalmente honesta conmigo.

"Entonces… ¿Qué opinas de Alkelios?"

"¿El esposo de Seryanna? Lo amo."

"¿Qué?" me sorprendí mucho.

Esta era otra respuesta que no había esperado y casi elevo mi tono de voz por ello.

"Erm… ¿Lo amas? ¿Cómo amigo?"

"Como amante. Quiero engendrar su huevo."

"Erm…" la honestidad brutal demostrada por esta dragonesa me dejó sin palabras.

"Sin embargo, este amor, no puedo compartirlo… él pertenece a Seryanna. Yo… solo estoy de paso."

El sonido en su voz estaba lleno de una extraña tristeza. Me hizo sentir un poco de pena.

¿No tiene confianza en que este amor podría ser correspondido? Pensando esto luego recordé algo que mi esposa me preguntó cuando estaba inseguro de si debía o no proponerle matrimonio.

"Sir Kataryna, dices que amas a este hombre, ¿correcto?"

"Sí."

"Entonces, ¿qué es lo que temes perder si eliges compartir tu amor con él?"

"¿Temor a perder? Yo…" se detuvo y bajó la mirada, frunciendo su ceño.

"¿Crees que Sir Seryanna te hará a un lado? ¿Crees que él no te amará?"

"Yo…" me miró como si estuviera en una especie de trance.

Tal vez hasta ahora no había pensado en esto. Si ella no tomaba parte en este Ritual Nundaba seguramente nunca hubiese llegado a cuestionarse esto. Me dije frotando mi barba.

"¿Tal vez se trata de su amistad conjunta?"

"No… Temo perder el amor de mi antiguo enamorado."

Oh, hombre… otra vez… respuestas inesperadas.

"¿Tu antiguo enamorado habría querido verte sola por el resto de tu vida mientras guardas su amor en tu corazón? No digo que debas olvidarlo, pero ningún hombre desearía ver a su pareja sola luego de que ya no estuviera en este mundo. Al menos, ningún hombre digno de ser llamado hombre. No temo permitir a mi esposa encontrar la felicidad en caso de que yo encuentre el final de mi camino. Claro, deseo ser velado, pero prefiero mil veces su sonrisa en lugar de sus lágrimas."

Sir Kataryna tomó cada palabra que dije, pero no podía notar si hacían alguna diferencia o no. Hasta ahora, obtuve que estas dragonesa no eran mala gente. Definitivamente mantuvieron su palabra y se enfocaron en el ritual sin ningún tipo de trampa o truco. Este estado mental suyo es prueba de ello.

"Solo piensa sobre lo que dije, tal vez te ayude un poco. Desafortunadamente, no puedo quedarme más tiempo." Luego de eso caminé hasta la puerta.

El hecho de que tuviesen a un Héroe Humano en tan alta estima también mostraba que nosotros como dwarfs podríamos no terminar oprimidos por ellos dada la oportunidad. Nos mirábamos bastante parecidos a los humanos, y hay muchos Héroes Humanos entre nosotros ahora. No querría firmar un tratado a través del cual me ganara el apoyo de los dragones pero que abandonara el apoyo de mi propia gente.

Luego de salir de la habitación, un sacerdote cerró la puerta y el Gran Sacerdote se me acercó.

"¿Cómo le fue su Majestad?"

Le mostré una sonrisa y dije "Siguieron el ritual como lo prometieron. No subestiman a nuestro Imperio y tampoco lo tienen en alta estima. Tienen las mismas preocupaciones que nosotros los dwarfs, y por lo que es valioso, no puedo verlas como enemigos."

"¡Esas son maravillosas noticias, su Majestad!"

"Cuando venía para acá, vi a su Alteza sentada en la Plataforma del Alma fielmente recitando la oración. ¿Se ha detenido?"

"No."

"Muy bien, entonces no la molestaré. Regresaré al Palacio ahora."

"¿Le parece bien no cuestionarla a ella también?"

"Sí. El Ritual Nundaba prueba su resistencia y orgullo como nobles. Un sujeto egoísta no habría aceptado llegar hasta el final, y alguien así no habría tenido cabida en mi mesa de negociaciones. Incluso si el sujeto es bueno, si el líder no vale la pena, todo el grupo fallará al final."

"Es como usted dice, su Majestad." Luego de decir esto el Gran Sacerdote hizo una pequeña reverencia.

Luego de hablar con esas dos, terminé incluso mas curioso acerca de este tipo Alkelios. Tal vez en algún futuro terminaría conociendo a este Héroe Humano que atrapó el corazón de dos poderosas dragonesas.

La parte más difícil del Ritual Nundaba ahora estaba terminada, e incluso si no finalizaban lo que quedaba del tercer día, aun se les consideraría como pasable. No obstante, sería sabio no decirles a los otros líderes de tribu lo que les pregunté a las dos. Podrían verlo como algo tonto, pero no importaba que quisieran ellos encontrar, importaba lo que yo quería saber de ellas, y eso era el hecho de que no eran los monstruos que todo el mundo los hacía ver.




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