100 Luck and the Dragon Tamer Skill! Arco 4-96.1

Capítulo 96: El Ritual Nundaba (Parte 1)


[Dos años y tres meses dragón atrás]

[Punto de vista de Seryanna]

La sala de audiencia del Emperador se suponía fuese imponente, y los nobles dwarfs reunidos aquí observando toda esta ceremonia que fuesen intimidantes. Los Guardias Reales exudaban una fuerza que debería aterrorizar a un simple plebeyo, y la misma mirada del Emperador era perforante y llena de una presión intensa que podría silenciar al mas estrepitoso de los nobles.

En tal lugar, debería sentirme insignificante, tal vez aterrada, pero no existía tal sentimiento. Yo, en mi caso, no me sentía diferente de caminar en un bar concurrido. Había pocas miradas con la chispa de peligro, pero no algo que no pudiese manejar.

Comparado con el Rey Feryumstark, la autoridad de este dwarf se siente débil, y la presencia de la Reina Elliessara se siente más intimidante que cualquiera en esta habitación.

"Nuestra visita a sus tierras es una de buena fortuna, su Majestad."

"¡Hmph! ¡Al igual que la de muchos antes que tú!"

"Perdone mis modales, su Majestad, pero los dragones de Albeyater no se encuentran aquí para hablar por ellos."

"¿Y dónde encontrarse tus hombres? ¡Solo veo mujeres ante mí!" dijo levantando su mentón.

"Su Majestad, puede que haya pasado un largo tiempo desde la última vez que un dragón ingresó en su territorio, así que permítame recordarle que, en el Continente Dragón, nosotras las dragonesas somos las gobernantes, y los dragones los defensores. Sin embargo, esto no significa que ignoremos la capacidad de un hombre para gobernar. Evidencia de esto se encuentra en el Primer Ministro de Albeyater, mi respetuoso hermano mayor Elovius Seyendraugher." Explicó la Princesa con una sonrisa en sus labios que dejaba entrever su capacidad como embajadora de nuestro país.

Lo que ella podía hacer con relativa facilidad, era algo que yo encontraba difícil de imitar. Sonreír de la forma que ella lo hacia y permitir que mi voz ocultara mis verdaderos sentimientos era casi imposible de mi parte. Cuando me irritaba, era muy claro para aquellos a mi alrededor. Cuando me encontraba de buenas, se reflejaba en mi rostro, y también cuando me encontraba de malas. La mayoría del tiempo, intentaba actuar estoica, pero si mi rostro no me traicionaba, mi cola hacía el trabajo.

Por otro lado, dejando de lado su edad bastante joven desde un punto de vista dracónico, la Princesa Elleyzabelle mostraba un manierismo que reflejaba no solo su status sino también su profundo entendimiento por los asuntos políticos.

Comparada con su madre, todavía había muchas cosas que debía aprender, y si imaginabas de pie a las dos juntas, es la Reina quien siempre llamará tu atención. Aun así, si a esta edad, la Princesa podía desenvolverse tan bien en frente del gobernante de un país extranjero, entonces solo se esperarían grandes logros de ella en un futuro.

Como sus caballeros, ambas Kataryna y yo permanecimos alerta de los alrededores. Debíamos actuar como estatuas sin emociones que pudiesen cortar a nuestros enemigos en el momento en que sintiéramos intento asesino dirigido a nuestro maestro.

"Entonces los hombres son quienes manejan las espadas y las mujeres el papeleo. ¿Puedo entonces asumir que vino sin una guardia?" dijo el Emperador mostrando una risa burlona.

Nos está subestimando.

"Por supuesto que no, su Majestad. Estas dos son mis orgullosos Caballeros, y cada una de ellas tiene el poder de luchar contra un ejército entero." Dijo y con un suave movimiento de su mano, me apunto a mi "Permítame presentarle a la Duquesa Seryanna Draketerus. Su esposo el Duque Alkelios Yatagai Draketerus. Ella es una dragonesa de mi hermoso Reino Albeyater. En la pasada guerra, se las arregló para derrotar ella sola a uno de los poderosos dragones Despertados Avanzados del ejército enemigo." Entre la multitud de nobles se empezaron a escuchar susurros. Ignorándolos, la Princesa movió su mano en dirección de Kataryna con el mismo movimiento suave de antes "Permítame presentar a Kataryna Greorg, un Caballero Real y una poderosa dragonesa que luchó y prevaleció en contra de múltiples dragones Despertados Avanzados."

"No entiendo. ¿Qué tan poderoso es un Despertado Avanzado? Explíquese."

"Es alguien que tiene un Número de Poder por encima de 1000. Los humanos a menudo los llaman Despertados o Ascendidos. Leí en algunos libros que en una época los llamaron Bendecidos o Evolucionados."

"Hm… ya veo. Así que son poderosas, según dices. Crees que viniendo acompañada por estas dos a nuestra nación, ¿nos inclinaremos ante demandas no favorables?"

"Por supuesto que no, su Majestad. Su deber es solo actuar como mis guardaespaldas en este viaje. Si usted o alguien más tiene la intención de hacerme daño, ellas actuarán acorde. No obstante, nuestra intención no es convertir al Imperio Trindania en nuestro enemigo, sino en un aliado."

El Emperador se reclinó en su trono y cerró sus ojos por un momento. Parecía estar pensando profundamente viendo como se formaban arrugas en su frente. Mientras tanto, los nobles susurraban entre ellos, y sus opiniones variaban desde simple curiosidad hasta desaprobación total de nuestra presencia dentro de estos muros.

No importaban los murmullos en el fondo, permanecimos en silencio y esperamos pacientemente a que su Majestad continuara la conversación. Sin embargo, este dwarf no era un tonto, e incluso yo podía intuir que estas negociaciones tendrían bastante dificultad en llegar a un acuerdo favorable. Estábamos ofreciendo algo que el Emperador prometió a su gente, una conexión con el mundo exterior, pero él también debía tomar en cuenta las palabras de los nobles que lo ayudaron a tomar la corona.

Con nosotras aquí en el Continente Trindania, las cosas que tenía anticipadas se estaban moviendo más rápido que lo que inicialmente había calculado.

Cuando el Emperador abrió sus ojos, nos miró directo a nosotras. Había una determinación firme en su rostro, y una onda de autoridad liberada de su persona.

"Mientras que veo su presencia dentro de mi Imperio como algo favorable, como una oportunidad para nuestro futuro, los dwarfs todavía estamos atados a nuestras tradiciones. Cuando llegó el momento de aceptar a los héroes humanos como parte de mi pueblo, lo hice sin pensarlo dos veces gracias a que su ayuda en mi ascendencia al trono fue algo claro para todos los que lo presenciaron. Sin embargo, los dragones nunca han sido bienvenidos en nuestro territorio. Nuestros tratados son mínimos a lo mucho, y muchas veces ha habido casos de exiliados o marginados siendo escondidos en sus barcos y sacados lejos del Imperio. La última vez que la Realeza se presentó ante nosotros dentro de estos muros, fue un Rey Relliar hace más de 200 años. Vino con una petición de guerra, la cual fue rechazada por el Rey de ese tiempo."

"Entiendo, su Majestad. ¿Entonces que podemos hacer para obtener la aceptación del Imperio Trindania?" preguntó la Princesa.

"¿Mi aceptación? Nada. No obstante, la mayoría de los nobles aquí presentes no los ven con el favor de aceptarlos. Sus súbditos pensarán de la misma manera sin dudarlo. Y si hablamos de los dwarfs más ‘atados’ a las tradiciones del continente, inmediatamente pedirán su retiro de nuestras tierras. Son ellos de quien necesitan obtener aceptación."

"¿Y cómo haremos eso?" preguntó sin perder ni un segundo la compostura.

"Solo puedo pensar en una forma. Aunque ningún otro extranjero se ha atrevido a aceptar este desafío…" dijo frotando su barba y cerrando los ojos.

"Su Majestad, no estará hablando de…" uno de los nobles se atrevió a hablar sorprendido.

"Sí. Ustedes tres serán puestas a prueba en el Ritual Nundaba, también conocido como el Ritual de Aceptación. A través de ello, serán consideradas como uno de nosotros, un dwarf. Esto no requiere por ningún medio que se olviden de su país de origen. El Ritual Nundaba, desde tiempos ancestrales ha sido utilizado para probar la lealtad de un dwarf, así como su conexión con nuestros dioses. Si nuestras deidades las aceptan, nosotros los dwarfs tenemos la obligación de seguir su voluntad."

"¿Podría escuchar los detalles de este ritual?" dijo la Princesa entrecerrando sus ojos.

Esta fue la primera señal de emoción que mostraba, y el impacto causado en el Emperador hizo que titubeara.

"Erm… Sí. ¡Ahem! El Ritual Nundaba requiere que todos aquellos que deseen participar sean traídos al Patio del Templo. Ahí, cada una elegirá el Dios en cuyo templo tomarán la prueba. Sin embargo, como Princesa de Albeyater, no podemos pedirle que haga lo mismo. Usted se vestirá con las mismas ropas tradicionales que las otras dos y se posará sobre la Plataforma del Alma hasta que sus dos Caballeros completen sus rituales, si es que lo hacen."

"Su Alteza, no podemos apartarnos de su lado… Algo como eso…" me rehusé de inmediato.

"Sir Draketerus, entiendo su preocupación, sin embargo, hay otros que pueden actuar como mis guardaespaldas mientras realizas tu prueba. Creo que Sir Shellar, Sir Van, Sir Attrakus y Sir Narnyesall serán suficientes. Además, creo que podemos confiar en el buen Emperador Mush'Nomv'Azer para proveernos la apropiada protección." Dijo y miró de vuelta a su Majestad.

"¡Por supuesto! ¡No mostraré piedad alguna a aquellos que se atrevan a interrumpir este sagrado ritual! ¿Me he dado a entender?" alzó su voz mientras lanzaba una fría mirada a todos los nobles en la habitación.

"¡Claro, su Majestad!" varios inclinaron sus cabezas.

"Enviaré a mis mejores hombres a protegerlas como muestra de mi lealtad!" mencionó otro.

"¡Yo también! ¡Por supuesto que no haré nada para manchar el nombre de su Majestad!"

Todos dieron su aprobación, pero entonces escuché un extraño murmullo: "No es como que alguien espera que pasen este tipo de pruebas. Es muy vergonzoso para las mujeres, después de todo."

El Emperador se puso de pie, con la espalda recta. Tomó su hacha de batalla y la levantó por encima de su cabeza.

Con una fuerte y dominante voz, suficientemente fuerte para que se escuchara en toda la Sala de Audiencias, gritó "¡Entonces que así sea! ¡Declaro que estas tres personas tomarán la prueba del Ritual Nundaba al mismo tiempo!"

Los dwarfs empezaron a aclamar y aplaudir por su Emperador. No todos parecían complacidos con esto, y aun estábamos confundidas de que es lo que pediría de nosotras este extraño ritual.

Una vez calmados, el Emperador buscó por la multitud y ordenó "Gran Sacerdote Klen'Ashin'Tark, por favor escolte a nuestras estimadas invitadas al Patio del Templo y prepárelas para el Ritual Nundaba."

"¡Como ordene, su Majestad!" un dwarf que vestía una túnica totalmente blanca dio un paso al frente y se inclinó ante él.

Tenía una larga barba blanca trenzada, y llevaba alrededor de su cuello un collar largo hecho de dientes de monstruos, todos imbuidos con Energía Mágica. Con su calmada y gentil sonrisa, no sentirías que este dwarf representaría peligro alguno, pero mi instinto me decía que probablemente el era uno de los más poderosos individuos aquí presentes.

Con un paso lento, se acercó a nosotras e hizo una pequeña reverencia.

"Mi nombre es Klen'Ashin'Tark. Soy el Gran Sacerdote en esta ciudad, y también el representante de todos los Templos. Por favor, permítanme guiarlas a nuestro lugar de rezos. Por aquí."

"¡Les deseo suerte, dragonesas!" dijo el Emperador.

"Gracias, su Majestad. No lo decepcionaremos." Luego de decir eso, la Princesa siguió al Gran Sacerdote.

Hice una reverencia al Emperador y entonces seguí tras de ellos. Kataryna asintió una vez, y nuestros cuatro caballeros reverenciaron hasta la cintura.

Tan pronto pisamos fuera de la Sala de Audiencias, Tanarotte se acercó a Kataryna con una gran sonrisa en sus labios.

"¡No se preocupe, me aseguraré de proteger a la Princesa!"

"Estoy más preocupada por ti tratando de escabullirte dentro del templo para espiarme."

"¡Keh! ¡¿Cómo se dio cuenta de mi plan?!"

"Tal vez antes de iniciar este Ritual Nundaba o como se llame, ¿deberíamos empezar con tu funeral? Ya sabes, solo por si acaso." Dijo Kataryna con su mejilla derecha temblando un poco.




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