100 Luck and the Dragon Tamer Skill! Arco 4-95.3
Capítulo 95: El Emperador Dwarf (Parte 3)
Justo como Kita'Milla'Nei dijo, un Soldado Real estaba aquí para recibirnos y escoltarnos hasta la capital. Vestía armadura de escamas negras y rojas con una gran lanza en su mano derecha. En la punta de la lanza había un pedazo de tela rojo atada con hilo del mismo color, ondeando con el viento.
La llegada de alguien de la realeza en otro país usualmente era algo que se traducía a asunto de importancia del cual su Majestad debía enterarse lo antes posible. Viendo que fuimos recibidos en su capital sin espadas o hechizos apuntándonos era una buena señal.
Nuestro carruaje obedientemente siguió a los Soldados Reales hasta llegar a las puertas del Palacio Mush. En nuestro camino, fui capaz de notar a un gran número de humanos caminando en las calles sin ningún miedo. Parecía que los dwarfs estaban acostumbrados a ellos, y ya se habían integrado bastante bien a las condiciones de vivienda por estas partes. Lo que era sorprendente de ver era que adoptaron la moda dwarf en lugar de imponer sus propios estilos.
A diferencia de Osza y Tesva, Exaver era mas grande y estaba llena de edificios de dos y tres pisos, construidos de piedra encantada para sobrevivir a los elementos. Las calles estaban pavimentadas, e incluso había una forma simple de sistema de drenaje donde toda la suciedad era canalizada. Había muchos soldados patrullando las calles, pero los dwarfs viviendo aquí no veían problema alguno con ellos.
Entre las casas había tótems de madera y piedra que tenían una altura cerca de la mitad de los edificios junto a ellos. Estaban por todos lados.
El único edificio que sobresalía de los demás era el Palacio del Emperador. Estaba construido en una forma piramidal con lados en forma de escalera. Desde la distancia, podía ver a varios guardias patrullando cada escalón de la pirámide, mientras que las torres que actuaban como defensa primaria del palacio eran utilizadas por arqueros, observadores y magos de hechizos con rango largo.
A pesar de la peligrosa e intimidante sensación que quería provocar, realmente no sentimos que fuera tan impresionante. Sin ningún tipo de defensa contra amenazas aéreas, este lugar era un blanco fácil para los dragones, pero no tanto para los humanos.
Al llegar al Palacio, el soldado que nos escoltó regresó a su puesto y otro dwarf de vestimenta similar se presentó ante nosotros. Tenia una barba gruesa y un cinturón dorado en lugar de uno rojo como el anterior.
"Mi nombre es Klor'Mangu'Var. Soy uno de los Guardias Reales de su Majestad. Estoy aquí para escoltarlos a la sala de audiencias. Deberán dejar sus carruajes aquí, un sirviente tomará cuidado de ellos, y no teman, ¡nadie hurgará en sus pertenencias!" asintió y luego esperó a que bajáramos del carruaje.
La primera en salir fue Kataryna. Como si el frío clima la obedeciera sin replicar, las ráfagas de viento detuvieron sus soplos y la nieve dejó de caer. Su imponente mirada hizo retroceder al dwarf.
"No siento peligro, su Majestad."
Klor'Mangu'Var tragó saliva y luego miró a la puerta evitando a Kataryna.
La Princesa Elleyzabelle salió esta vez y miró al dwarf con su poderosa mirada de autoridad. Con cada movimiento que hacía, revelaba una elegancia digna de alguien con sangre real, mientras que la presión alrededor de ella avisaba a los que la sentían que era una dragonesa poderosa.
Los últimos en salir fuimos yo y Kita'Milla'Nei. Aunque mi entrada no fue tan llamativa como la de Kataryna, liberé suficiente presión para hacerles saber que yo también era una poderosa dragonesa con la que no deberían meterse.
La formación en que nos arreglamos era Kataryna a la izquierda de la Princesa, yo a la derecha, y detrás de nosotros nuestros caballeros. En frente de nosotros estaban los dos dwarfs con la tarea de presentarnos ante su Majestad Mush'Nomv'Azer.
"¿Avanzamos?" dijo la Princesa con una amigable sonrisa.
"Por supuesto. Por aquí. Espero que desde el fondo de su corazón nos perdone por los trabajadores presentes en los alrededores. Durante nuestra última batalla, el Palacio Mush fue fuertemente dañado, cerca del colapso en realidad."
"¿Es así? Es bueno que el actual Emperador tuviese éxito en traer justicia a este territorio entonces."
"Por supuesto! El gobernante anterior era un monstruo que ahora se encuentra fuera de los libros de historia y solo permanece como un tirano anónimo." Claramente se notaba el disgusto en el tono de este dwarf.
"Trataremos de ser conscientes con respecto al tema en ese caso."
"Se los pido de favor." Asintió y procedió a guiarnos por el patio real.
Ahora que pasamos las puertas del Palacio, podíamos ver a incontables trabajadores encadenados y moviendo escombros del camino o uniendo de vuelta las partes colapsadas de los muros. Todo esto era señal de una batalla reciente donde individuos de Números de Poder alto pelearon unos con otros, los rebeldes y los fieles.
"Por favor no presten atención a los trabajadores de estos lares, todos son ratas apestosas que inclinaron sus cabezas al antiguo gobernante. Ninguno de ellos tuvo problemas en alzar sus espadas en contra de inocentes…" dijo Klor'Mangu'Var.
"¿Son los soldados leales al antiguo gobernante?" dijo la Princesa.
"No solo soldados, también sirvientes, sin nombres, ex oficiales e incluso tribus enteras que se aliaron con él."
La entrada frontal al Palacio todavía estaba en el medio de la reconstrucción. Solo los cimientos permanecían de la estructura original, y estaban batallando para llenar un puñado de agujeros que quedaban en la superficie del patio, supongo que eran resultado de poderosas explosiones. Adonde sea que volteara, solo había dwarfs y humanos vistiendo harapos y trabajando sin descanso en la reconstrucción. Había guardias vigilantes observándolos a todos, asegurándose que no perdieran el tiempo o intentaran escapar del sitio.
Sean guardias o esclavos, no había ninguno que se pudiera comparar con Kataryna o conmigo en términos de fuerza, pero incluso así, nunca bajé mi guardia.
Cuando estuvimos a punto de llegar a la puerta del palacio, sentí una repentina ráfaga de instinto asesino apuntada a mí. Moví mi mano hasta la empuñadura de mi espada y luego corté al enemigo. El evento tomó lugar en una fracción de segundo, pero lo siguiente que miré fue un cuerpo tumbado en el suelo, cortado a la mitad por la cintura.
"*Kuh*… ¿Cómo? Yo… Yo no puedo morir… de esta forma…" dijo el humano tratando de alcanzarme, pero yo me hice para atrás.
Era uno de los esclavos. Claramente se podía ver la desesperación en sus ojos viendo como trataba de alcanzarme en ese estado, pero un momento después su cabeza se partió a la mitad por la espada de Klor'Mangu'Var.
"¡Parásito desgraciado! Es una buena noticia que no haya tocado su armadura, Madame." Puso su pie en el hombro del cuerpo y luego sacó su espada del cráneo.
"¿A que se refiere?" dije envainando mi espada.
"Este bastardo tenía la habilidad de robar los encantamientos de cualquier armadura que tocase, haciéndola nada diferente a un pedazo de metal inútil. El poder absorbido le permitía incrementar su propia fuerza por un periodo de tiempo corto, después de eso dicho poder regresaría a su respectiva armadura. Perdimos a muchos buenos dwarfs por su culpa. ¡Ptew!" escupió a su cuerpo.
Miré los restos del humano y pensé si hubiera tocado mi armadura, la cual tiene los encantamientos de Alkelios en ella, hubiese podido obtener la fuerza suficiente para escapar de este lugar.
Aunque tal predicamento hubiese sido desagradable, estaba segura de que Kataryna podría manejarlo en mi lugar.
"¿Qué hay de la mujer que está por ahí?" preguntó la Princesa.
"¿Esa? Tenía la habilidad de encantar a todos aquellos que se encontrasen con su mirada. Utilizaba su poder para amasar grandes fortunas y causar incontables conflictos entre los dwarfs. Cuando captó la atención del antiguo gobernante, fue enviada a encantar a varios líderes de tribus para que se aliaran con él. Un día se cruzó em el camino de la esposa del Emperador, y ella le cortó los ojos con una daga. Desde entonces, ha servido como una de nuestras cautivas."
"¿Será liberada algún día?"
"¿Quién sabe? Todo depende de la voluntad del Emperador nuevo ahora. Prosigamos, su Majestad espera."
Lo seguimos dentro del palacio, donde las renovaciones y reparaciones todavía seguían a la orden del día. Estaban pintando y reconstruyendo casi cada parte del palacio como si quisieran borrar cualquier rastro del antiguo gobierno. Solo quedaron pinturas de paisajes o representaciones abstractas de los dioses, todo lo demás fue removido.
"¿Han pasado dos meses y aún siguen trabajando en el Palacio?" preguntó Kataryna.
"El Palacio, Madame, fue de los últimos lugares que el Emperador ordenó reconstruir. Todos los esfuerzos se enfocaron primero en reparar los muros exteriores de la ciudad, las casas destruidas, y los diversos lugares públicos necesitados por los dwarfs viviendo aquí."
"Hm~ ¿Eso pasó?"
"Llegamos. Detrás de estas puertas se encuentra la sala de audiencias donde encontrarán a su Majestad, ¡el Emperador Mush'Nomv'Azer!" dijo eso y se movió a un lado.
El pasillo por el que fuimos guiadas terminaba en dos grandes puertas decoradas con oro y plata mostrando lo que solo podía suponer ser la antigua Trindania. Kataryna dio un paso al frente y empujó las puertas hasta abrirlas.
"¡Ingresando ahora los invitados de su Majestad, el Emperador Mush'Nomv'Azer! ¡Princesa Elleyzabelle Sojourn Seyendraugher! ¡Duquesa Seryanna Draketerus! ¡Caballero Real Kataryna Greorg! ¡Caballero Amarondi Shellar! ¡Caballero Quran Van! ¡Caballero Attrakus! ¡Y Caballero Tanarotte Narnyesall!" gritó el dwarf a nuestra derecha haciendo que todos sobresaltáramos.
"¿Había necesidad alguna en gritar de esa forma?" se quejó Kataryna sobando su oreja derecha.
La Princesa Elleyzabelle dio un paso al frente y lideró a nuestro grupo en frente del dwarf que estaba de pie en el trono.
Este recinto no tenía ventanas por la que pudiera pasar la luz, sino que tenía varios cristales pegados al techo que emitían una luz blanca pálida. Una alfombra roja se extendía en nuestros pies hasta llegar al trono, terminando a unos escasos tres metros de su estructura. A su izquierda y derecha había seis columnas que formaban dos filas, y entre ellas podía ver a muchos dwarfs de distintas complexiones y apariencias, desde delgados y de aspecto debilucho a grandes e intimidantes.
No había muchas mujeres dwarf entre ellos, y el que estaba de pie detrás del trono parecía ser un mitad-dwarf si lo juzgaba en base a su altura. Entre los Guardias Reales de aquí también se encontraba una mujer humana rubia de ojos azules, y hasta el final, cerca de la salida se encontraba una mujer humana de tez morena.
La razón por la que podía ver hasta ese punto era porque los dwarfs eran bastante pequeños comparados con la altura del dragón promedio. En nuestra forma de mitad-bestia éramos comparables con gigantes. Este palacio ciertamente fue construido con la intención de dar la bienvenida a extranjeros de gran altura debido a que no tuvimos problemas al pasar a través de los grandes marcos de las puertas. La mayoría de las casas que vimos hasta ahora, así como las posadas, nos forzaban a inclinarnos un poco para poder entrar.
Una vez que la Princesa Elleyzabelle llegó al final de la alfombra, hizo una reverencia educada y todos seguimos etiqueta.
"Es un placer conocerlo, Emperador Mush'Nomv'Azer."
"¡El placer es mío, invitados del lejano Continente Dragón! Espero que su visita en este humilde Continente Dwarf sea una de buena voluntad." Dijo mientras se retiraba de su trono.
Vestía una armadura de placas de metal gruesa pintadas de negro y dorado. La Energía Mágica emitida por sus encantamientos era impresionante, pero más débil que aquellos de mi propia armadura. Junto al trono, reposaba su hacha de batalla, esperando ser empuñada por su amo. La luz de la habitación se reflejaba en su filo, y la empuñadura estaba cubierta de tiras de cuero grueso. El dwarf tenía un poderoso agarre juzgando por el grosor de su guantelete, y daba una presencia imponente digna de alguien en su posición. La barba café oscuro y su cabello espeso eran marcas de su juventud, pero, aun así, la mirada de sus ojos verdes poseía la sabiduría de un guerrero veterano.
¿Con que él es el Emperador de los Dwarfs? Pensé para mí, aun así, cuando imaginé a Alkelios de pie frente a él, extendiendo sus alas y dejando sentir la presión de su Autoridad, solo podía imaginarme a este dwarf temblando de miedo.
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