100 Luck and the Dragon Tamer Skill! Arco 3-56.1
Capítulo 56: Locura en la Corte (Parte 1)
[Punto de vista de Alkelios]
Así, permanecí de pie frente a aquel dragón nombrado y respetado como el dragón más fuerte en el Reino Albeyater, el Rey de Albeyater, Feryumstark Seyendraugher.
Su presencia no era de subestimarse. Incluso ahora, podía que no iba a permitirme cometer algún error. Era fuerte ahora, pero el me sobrepasaba por mucho, aun así, aquí estaba amenazando todo lo que era querido para él y que, con un solo pensamiento, podría erradicar todo por lo que ha luchado todos estos pasados siglos.
La verdad de esta realidad era esta: nada duraba para siempre. No importaba que tanto atesoráramos ciertas cosas, inevitablemente llegarían a un final. No importaba que tanto deseáramos que algo permaneciera igual, un día, eso cambiaría. La tecnología se despedazaba o se volvía obsoleta. La gente moría, se mudaba o cambiaba. Las lealtades se cambiaban con el pasar del tiempo, permitiendo que nuevas guerras o momentos de paz aparecieran.
Nada era seguro. Nada duraba. Pero esto… este cambio era absolutamente perfecto. Esto era lo que hacía maravillosa a la vida y al Universo mismo. Cambios eran lo que los hacia mover, lo que lo empujaba incluso cuando parecía estar yendo hacia atrás. El cambio era absolutamente lo que creaba todo lo que uno apreciaba en primer lugar,
Sin embargo, aceptar el cambio no era algo fácil de hacer, y precisamente debido a eso, ambos yo y Feryumstark entendíamos que aquellos que temían al cambio serían los primeros en sucumbir ante él.
En este caso, yo traje el cambio con mi inconcebible ataque. Demandé cosas que ponían la autoridad del Rey por debajo de la mía. Me mostré a mi mismo como un… lunático, inestable… humano.
Así, ¿no sería lógico que aquellos que aún tenían que Despertar Avanzadamente y que se preocupaban por sus vidas pusieran un pie al frente e intentaran salvarse? ¿No sería lógico que aquellos pocos nobles que odiaban o veían al Rey actual como débil trataran de ponerse de mi lado?
Era normal, natural, entendible…
Pero hasta ahora, nada les daba una razón para hacerlo… Nada causaba el miedo suficiente en sus corazones para que su voluntad se quebrara, haciendo así que salieran de su cascaron y saltaran por el borde que parecía ser más seguro.
Por lo tanto, hablé… tratando de atraer a las ratas fuera de su escondite…
"Su Majestad, ¿sabe quién y que soy?"
"No." Mintió.
"¡BIEN! ¡BIEN! ¿Supongo que nunca ha escuchado el nombre de Alkelios Yatagai?"
"Si hubiera sabido de antemano que alguien tan peligroso como tu existía en mi reino, habría hecho todo lo que estuviera en mi poder para detenerte."
Probablemente esto no era una mentira, pero la condición antepuesta que no mencionó era el hecho de que yo tenía que probar que estaba en contra de sus leyes y de los dragones.
"Bueno, tus súbditos no tienen razón para explicar la aparición de un pequeño humano debilucho como yo."
"¿Humano?" uno de los nobles dejó salir la palabra.
Cuando me presenté, declaré que era un ‘antiguo humano’. Aquellos que conocían los detalles de Domador de Dragón entendieron inmediatamente lo que esto implicaba. Era por esto que Seryanna estaba tratando con todas sus fuerzas de no sonrojarse y de verme con una mirada febril. Kataryna estaba meneando su cola como un perro listo para saltar a su amo…
¡Por favor aguanten un poco ustedes dos!
De cualquier modo, el sentido común de este mundo dictaba que era IMPOSIBLE cambiar de un día para otro la especie de un individuo. Nadie se había encontrado con un Héroe Humano como yo antes, por lo que no tenían idea de que nuestras habilidades especiales nos permitían hacerlo. Tenía el sentimiento de que era igual con aquellos que tenían habilidades similares, como los Elfos, Relliars, Dwarfs, que al llegar al quinto nivel permitía el cambio.
"¿Es malo que sea un humano?"
Con grandes ojos y tragando saliva dijo "N-No… ¡No quise decir eso!" sacudió su cabeza, negando el pensamiento, pero algo me decía que fue otra cosa la que lo sorprendió.
"¡Ah! hablando de mi especie, la Reina fue envenenada por uno, ¿cierto?" dije con una sonrisa en mis labios y entrecerrando mis ojos al Rey.
Inmediatamente, un poderoso instinto asesino fue liberado de su cuerpo, poniendo presión sobre todos en la habitación.
"¡OH! ¡Que atemorizante! ¡Pero cálmate, escamoso!"
El Rey parecía renuente, así que apunté a la esfera encima de mi cabeza. Al instante el instinto asesino se desvaneció.
Los nobles tragaron saliva y empezaron a susurrar entre ellos.
"Bien… Supongo que debo decir mis demandas, pero, primero que nada, quiero saber algo… ¿Hay alguien de parte de los humanos aquí?"
Yo, un antiguo humano, ya no me encontraba del lado de los humanos, pero pocos sabían de esto.
Aquellos que me miraban ahora creían que aún era parte de ellos, por lo tanto, unos pocos individuos estaban empezando a agitarse.
"Solo voy a decir eso como un recordatorio, pero puedo hacer estallar toda esta ciudad en un parpadeo, así que díganme… ¿Quién de ustedes está de parte de los humanos?"
"¿Q-Que planeas hacer s-si te decimos?" alguien a mi izquierda preguntó.
Era un dragón delgado de escamas grises con una barba larga, ojos dracónicos, cuernos lisos hacia atrás, pero solo con sus manos, pies y cola con forma de dragón. ¿Se miraba joven? Tal vez 30 años en estimación humana, ¿200 para los dragones?
"Yo NO los atacaré."
No iba a hacerlo, pero ciertamente el Rey iba a hacer algo después. No dije ninguna mentira, pero mi aviso no significaba que los iba a proteger.
"¡YO!" un dragón gordo del fondo levantó su mano y vino hacia el frente.
"¿Marqués Belogna?" preguntó el Rey.
"Y-Yo he hecho negocios secretamente con los humanos… estoy de tu lado, humano…" tragando saliva intentó fuertemente evitar la mirada del Rey y de los otros dragones.
"¡Bien! Ve a esperar por ahí, en el fondo." Apunté hacia mi izquierda, en un punto vacío en la habitación.
Kataryna estaba en ese lado, así que en el momento en que la miré a los ojos, entendió que tenía que asegurarse de no dejar a ninguna rata fuera de su vista.
"¡Yo también estoy de parte de los humanos!" esta vez fue un dragón de escamas verdes vistiendo ropajes de aspecto costoso.
"¿Vizconde Draghun?" preguntó el Rey otra vez, pero fue ignorado de nuevo.
"¡Bien! ¿alguien más?"
No mucho después, varios dragones levantaron sus manos y fueron separados del resto de los nobles, quien ya estaban lanzando miradas hacia ellos. La más atemorizante de todas era la de Elovius, el Primer Ministro.
Supongo que nunca esperó que todos ellos fueran traidores.
"Aquellos que declararon ser cómplices de los humanos, mantendré mi palabra, no los voy a atacar."
"Entonces, ¿nos dejarás ir?" preguntó Draghun.
"No aun, necesitan dar un reporte a sus aliados humanos acerca de lo que está pasando aquí."
"Pero no vas a lastimarnos, ¿cierto?"
"Yo no lo haré." Respondí poniendo énfasis en el ‘Yo’.
"Si quieres tener contacto con los humanos, tengo varios de ellos." Dijo un dragón de repente.
"¿Tu? ¿Duque Pallause? ¡¿Como pudiste?!" preguntó el Rey rugiendo.
No viste esa venir, ¿cierto?
"Es simple su Majestad. Este reino se está pudriendo. Desde que la Reina empezó con su sin sentido acerca de hacer las paces con los humanos, las cosas han ido bastante mal para nosotros. No solo nuestros ejércitos se han debilitado, pero nuestro comercio también ha sufrido. Sin restaurar el Ejército Brekkar y el Campo de Batalla Cicatriz a su antigua gloria, los dejó a que se pudrieran, negando el derecho de una incursión en represalia al ataque humano."
"Eso no suena muy amistoso hacia los humanos."
"He estado aliado con ellos por 28 años. No sabrá de esto, su Majestad, pero los humanos quieren la guerra porque es lucrativa, sin embargo, debido a su reluctancia para atacarlos de vuelta, han empezado a aparecer simpatizantes dragones dentro de su población. Si las cosas se dejan como están ahora, la guerra terminará, pero también nosotros necesitamos esta guerra. El soporte que ofrecen los otros reinos, la manera en que comercian con nosotros, la voluntad de todo nuestro Reino está basada en esta guerra. ¡Albeyater creció a través de la guerra y se mantuvo estable gracias a ella! ¡Las incursiones e invasiones de nuestra parte son un DEBER!" declaró apuntando un dedo al techo.
"¿Así que por que aliarse con los humanos?"
"Con el objetivo de deshacernos de aquellos que desean por la paz, el Rey y la Reina."
"¡¿Qué?!" esta vez fue Elovius el que se sorprendió.
"Con los dos fuera del camino, la guerra está garantizada. Y parece que ahora es el tan esperado momento. ¿Creo que fue el Emperador de Akutan el que te envió? ¿O fue el Rey de Ten Swords?"
"Es un secreto."
"Ya veo… Muy bien, iré a esperar por allá mientras terminas tus asuntos de este lado."
Este dragón de escamas rojas que vestía una lujosa túnica bordada con hilo dorado no destacaba de entre los demás desde mi punto de vista. Se miraba bastante amable en mi opinión, pero su sonrisa confiada me decía que no le importaba traicionar al Rey en lo más mínimo. En realidad, creo que estaba feliz porque las cosas salieran de esta forma.
"Interesante…" murmuré.
Mirando al rey, apenas y podía mantener su enojo a raya. Por supuesto, él sabía que podía interrumpir nuestro pequeño juego de actuación en cualquier momento que deseara debido a que yo no planeaba detonar esta bomba en la ciudad.
Lo que encontré extrañamente incómodo era el hecho de que Draejan no se había movido ni un centímetro de su lugar. Ni siquiera estaba mostrando algún tipo de emoción. No, él estaba calmadamente analizando la situación, casi como si estuviera al tanto de mis planes.
¿Tal vez deba atraerlo con algo?
"Escuché algo intrigante acerca de un té… ¿y raíz Ryumarry? Aquel que sepa de lo que estoy hablando que dé un paso al frente."
El Rey se congeló.
Los demás se pusieron a murmurar entre ellos. Pallause entrecerró sus ojos hacia mí.
Pero hasta ahora, nadie ha reaccionado.
Esto es extraño… ¿no se encuentra aquí?
Después de un momento, alguien levantó su mano.
Era un dragón gordo de baja estatura quien estaba sudando como cerdo. Además de sus pequeñas alas en su espalda y sus ojos cortados, no había otra característica que señalara el hecho de que era un dragón.
"Tú eres…"
"Si, soy el Vizconde Galbarion. Hice como se me ordenó y envenené el té de hierbas de la Reina con polvo de raíz Ryumarry…" declaró mientras se limpiaba el sudor con un pañuelo.
Cuando se encontró con la mirada del Rey, tembló de miedo.
Este dragón es… terriblemente débil.
"Ya veo, buen trabajo, ve y párate junto a Pallause."
"G-Gracias…"
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