100 Luck and the Dragon Tamer Skill! Arco 2-24
Capítulo 24: Alcanzando a Seryanna
Seis días después de que me fui de Tomeron, me encontré a mí misma sentada en una mesa en la posada Turo en Dertan. Era una ciudad localizada en el lejano Este en las Planicies Elmendyar, justo después de cruzar el río Sparyx.
Solo hasta ayer, el clima estaba de mi lado, pero entonces empezó a llover. Viajar a través de este tipo de clima no era imposible, aunque tomaría un poco más de tiempo, pero más importante, me vería forzada a acampar en la intemperie. Desafortunadamente, en el camino de aquí a la villa Pertiko no había siquiera una posada para aventureros o alguna cueva donde pudiera tomar refugio de la lluvia. Podía correr sin parar. Tenía las pociones, pero no estaba de humor para esforzarme de esa manera.
Los pasados días, me sentí extraña, ¿tal vez estaba un poco deprimida? Mi mente iba y venía entre lo que me esperaba en la capital y lo que deje atrás en Tomeron. Alkelios era parte de la razón, pero yo era un caballero, y esto era algo en lo que no me podía dar por vencida sin importar nada. Tenía un deber, un trabajo, una misión… no podía decir si él valía la pena el riesgo… las consecuencias de mi traición.
Puedo literalmente perderlo todo… seguido pensaba eso cuando estas preguntas saltaban en mi mente.
Por supuesto, un caballero en mi posición, alguien que hizo un juramento para proteger a su país y a su maestro no debería siquiera pensar sobre algo tan prepotente como caer enamorada de un hombre humano. Para otros, eso era una aberración, pero yo no era un dios, yo era un dragón… tenía permitido hacer equivocaciones, pensar, tener esperanzas y sueños, ser feliz… Aunque, pensar sobre ello y hacer algo al respecto eran dos cosas muy diferentes, y temía de lo último.
En esta posada en Dertan, me encontraba yo sola sentada y mirando al tarro medio lleno de vino dulce, también conocido como aguamiel.
Normalmente, yo no bebía de esta manera, pero después de dejar Tomeron, el alcohol era la única cosa capaz de mantener mi cabeza libre de preguntas y respuestas deprimentes. Para el tiempo que alcanzara la capital, necesitaría olvidarme de Alkelios y contenerme de pensar en cosas inútiles.
Idiota… pensé y dejé salir un suspiro.
Mientras todos estaban hablando y vertiendo aguamiel por sus gargantas, la puerta de la entrada se abrió de golpe, y la furia de la tormenta de afuera se apresuró en entrar. Supuse que tal vez era algún lugareño o algún aventurero desafortunado, así que no me moleste en quitar mis ojos de mi bebida, pero entonces lo escuché… aquella persona que estaba tratando de olvidar… el idiota que me hizo sentir de esta manera…
"¡Están lloviendo gatos y perros ahí afuera! ¡ACHOOO!" se quejó Alkelios.
"¿Cómo pueden llover nekatars?" preguntó Kataryna.
Tragué saliva y apreté el tarro en mi mano. Gotas de sudor se estaban formando en mi frente.
No puede ser él… ¿Por qué están aquí? ¿Cómo llegaron aquí tan rápido? Solo… ¿cómo? Me pregunté incapaz de creerle a mis dos oídos.
No pude levantar la mirada y verlo… No tenía el coraje para hacerlo…
Alguien jaló la silla en frente de mí y se sentó, pero mis ojos estaban fijados sobre mi tarro, y mi cuerpo entero estaba tieso como una roca. Mi respiración estaba temblorosa, pero a pesar de todo esto, el no dijo una sola palabra. El solo espero ahí.
Después de un largo momento, conseguí el coraje para levantar mis ojos lentamente de mi bebida y mirarlo.
Alkelios estaba sentado justo en frente de mí, mostrándome una gran sonrisa como si nada hubiera pasado.
Realmente es él…
[Punto de vista de Alkelios]
Después del largo viaje de ida y vuelta a través del Infierno, finalmente nos las arreglamos para llegar a esta posada en esta simple villa. Si hubiera sabido en qué tipo de problemas nos estábamos metiendo al montar en ese tonto gallo gigante, hubiera sugerido algo un poco diferente, como que Kleo o Kataryna se convirtieran en un dragón gigante y volásemos todo el camino hasta aquí. Menos tiempo, menos esfuerzo, y a esa altitud, ciertamente no habría insectos volando alrededor con mi cara de objetivo.
Cuando entramos a la posada, creo que era llamada Posada Turo o algo por el estilo, inmediatamente busqué por mi dragonesa pelirroja. Cuando la aviste, quería llamarla, pero había algo mal… ella no nos estaba mirando, y sus dedos estaban aferrados alrededor del tarro enfrente de ella.
¿Qué pasa? ¿Está enojada? Me pregunté y caminé hacia ella.
Kataryna la miró y esperó pacientemente en la barra, manteniendo a la escamas negras lejos de causar alguna escena. Alguien de nivel 1296 era mucho más poderoso que uno de nivel 214. Para mí, yo era solo nivel 156. Subí bastante rápido, especialmente cuando hice que nos perdiéramos en una de esas minas cerca del pueblo Permundar…
Mirándola de lejos, me di cuenta de que me sentía un poco incómodo al acercarme hacia ella. Era como si estuviera tratando de conseguir una chica por primera vez en mi vida, excepto que no estaba balbuceando, mis manos estaban temblando, y yo no estaba sudando. Aun así, mi corazón estaba latiendo muy rápido en mi pecho, y lo más que la miraba, lo más que me daba cuenta de lo hermosa que era, pero tal vez eso era debido a que como no despertada, ella era bastante similar a un humano.
Mientras que algunos de las otras gentes en la posada se preguntaban quiénes éramos, yo los ignoré a todos. Para mí, solo Seryanna estaba en esa habitación, todos los demás solo eran ruido de fondo. Así, me acerqué a su mesa y calmadamente tomé asiento frente a ella.
Con mis manos en la mesa, un montón de hojas en mi cabeza, y goteando de lo mojado, yo tenía mi mirada fija en la dragonesa que se rehusaba a mirarme.
Ahora, ¿por qué estas actuando de esta forma Seryanna?
No tenía idea, pero yo tenía planeado esperar hasta que ella hiciera el primer movimiento.
No tomó mucho, y ella eventualmente levantó su cabeza para verme.
"¡Hola!" dije con una sonrisa y levantando una mano.
"¿Al-Alkelios?" Preguntó con una voz temblorosa.
"Ese soy yo."
"¿Cómo?" preguntó sacudiendo su cabeza sin creerlo.
"¿Quieres la versión corta o larga de la historia?"
Ella me miró.
"Bueno, ¿qué es lo que quieres saber?"
Seryanna se mantuvo en silencio por un momento y entonces preguntó "¿Cuándo te fuiste?"
"Hace tres días justo después de que Brekkar nos dijera que te fuiste dirigiéndote a la capital sin siquiera la delicadeza de decir adiós."
"No quería decir adiós."
"¿Por qué?"
"Porque no creí…" se detuvo y miró su bebida.
Había un sentimiento de inseguridad alrededor de ella.
"¿Sí?" la presione.
"No creí que tu fueras a dejarme ir…" dijo ella.
"¿Por qué haría eso? No es como que estuviéramos casados o algo por el estilo." Me encogí de hombros inconsciente de la metida de pata que acababa de decir con una sonrisa.
Ella frunció el ceño y apretó sus dedos alrededor del tarro.
"Si… estás en lo correcto… no hay nada entre tú y yo." Dijo, pero yo no agarré el hilo de lo que significaban esas palabras.
"Seryanna, no hay necesidad de preocuparse por mí." Dije con una sonrisa y gentilmente toqué su mano. "Tú me salvaste en el Bosque Seculiar, nosotros incluso fuimos y derrotamos a los bandidos. Salvamos a tu abuelo también, así que hay un poco de historia ahí. Si estas teniendo problemas o cualquier otra cosa, puedes confiar en mi para eso." Dije, pero como un tonto que no sabía cómo hablarle a una mujer o entender que es lo que ella estaba sintiendo en ese momento, dije todas las cosas equivocadas que posiblemente pude haber dicho.
Soy un idiota… Debería solo haber confesado y decir que vine todo el camino hasta aquí solo por ti… Soy un gran idiota… Pensé mientras era incapaz de remover la amable sonrisa de mis labios.
Mirándome de vuelta, Seryanna agarro su tarro y arrojo el contenido en mi cara.
"Gracias, pero soy un caballero, ¡no alguna damisela en apuros! ¡Puedo arreglármelas yo misma!" ella rugió y dejó la mesa.
Parpadeé de la sorpresa dos veces.
"¿Huh? ¿Qué? ¿Por qué?" pregunté mientras me quedaba en blanco mirando la silla vacía en frente de mí.
[Punto de vista de Kataryna]
Cuando entramos en la posada, yo estaba empapada. Mis ropas estaban colgando de mí, y tenía una rama o dos atoradas en mi cabello. La pequeña mocosa, Kleo, tampoco estaba haciendo nada mejor, pero gracias a que ella SOLO llevaba tela, terminó mostrando más de su figura de lo que hubiera querido, especialmente con la forma en que se aferraban a su cuerpo.
En realidad, ¡a la mierda eso! Esta pequeña mocosa era una pervertida que no se callaba para dejar que Alkelios 'durmiera' con ella o conmigo... Sí, llegué a saber exactamente donde su mente se iba la mayoría de las veces, y hasta ahora, todavía tenía que verla con esa mentalidad.
Mientras Alkelios caminaba hacia la dragonesa, yo me aseguraba que esa mocosa no estuviera corriendo por ahí y arruinara el ambiente, así que fui a la barra y ordené algo de vino caliente.
"¡Por supuesto!" dijo el cuidador.
"Gracias…" dije mientras dejaba dos cobres en la mesa.
"¿Así que de donde son? No muchos se atreven a enfrentar este tipo de clima." Apuntó hacia la puerta.
"Somos de Tomeron, y si, puedes decir eso."
Para ser franca, estaba sorprendida cuando Alkelios sacó de la nada un Gallo Real. Era una gran ave de cerca de cuatro metros de altura, con lustrosas plumas rojo oscuro en su cola, una cresta roja ladeándose hacia atrás, poderosas piernas, y la actitud de alguien trabajando directamente al servicio del rey. Creí que estaba soñando. Ese pájaro era conocido por no obedecer a nadie a menos que fuera de sangre real. Incluso Kleo le preguntó si no era un príncipe extranjero o parecido. El clamó que no lo era. Aparentemente, el ave fue invocada ahí gracias a su hechizo.
En el momento en que nos montamos en su espalda, el ave empezó a correr 10 veces más rápido que un Khosinni, y no le importaba que fuera lo que estaba golpeando. Alkelios trató de controlarlo, pero como se esperaba, era difícil hacerlo. En las primeras dos horas, luchamos contra árboles, o más bien contra sus ramas. Íbamos cortándolas más rápido de lo que lo haría un jardinero real. Después de eso, nos detuvimos cuando alcanzamos Andrómeda. Los frenos eran tan poderosos y repentinos que todos nosotros fuimos lanzados fuera de la montura directo a un muro. Fui afortunada de extender mis alas a tiempo para evitar el impacto.
Pensando de nuevo en el momento, me di cuenta de cuan suertudo era el humano. En lugar de golpear el muro de rocas como cierta dragonesa necromancer lo hizo, el impactó en un punto débil y lo atravesó aterrizando en la bañera caliente de la dragonesa comandante estacionada ahí. Mientras que sobrevivió al impacto con relativa facilidad, la bofetada recibida por parte de la dragonesa desnuda fue lo suficientemente poderosa para mandarlo volando al otro lado de la habitación.
Fuimos regañados por la comandante ahí por al menos una hora y entonces tuvimos que arreglar el muro a mano. No tengo idea de por qué solo no hice que ella se comiera el polvo en sus pies. ¡¿Cómo ese atrevía a decirle a un dragón quien alcanzó un Despertamiento Avanzado que hiciera algo como eso?!
De cualquier modo, tuvimos una merienda rápida en la posada y así continuamos con nuestra travesía. Y para el Gallo Real, se desvaneció en el momento que la comandante noqueo a Alkelios con la bofetada, así que nadie lo vio. Él tuvo que invocarlo de nuevo a las afueras de la ciudad.
Sin ninguna demora, hicimos una repetición de la batalla temprana contra las odiosas ramas de los árboles. El humano se las arregló para tener un mejor control sobre la bestia, pero el aún era un poco malo con ello. Yo y Kleo nos estábamos preguntando a nosotras mismas porque él no nos había pedido que cambiáramos en nuestra forma gigantesca y voláramos hasta ahí. Yo podía literalmente volar sin parar por un par de días a lo mucho. Alcanzar a Seryanna en tres días o parecido pudo haber sido completamente posible, pero tenía que admitir, el Gallo Real era muy rápido. No por nada le decían el transporte vivo más rápido.
"¿Alguna historia interesante que desee compartir?" preguntó el cuidador.
Él estaba buscando más por algún chisme que pudiera contarles a varios de sus otros clientes. Básicamente, algo con lo que él pudiera empezar o meterse en una conversación.
"¿Tal vez?" respondí y tomé un sano trago de la taza de vino caliente.
La bebida caliente se sentía bien mientras la pasaba por mi garganta. ¡Era simplemente asombroso!
Y para esas historias, yo no deseaba contarle nada. Estaba la posibilidad de que preguntara más de lo que yo quisiera responder o que supiera como responder. Todavía me eludía por qué Alkelios tenía tales habilidades misteriosas, pero si hubiera una persona en esta posada que supiera sobre su pequeño secreto, esa solo podría ser Seryanna, la razón por la cual corrimos a toda velocidad hasta aquí.
Gracias a él siendo incapaz de dirigir el Gallo Real apropiadamente, terminamos en el otro lado de la montaña Permundar, aquella de la cual todos los residentes de la ciudad que llevaba su nombre minaban todo tipo de joyas y minerales. Esta vez, yo estaba lista para el repentino freno y me agarré fuertemente de la silla de montar. Alkelios fue enviado a volar en un árbol y Kleo a una roca. El impacto no fue lo suficientemente poderoso para matarlos, pero terminaron un poco heridos. La dragonesa de escamas negras inmediatamente se soltó a quejarse.
Eso me recordó a un viejo juego de niños que iba algo así: ¡Greg! ¡Greg! ¡Greg de la selva! ¡Qué tan fuerte es! ¡Dragón Greg cuidado con el… Oooh… ARBOL!
Era un divertido juego en el cual teníamos que saltar de un árbol y aterrizar a salvo en el suelo. Si alguno de nosotros se tropezaba o aterrizaba al último, terminaba siendo llamado Dragón Greg por el resto del día.
Una vez que Alkelios y Kleo se recuperaron, me bajé del Gallo Real, el cual se desvaneció unos momentos después. Solo esa montaña quedaba entre nosotros y el pueblo Permundar. Pudimos haber ido alrededor de ella, pero Alkelios se negó y señalo una mina abandonada. Con su suerte, él sabía que era el camino a través.
El único problema con esta opción era el hecho de que él se olvidó de desear algo antes de entrar. Terminamos perdiéndonos en un laberinto lleno de murciélagos y arañas gigantes hasta que encontramos un carro minero. Brincamos en él y usando mi fuerza, nos di un impulso decente.
El carro minero nos envió directo a un abismo, donde la línea terminaba. Salí del carro rápidamente y tomé a los otros dos conmigo, dejando al carrito conocer su destino como un panqueque aplastado en el fondo del abismo. Volé hacia el borde y desde ahí, anduvimos a pie. Esta vez, Alkelios deseó que rápidamente encontráramos una salida, y lo hicimos.
Una vez afuera, acampamos a la intemperie y pasamos la noche ahí. El humano era muy mimoso, pero la mocosa de escamas negras mordió mi cola mientras dormía. Estuve así de cerca de estrellar su cara contra el suelo solo por reflejo.
La mañana llegó con un rudo despertar por parte de unos lobos. Para mí, era hora del almuerzo, pero justo después de que los matamos, una manada de monstruos apareció de la nada. Luchamos por alrededor de una hora hasta que todos se habían ido. Obtuve mucho más poder del que hubiera tenido por esos asesinatos. Se sentía como que asesinamos cinco veces más que eso. De cualquier modo, era una buena experiencia, así que Alkelios invocó al gallo otra vez y nos fuimos sin recolectar nada de los monstruos. En nuestro camino, nos encontramos con otro grupo, así que luchamos contra ellos lo mejor que pudimos.
Gracias a esos ataques y a las ramas bloqueando nuestra visión, no vimos el río venir, y la estúpida ave nos encaminó fuera de un risco. Todos aterrizamos en el agua antes de que tuviera oportunidad de extender mis alas. Para hacerlo peor, el ave siguió corriendo hasta que estuvimos fuera de ahí. Al final, todos nosotros estábamos escupiendo agua, y yo incluso tenía un pescado que se había resbalado entre mis senos. Eso fue un poco vergonzoso, tengo que admitirlo.
Después de sacar ese estúpido pescado de ahí, me lo comí sin piedad alguna.
De ahí, viajamos un poco más hasta que nos encontramos con el segundo río. Nos detuvimos e hicimos un campamento en la orilla. Para cenar, teníamos pescado, y ningún monstruo decidió molestarnos esa noche. Al siguiente día, nos levantamos tan pronto como el sol estaba arriba en el cielo. Ni siquiera nos molestamos en limpiarnos nosotros mismos. Tenía hojas y polvo atrapado en todos los rincones y grietas de mi armadura.
En teoría, estábamos supuestos de seguir el camino, pero gracias a la habilidad rastreadora de [Domador de Dragón] de Alkelios y a su inhabilidad para controlar al Gallo Real, terminamos saltándonos Permundar e Ihtyar por completo. Al final llegamos a Dertan todos empapados, sucios, cansados, heridos, y por encima de todo, hambrientos.
Mientras terminaba de contar nuestra travesía hasta aquí, escuche un salpicón y voltee mi cabeza solo para ver a una Seryanna furiosa que se alejaba pisando con fuerza. El humano estaba ahora cubierto de aguamiel…
¿Acaso algo pasó? Me pregunté y entonces me bebí el resto del vino.
"Ve y habla con el Kleo. Yo iré a ver lo que nuestro caballero tiene que decir al respecto." Desamarré mi cola alrededor del cuello de la mocosa y me fui calmadamente tras la dragonesa.
"¡Por qué! ¿Por qué debo ir yo?"
"Porque puedo mandarte de un golpe todo el camino de vuelta hacia Tomeron."
"¡Buen punto!" asintió y entonces se fue a sentar en la misma mesa que Alkelios.
Una de las ramas en mi cabello se estaba volviendo molesta, así que la saque y la dejé en una mesa cercana. Encontrar el cuarto de Seryanna iba a ser fácil, solo tenía que tocar a todas las puertas hasta que diera con ella. La más vieja y confiable estrategia en el libro.
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