100 Luck and the Dragon Tamer Skill! Arco 3-65.4

Capítulo 65: Reunión de Guerra (Parte 4)


En efecto, era una estrategia firme. Destruyendo o deshabilitando la economía del enemigo, uno esperaría que no fueran capaces de suministrar a sus tropas tan fácilmente. Un ejército al que no se le dan provisiones constantes tarde o temprano sufriría de hambruna o caería en una pelea de desgaste. El mismo problema estaba aplicándose a nosotros ahora mismo. Con nuestra economía teniendo una detención debido a los bandidos, no podíamos reunir nuestras tropas y proveerlos de reservas. Lo peor de todo, si los humanos nos atacaran, entonces el asunto iba a terminar de una manera similar en el Frente Occidental. 

"Entonces creo que es seguro concluir que debemos prepararnos para una guerra defensiva. Sir Draejan aun sostiene el beneficio de la duda. La sangre corriendo por sus venas le acredita este derecho, pero si fuéramos a verlo del lado del enemigo, entonces así se le considerará." Dijo el Primer Ministro, recordándonos una vez más a ese bastardo escamoso. 

"¡Ah! Eso me recuerda, ese tipo que se teletransportaba, era… olvidé su nombre, pero él era un humano como yo. Así que, si ese sujeto ofreciera sus poderes al enemigo, ¿no sería posible que pudieran mover sus tropas a través de todo el país a su antojo?" preguntó Alkelios golpeando su palma con la parte de debajo de su puño. 

De mi parte, estaba sorprendido por sus palabras. Nunca me pasó por la cabeza agregar a este sujeto como un posible peón en todo esto. Ciertamente, con una habilidad de transporte entonces todos estos extraños movimientos de los bandidos y asesinos tendrían sentido, pero… había una cosa que tenía que ser segura. 

"¿Tienes la certeza de que su poder puede mover tantas tropas a donde sea?" preguntó su Majestad. 

"Tal vez, no lo sé. La última vez que lo vi, se podía mover libremente por los alrededores. Si pudiera llevar a otros o no, no tengo idea." 

"Entiendo, pero incluso si no fuera usado como medio de transporte de suministros y tropas, existe la posibilidad de que esté actuando como un mensajero." 

"Es verdad, esto no puede pasar desapercibido, pero incluso sin su ayuda, no podemos olvidar que no es tan imposible que todo haya sido organizado en una gran estrategia. Todo lo que tuvieron que hacer es darles a sus tropas el tiempo, el lugar y como atacar. Entonces todo lo que tendrían que haber hecho seria llegar a su destino, esperar por la fecha establecida y atacar." Dijo su Majestad. 

"Ninguna opción puede pasar desapercibida, pero lo que ha quedado claro de esta discusión es que tenemos un enemigo y un posible campo de batalla, el cual está en las afueras del Pueblo Pustia." 

"Todo lo que queda es que su Majestad de la orden." Dijo Kataryna. 

Hasta ahora las tres dragonesas habían permanecido en silencio y miraban el mapa mientras nos escuchaban. A pesar de que no tenía expectativas de que Kleo o Seryanna se unieran a esta conversación, sabía que el atestiguar como se hacía de primera mano les ofrecería un poco de visión y experiencia en estos asuntos. Después de todo, declarar una guerra no era una tarea simple. Cuando una nación lo hacía, tenía que estar 100% segura de quienes eran sus enemigos y sus aliados. Era sentido común hacer esto claro de antemano con la ayuda de tratados y pactos ocultos. 

En nuestro caso, teníamos la confirmación de que Embryger no era el enemigo, solo una facción. Como tal, declarar la guerra a todo el Imperio habría sido un movimiento estúpido. El mejor curso ahora era declarar una Guerra Defensiva en contra de una Fuerza Enemiga Desconocida. De esta manera, Albeyater haría claro que no se encontraba apuntando a ninguno de sus vecinos por ahora, pero al mismo tiempo, que no tendría problemas al no hacerlo. 

"Políticamente hablando, si esta guerra resulta en una victoria por nuestra parte, entonces las naciones vecinas intentaran enviarnos suministros con el fin de obtener favores de nosotros, así como de fortalecer sus lazos con nuestro país. Si perdemos, entonces declararán la guerra e intentarán apoderarse de las tierras de Albeyater como suyas antes de que la fuerza invasora clame el país como suyo." Dijo el Primer Ministro. 

"En otras palabras, esto podría guiarnos a posibles alianzas en el futuro o a la completa aniquilación de nuestro Reino." Dijo su Majestad. 

"Honestamente deseo que no perdamos esta guerra. Más aun, quisiera que el Reino Albeyater no obtuviera ningún enemigo nuevo como resultado del estúpido movimiento de esta facción." 

Cuando lo escuchamos, lo miramos sorprendido y luego nos soltamos en una gran y ruidosa carcajada. 

"¿Huh? ¿Qué? ¿Qué?" 

Probablemente dijo esas palabras sin darse cuenta, pero de alguna forma, yo recobré ambos el coraje y esperanza que necesitaba con el fin de creer que la victoria estaba de nuestro lado. Después de todo, él era el dragón con 100 Suerte y un Despertado Avanzado sobre todo. Con él de nuestro lado, esta guerra tenía nuestra victoria garantizada. 

"¡Que buen deseo! ¡Me gusta!" su Majestad se rio. 

"Entonces, ¿su Majestad?" 

Este príncipe fue el único que no se rio. Incluso la fría Kataryna sacó unas risillas. 

"¡Declaro una Guerra Defensiva en contra de una Fuerza Enemiga Desconocida! ¡Quiero a todas las tropas dentro del Reino, reservas y activas, reunidas en el Pueblo Pustia! ¡Mientras tanto, quiero que Alkelios Yatagai, Seryanna Draketerus y Kataryna Greorg vayan a los asentamientos asediados y se encarguen de los bandidos! ¡Si alguno de ellos no se rinde, tienen mi permiso para matarlos! ¡El General Brekkar Draketerus liderará el ejército, y yo llamaré a batalla a todos los Despertados Avanzados disponibles que están esparcidos por todo el Reino!" 

"¡Si, su Majestad!" dijimos todos desde el fondo de nuestro ser. 

Era una orden para marchar a la batalla. 

¡Era una declaración de guerra! 

Hacía que mi sangre hirviera otra vez con el deseo de dirigirme al campo de batalla y desatar mi ira sobre las fuerzas enemigas. ¡Me estaba cansado un poco de limpiar el piso con Iolaus también, y esto podría probar ser un gran escenario de entrenamiento para él! No podía esperar a ver que tanto había progresado en los pasados meses comparado con otros Paladines. 

[Punto de vista de Feryumstark] 

Con la declaración de guerra, todos obedecieron y se dirigieron para afuera. Yo me quedé en la Sala junto a Kleo y el Primer Ministro. 

"¿Por qué se me dijo que me quedara?" Preguntó ella inocentemente. 

"¡Fufufu! ¡A partir de mañana, voy a empezar a entrenarte hasta que tu cuerpo se quiebre!" me reí. 

"Ew… su Majestad, tengo un prometido ¿sabe?" dijo mientras se alejaba de mí. 

"¿Huh?" parpadeé y la miré confundido. 

"Ahem. No esa clase de entrenamiento, Kleo. Su Majestad está hablando de entrenamiento de combate, pero la forma en que lo dijo pudo haber hecho que tu mente pervertida pensara en otras cosas inapropiadas." Dijo Elovius. 

"¿De qué están hablando?" fruncí mi ceño. 

Tenía el presentimiento de que se estaban burlando de mí. 

"Me pregunto… hehehe." Kleo apartó la mirada. 

"¿Huh? ¡¿Qué rayos pasa?!" estaba empezando a ponerme enojado y miré a Elovius. 

"Solo… no le haga caso." 

"¡¿Hacer caso a QUE?!" 

"Bueno, creo que la Reina me está llamando… me voy yendo… ¡nos vemos!" y ella se fue sin explicarse. 

"¡Ahem! Su Majestad, prosigamos con los documentos oficiales. Se deben decidir los salarios, se deben escribir cartas, y muchos procedimientos deben establecerse antes de reunir nuestras fuerzas. Con esperanza, más rápido que nuestros enemigos." Dijo y dejó escapar un suspiro mientras evitaba mi pregunta otra vez. 

Observándolo, decidí dejarlo pasar y tratar el asunto como sin sentido adolescente. 

Entonces… ni siquiera una semana después de nuestra junta en la Sala de Guerra, llegaron noticias del Frente Occidental. Era un reporte escrito por mi hijo Charmeill. 

"Las Fuerzas Aliadas Humanas están atacando… esto significa que no podemos tomar tropas de ese frente…" dije con un tono de voz preocupado mientras leía el contenido otra vez. 

Hasta ahora, ningún Despertado Avanzado había respondido a mi llamado a armas tampoco. 

Al menos, el grupo de Alkelios se las arreglaron para solucionar rápidamente y sin peligro el problema de los bandidos a lo ancho del mapa. La velocidad del joven era atroz y con cada victoria, estaba probando por sí mismo el ser un poder que merece ser reconocido. Por otro lado, dragones de todo el Reino estaban empezando a llamarlo el Caballero de Negro y Blanco, mientras que a su esposa Seryanna, la estaban reconociendo como la Caballero de la Flama. Kataryna aparentemente congelaba a todo aquel que se atreviera a llamarla Princesa de Hielo o Reina de Hielo. 

Cuando escuché estos nombres ridículos, pude sentir la vergüenza por la que debieron haber pasado. Yo una vez fui llamado el Desastre Dorado. Contrario a mí, Elliessara fue conocida como Ángel de la Blanca Nieve. 

Estos eran sobrenombres problemáticos, pero como historias de las hazañas y de poder de uno se extendían por el Reino, los nobles y los plebeyos de igual manera elegían una manera simple de llamarlos. Algunas veces funcionaba, otras no y en el caso de los de más años, había una posibilidad de que cambiara dependiendo de sus logros. Este era el título no oficial con el que los dragones y dragonesas más jóvenes podían identificarnos. Al final, ir en contra de este flujo resultaba… problemático. 

Aunque en el caso de Kataryna, era entendible debido a que, con un sobrenombre como Princesa o Reina de Hielo, podría fácilmente ser acusada de lesa majestad. En otras palabras, traición contra la corona. ¿Aunque que idiota sería capaz de acusar a la espeluznante Kataryna Greorg de tal cosa? Sentía lastima por el tonto que lo hiciera. 

Aun así, viendo la situación de nuestros asuntos actuales, gracias a ellos, los ejércitos se empezaron a movilizar y reunir, pero este reporte que mi hijo realizó me hizo darme cuenta de que tenía que pelear en dos frentes. Era una situación terrible, una en la cual se apuntaba más y más hacia la posibilidad de nuestra derrota. En realidad, incluso con la suerte de Alkelios estaba dudando de nuestras posibilidades de victoria. Después de todo, el deseó que ganáramos la guerra, ¿pero a que costo sería eso? ¿Y cuantas batallas iríamos a perder antes de ganar la guerra? Tales pensamientos plagaban mi mente de vez en cuando. 

Poniendo abajo el reporte, me recliné en mi trono y dejé salir un suspiro. 

Lo humanos están atacando, un ejército desconocido se está reuniendo, muchos de los nobles más importantes de mi reino están muertos, los Despertados Avanzados no responden a mi llamado… y hay bandidos asediando los asentamientos… Qué situación tan complicada y problemática. 

Unos cuantos minutos después, me levanté y me dirigí a visitar a mi esposa con el reporte en la mano. Ella era la única que podría arreglar este desastre. O más bien, quien podría aclarar malentendidos y posible manipulación de la información. 

Toqué la puerta y entré en la habitación. 

"¿Estás despierta querida?" 

"Si." Respondió con una sonrisa encantadora mientras bajaba su libro. 

"Ten." Dije entregándole el reporte. 

Cuando puso sus ojos sobre la pieza de papel, su mirada se convirtió de una llena de amor a una mirada helada digna de una Reina que gobernaba sobre un Reino entero. 

"Los Despertados Avanzados no respondieron a mi llamado. Ni siquiera Charmeill o Natalia responden mis cartas." 

"Ya veo." Habló con un tono frío de voz. 

"Alguien tiene por objetivo estas cartas, o para ser más específico, las que van de salida. Están tratando de asegurarse que no podamos ponernos en contacto con nuestros dragones más poderosos mientras que al mismo tiempo estemos conscientes de la situación en el frente. Por cómo se miran las cosas, podría decir que están intentando engañarme en pensar que nuestros Despertados Avanzados están voluntariamente ignorando mi Llamado a las Armas. En realidad, estoy seguro de que, si no hubiera enviado al grupo de Alkelios a encargarse de los asentamientos asediados, los ejércitos no habrían recibido la orden tampoco." 

"Ya veo." Me mostró una sonrisa de hielo que envió un escalofrío desde mi columna hasta la punta de mi cola. 

"Puedes utilizar…" tragué saliva "¿Eso?" 

"¿Hm?" inclinó su cabeza a la izquierda manteniendo esa sonrisa de hielo suya. "¿Así que lo que me estás diciendo es que un roedor moribundo que ni siquiera vale la pena lo suficiente como para lo pise la bota de un plebeyo se atreve a traicionarnos?" 

Tragué saliva. Mi esposa, aunque era tan amorosa como encantadora y amable, tenía un pequeño y oscuro secreto. Era una dragonesa que odiaba en absoluto las traiciones y no mostraba piedad hacia ellas. Todos los nobles que actuaron en contra mía o de ella, incluyendo el que la envenenó, ahora no eran nada más que huesos esparcidos en algún campo del que ni siquiera yo tengo conocimiento. Los asesinos seguían vivos, ella nunca dirigió su enojo contra ellos. Un asesino, lo entendía. Un mercenario, lo entendía. Pero un traidor quien por voluntad propia intentó hacer el tonto al ir en contra de ella era un dragón que solo podía contar los segundos que le quedaban antes de su decidida hora de muerte. 

Había un par de traidores que ella podía perdonar, aquellos eran los mal guiados tontos engañados por los traidores reales. Esos todavía tenían una pequeña posibilidad de sobrevivir SI actuaban sabiamente. 

"Haré la llamada." Dijo Elliessara asintiendo. "Aunque, en verdad deseo encontrar a aquel que sigue tratando de destruir mi Reino. ¡Huhuhu!" 

"Por favor, mi amor." 

Uno podría decir que también era debido a que temía este lado suyo que no quería encontrar una concubina. Preferiría el tener tantos hijos como pudiera con Elliessara que verla planeando en contra de la segunda esposa. Que los dioses tengan piedad de mí y me mantengan lejos de tan horrible futuro. De todos modos, nunca podría encontrar a una mujer que pudiera amar tanto o más que Elliessara, y nunca me molesté en hacerlo. 

Saliendo de la cama, observé las curvas de su delgado cuerpo mientras se les daba forma por el delgado camisón que se pegaba a ella. 

"¡Despertados Avanzados de Albeyater, escuchen mi llamado!" dijo mientras empezaba a enfocar su magia dentro de un hechizo que enviaba su voz hacia aquellos que juraron lealtad a nosotros. Nadie más podía escucharlo. "Nuestro Reino está en peligro. Su Reina está en peligro. ¡Les doy la orden a los Despertados Avanzados que se encuentran en espera o que están viajando por las tierras de venir a mi lado y prestarme su fuerza en esta batalla! ¡Todos menos aquellos que vean las llamas del Campo de Batalla Occidental marchen a Drakaria a la vez! ¡Esta es una orden de su Reina! ¡Esta es mi Convocatoria!" 

Con sus palabras finales imbuidas con Energía Mágica, ella casteó el hechizo y lo envió a través de la nación. En cuestión de segundos, todos aquellos que ella viera merecedores de recibir su llamado escucharían este mensaje. Todo lo que quedaba era esperar a que arribaran. 

Este hechizo no era algo que nuestros enemigos pudieran bloquear o detectar con facilidad y descifrar. Debido a que tomaba solo unos momentos para llegar a su destino y a que no era categorizado como un hechizo ofensivo por las armaduras mágicas o equipo defensivo que uno llegaría a vestir, no había formas de bloquearlo o repelerlo. Sin embargo, no podía ser utilizado en una guerra contra nuestros enemigos. Estaba limitado a la cantidad que se podía enviar y también de cuanto era lo que se podía decir. 

A diferencia de mis cartas, las cuales podían ser interceptadas en el camino, este hechizo [All-Call] podía llegar a los Despertados Avanzados sin problema. El hecho de que mi esposa, la Reina de Albeyater, lo utilizara, indicaba el grado de urgencia detrás de ello. Esta no era una simple fiesta de té. Era un llamado a la guerra. 

"Deberías tomar un descanso ahora mi amor." Le dije mientras me acercaba a ella y la jalaba en mi abrazo. 

"Hm, tal vez un poco más tarde, ahora mismo…" observó la puerta y luego a mi " Diles a los guardias que no nos molesten… deseo ser abrazada por ti." Entonces me besó gentilmente en los labios.




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