100 Luck and the Dragon Tamer Skill! Arco 4-84

Capítulo 84: ¡Por mi Amiga Esponjosa!


[Punto de vista de Seryanna]

El Rey no podía arriesgarse a tenernos en la misma habitación que los humanos, así que nuestras negociaciones fueron pospuestas hasta que decidieran dejar la capital. Esto no significaba que la Princesa no pudiera ir al Palacio e intentar entrar en una conversación casual con los varios nobles que se pudiera encontrar. Por el contrario, ella utilizó esta oportunidad para conocer a los distintos rostros políticos del Reino Sarakus. Si podía ganar su apoyo, entonces el Rey estaría más inclinado a firmar los tratados.

La razón por la que la Princesa Elleyzabelle no terminaba las negociaciones no era debido a su habilidad diplomática, sino a las circunstancias únicas en las que se encontraba el Reino Sarakus. Este reino relliar estaba localizado en la región norte del Continente Relliar. Era considerado la Vanguardia de los relliar. Si sucumbía, los humanos tendrían paso inmediato para invadir y conquistar el resto del continente.

Lo que se ofrecía a través de estos acuerdos no era solo la ganancia monetaria del libre comercio entre el Reino Albeyater y el Reino Sarakus, sino también el apoyo militar de cada uno. Si fuera a ocurrir una invasión en cualquiera de los dos, entonces se enviaría ayuda inmediata y se daría refugio a los que lo necesitaran.

Considerando la larga distancia entre los continentes, uno estaría inclinado a creer o pensar que nuestra ayuda llegaría demasiado tarde, así que la Princesa Elleyzabelle tenía la difícil tarea de convencer no solo al Rey, sino también a la mayoría de los nobles importantes con un voto y voz dentro de la corte.

Hasta donde se me explicó, esta también era una muy riesgosa proposición ya que podría movilizar a los reinos humanos a pensar que los relliars se estaban preparando para la guerra. Esto, sin embargo, solo era cierto a medias. Se estaban preparando para una guerra defensiva en contra de los humanos debido a que los movimientos del lado del Continente Humano han sido bastante raros últimamente.

Cuando escuché esto, recordé cuando Alkelios nos dijo acerca de todos los humanos que vinieron de la Tierra y que se esparcieron por todo nuestro mundo con el propósito de ayudarnos a derrotar a un llamado Rey Demonio del que nadie sabía nada.

Era cierto que tanto los monstruos como las especies pensantes podían ser corrompidas por la magia malvada, he sido testigo de esto en el Bosque Seculiar donde los Lobos Espinados terminaban convertidos en Lobos Espinados Corruptos. También leí una vez el reporte de un granjero humilde sucumbiendo ante la corrupción malvada y atacando a sus compañeros en el pueblo. Descuartizó a dos familias antes de que los caballeros pudieran cortar su cabeza para terminar su matanza.

Un Rey Demonio, si me fuera a guiar con las descripciones de las leyendas, eran entes que sobrepasaban con creces a cualquier proclamado héroe o Despertado Avanzado. Gobernaban a poderosos Señores Demonio, cada uno con su ejército comandado por 16 Generales. Estos seres eran corrupciones de maldad perversas, o así se les decía. Su Majestad, el Rey Feryumstark, nos dijo que una vez el luchó contra un Señor Demonio. A pesar de que ganó, tales oponentes eran poderosos y astutos. No debían ser subestimados ya que incluso el más débil entre ellos podría derribar un país por sí solo. Aun así, ni siquiera él sabía cómo un Rey Demonio apareció o como ambos monstruos y ciudadanos normales terminaron corrompidos por su poder. Lo que si sabíamos era que la Corrupción se desviaba en ambos comportamiento y fuerza. Algunos eran más débiles que su contraparte no corrupta mientras que otros eran más fuertes. Debido a esto, así como a la incertidumbre de qué tipo de peligro representaban estas criaturas hacia nosotros, ningún reino hizo un movimiento oficial en su contra.

Sin embargo, esto no significaba que sus 10 millones de héroes humanos no intentaran hacer algo al respecto. Tal vez estaban incrementando su fuerza y expandiendo su influencia para cuando llegara el tan esperado día. Cuando me ponía a pensar en su potencial y sus habilidades obtenidas de la Entidad Divina, no era una sorpresa si alguno de ellos terminara cambiando fronteras o alterando el terreno. Después de todo, Alkelios podía hacerlo, ¿así que quien era yo para declarar que no había otros individuos similares en fuerza?

Con eso dicho, estos tratados entre Albeyater y Sarakus podían terminar siendo la llave de la sobrevivencia de ambos. Ahora mismo, todas las especies pensantes estaban divididas dentro de sus propios continentes y en guerra o malos términos con otros.

Mientras que la Princesa Elleyzabelle estaba manejando este asunto y Kataryna huía de Tanarotte, yo disfruté mi tiempo con la pequeña Shelly. Muy seguido llegaba en la mañana para recogerla y entonces regresaba en la tarde cuando era hora de que fuera a la cama. Seguido tomaba siestas durante el día, y durante ese tiempo, nos manteníamos en la sombra, y en veces le leía una historia o gentilmente acariciaba su pelaje. Cuando Shelly se acurrucaba en mis brazos de esa forma, sosteniendo su cola esponjosa entre sus patas, y sacudiendo sus pequeñas orejas cuando palmaba su cabeza, me recordaba a mi ardilla mascota Tulip.

Desde el incidente con el humano que quiso golpear a Shelly, los delegados humanos se mantenían fuera de nuestro camino y me evitaban como a la plaga. Nunca vi a ese hombre otra vez, y no me importaba su destino. Con una mano rota, ciertamente lo más seguro era que sería expulsado del destacamento de guardias y enviado de vuelta al Continente Humano, o peor, sería abandonado aquí.

Han pasado tres días desde entonces y hoy estábamos en camino para encontrarnos con el Rey Kragarr en la sala de audiencias. La Princesa Elleyzabelle recibió una convocatoria, pero no teníamos idea de que se trataba esta reunión que se iba a llevar a cabo. Kataryna y yo íbamos a ser los guardias de confianza.

Cuando llegamos a las puertas que guiaban a la sala de audiencias, arribamos justo cuando los humanos tomaban su retirada. Se detuvieron en frente de nosotros y nos observaron por un momento.

"¿Hay algún problema?" les preguntó la Princesa.

Los guardias relliars se mantuvieron quietos en su lugar, sin interferir debido a que podría causar un problema diplomático.

"¡Demasiados, pero si tuviera que enlistarlos todos, me terminaría ocupando toda la noche!" dijo el Obispo cual sea su nombre con su barbilla elevada, tratando de mirarse importante e imponente.

Para mí, se miraba como una tina gigante de grasa cubierta de una ropa extremadamente costosa para que la gente tuviera algo con lo que pudiera felicitarlo.

"Obispo Bassar, su visita de hoy con su Majestad fue bastante corta, ¿me equivoco?" la Princesa ignoró su comentario y le preguntó amablemente.

"¡Hmph! ¡Mi negocio no es de importancia para ustedes! ¡Además, este será el último día que tendremos el desagradable placer de toparnos unos con otros! Debo considerar esto como un servicio por mi parte el dejarlos continuar con sus inútiles negociaciones en este reino."

"Una lástima. Fue un placer conocerlo, Obispo Bassar."

Él la ignoró y caminó pasándonos con su escolta militar detrás suyo.

Los caballeros nos miraron como si quisieran escupirnos en nuestros rostros y luego apuñalarnos con sus espadas ahí donde estábamos. Su instinto asesino era patético comparado con nosotras. Pude liberar solo un poco del mío y hacer que se mojaran en sus pantalones, pero no quería causar más problemas a la Princesa.

"¿Crees que intentarán algo?" preguntó Kataryna mirándolos.

"Esperemos que no."

Entramos a la habitación y nos encontramos con el Rey. Ese día, nos informaron que la delegación humana fracasó con sus negociaciones y decidieron regresar al Imperio Akutan. Eran buenas noticias para nosotros debido a que finalmente podíamos reiniciar nuestras propias negociaciones.

Luego de la junta, fui a jugar con Shelly, pero no pude encontrarla. Los sirvientes no sabían dónde se encontraba y cuando le pregunté al Primer Ministro, él se preguntaba si a lo mejor ella estaba con su madre.

Pasé bastante tiempo con ella recientemente. ¿Interferí con su lazo de madre-hija sin saberlo?

El siguiente día fue igual, al igual que el tercero, pero esta vez, los sirvientes ni siquiera me dejaron entrar al cuarto de Shelly.

Confundida y un poco irritada por este extraño comportamiento de ellos, en el cuarto día decidí ir a preguntarle directamente al Rey antes de que iniciaran las negociaciones y perdiera mi oportunidad.

"Su Majestad, me disculpo por mi grosera interferencia, ¿pero por qué está manteniendo a Shelly alejada de mí?"

Permaneció en silencio por un momento al igual que mis amigos.

"No lo hago."

"¿A qué se refiere? He tratado de ponerme en contacto con ella los pasados tres días, pero sean los guardias o los sirvientes, todos se rehusaban a dejarme verla. Incluso me detuvieron de siquiera tocar a su puerta, lo cual encuentro terriblemente sospechoso. Su Majestad, ¿qué le ocurrió a Shelly?" pregunté latigueando mi cola en el aire, causando que los Guardias Reales pusieran sus manos en las empuñaduras de sus espadas.

El Rey levantó su mano y los guardias se relajaron.

"Hay una buena razón para eso."

"¿La cuál es?"

"La Princesa Eshantiel, mi hija, ha estado desaparecida por los pasados tres días."

"¿Qué?" accidentalmente hice una grieta en el suelo con mi cola.

El Rey tragó saliva.

"Al principio, pensamos que se trataba de ti, pero ningún secuestrador se atrevería a regresar a la escena del crimen."

"¡Por supuesto que no fui yo! ¡Si quisiera secuestrarla, lo habría hecho solo volando lejos de aquí! ¡No es como que alguno de ustedes pudiera detenerme o atraparme!"

"Ella tiene un punto." Dijo Kataryna.

"Eso es lo que concluimos también. Mientras que algunos de mis consejeros estaban en desacuerdo, no tenían pruebas para señalarte como la culpable de tales crímenes. A lo mucho, solo eres culpable de arruinar la cocina y de asustar a nuestro cocinero cuando trataste de hornear galletas con la Princesa Eshantiel."

"Oh, recuerdo ese incidente. La cocina real parecía que había sido víctima de la furia de un huracán." Dijo Kataryna con una sonrisa.

"Su Majestad, encuentro bastante imprudente de su parte que señale a cualquiera de mis asociados como culpable del secuestro de la Princesa. El Reino Albeyater desea una relación pacifica con su Reino Sarakus. Como tal, no obtendríamos nada a nuestro favor al cometer tal acto desagradable." Dijo la Princesa con una mirada seria en sus ojos.

"¿Quién es el principal sospechoso?" pregunté cortando la conversación.

"Esos serían… los humanos."

"¿Sobre qué evidencia?"

"Empezamos a buscar por la Princesa Eshantiel en el mismo día de su desaparición. Mis mejores hombres están en ello, y por lo que han recolectado, al parecer el Obispo Marconium Bassar utilizó sobornos y amenazas para obtener el favor de algunos de los sirvientes viviendo aquí. Los motivos detrás de esas acciones fueron desconocidos, solo se les dijo que revelaran sus horarios usuales y que se mantuvieran en silencio por un par de días. Presumo que los secuestradores hicieron uso de esta información para escabullirse en el Palacio. ¡Pero no teman! He enviado a mis mejores hombres tras ellos. ¡Quien sea que tomó a mi preciada hija lo pagará con su vida!"

"Pero si los delegados humanos tienen la culpa, ¿no será difícil obtener pruebas de su acusación? No son los únicos humanos en este continente hasta donde tengo entendido."

Lo que decía la Princesa era correcto. A menos que su Majestad tuviera evidencia absoluta de que los verdaderos criminales de este acto criminal eran ellos, entonces cualquier acusación en su contra podría fácilmente terminar siendo la chispa para otra guerra con el Continente Humano, lo cual era exactamente lo que todos querían evitar. Desafortunadamente, la palabra de un sirviente no podía sobreponerse a la de un Obispo.

"¡Entonces yo iré tras ellos!"

"¿Usted? Pero Duquesa Draketerus, ¿cómo podría permitir que usted los persiga? ¿No es usted parte de la delegación draconiana? Si usted va tras ellos sin ninguna prueba, entonces…" antes de que pudiera terminar sus palabras, golpeé el suelo con mi cola.

"¡Cada momento que paso escuchando sus excusas es un momento que paso lejos de la esponjosidad de Shelly! ¡Haré todo lo que tenga en mi poder para encontrarla! ¡Y deseo que los dioses me escuchen y me concedan la Suerte necesaria para completar esta petición!"

"¿Qué? Por favor, reconsidérelo. ¡Duquesa, este asunto podría ser el catalizador para una guerra entre los humanos y los dragones!"

"Entonces no hay nada de qué preocuparse si eso ocurre. Si son inocentes, será nuestro problema, pero si mi caballero tiene éxito en encontrar la locación de su hija, espero que se nos recompense apropiadamente." Dijo la Princesa con una sonrisa, intentando convertir esta situación a nuestra ventaja.

"¿No sería vista como una desgracia hacia mi propio Reino si mis invitados son los que resuelven este delicado problema?"

"¿Qué importa más su Majestad? ¿Un acto de buena fe hecho por los dragones hacia la gente relliar que puede o no ser percibido como una desgracia hacia el Reino Sarakus o…la vida y sano retorno de su propia hija?"

"Ugh… Si lo pones de ese modo…" bajó la mirada y apretó sus puños.

"Además, no hay caballo que pueda alcanzar a una dragonesa como Seryanna Draketerus cuando extiende sus alas y surca por los cielos."

"Eso es cierto. Ahora, antes de tomar mi partida…" desenvainé mi espada y casteé fuego sobre ella "¿… hay alguien lo suficientemente estúpido en esta corte que intente detenerme o estorbarme en mi persecución de los bastardos que secuestraron a la Princesa?" pregunté esparciendo mi instinto asesino sobre la sala.

Ninguno de los nobles o guardias respondió, pero muchos temblaron cuando sintieron la presión de mi presencia.

"Bien." Dije y envainé mi espada luego de detener las llamas.

"Como Rey del Reino Sarakus, te permito, Duquesa Draketerus, ¡que procedas con esta misión! Solo tengo una pregunta."

"¿Hm?"

"¿Por qué irías a tales extremos para salvar a mi hija? Incluso tomando el riesgo de empezar otra guerra sin cuartel entre los humanos y los dragones."

Silencio cayó sobre la sala mientras esperaban que diera mi sincera respuesta.

"¿Por qué? ¿Qué no es algo obvio? ¡Debido a que es mi esponjosa amiga!" declaré con orgullo y entonces caminé hacia la puerta, dejando al rey y a toda la corte estupefactos por mi respuesta.

No dije ninguna mentira. Además, su Majestad probablemente estaba muy consciente de que no esperaría tranquila a que sus subordinados dieran su veredicto. Esta caza humana era algo en lo que yo también deseaba participar.




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