100 Luck and the Dragon Tamer Skill! Arco 4-82.2

Capítulo 82: El Poder del Mullido (Parte 2)


[Punto de vista del Rey Kragarr]

¡Por la melena de mis ancestros! Nunca creí que vería el día en que una princesa del reino dragón se atrevería a poner un pie en mi capital. Con solo un par de escoltas, ella valientemente entró en mis tierras y no se molestó en mostrar sus colmillos en contra de mis súbditos.

Entre estos dragones, solo había uno del cual se me dijo que estuviera precavido. Era una dragonesa de escamas rojas y mirada aterradora que te hacía sentir como si quisiera despedazarte y comerte vivo justo en donde estabas parado. Ella se las arregló para darle pesadillas a varios de mis subordinados, pero hicieron bien en reportar esto y mantener su distancia de ella. ¿Tal vez debería darles un aumento o una recompensa de algún tipo?

Asentí para mi pensando en esto.

Un Asistente de la Corte Real vino a mí y se arrodilló.

"¡Los representantes del Reino Dragón Albeyater han arribado, su Majestad!"

"Hm. Muy bien. ¡Háganlas pasar!"

Estando de pie en mi trono y tocando con mis garras el reposa brazo de la silla, miré a las grandes puertas que se abrieron lentamente. Del otro lado, tres dragonesas entraron a la Sala de Audiencias, mientras que el resto se quedaron esperando.

Esas son las acompañantes supongo.

Aquella caminando al frente tenía una postura solemne y mantuvo sus alas dobladas en su espalda. Las escamas doradas mezcladas con las blancas eran evidencia de su linaje real. Pero la manera en que se movía y se miraba me mostraban una fuerza raramente vista en una mujer noble.

Los dragones varones no gobiernan. Recordé el dicho que mi padre me contaba.

Mirando a esta princesa y a las dos dragonesas paradas a su izquierda y derecha, entendí a qué se refería con eso. Los Reinos del Continente Dragón eran una sociedad matriarcal donde las mujeres tenían la última palabra en los asuntos políticos. Los hombres, por otro lado, eran oponentes formidables que uno no querría encontrarse en el campo de batalla.

Con eso dicho, estaba curioso del por qué esta princesa no trajo a ningún guardia varón con ella.

"Su Majestad, Kragarr Ruvus, soy Elleyzabelle Seyendraugher, Tercera Princesa de los estimados Reina Elliessara Seyendraugher y Rey Feryumstark Seyendraugher. Ofrezco mi agradecimiento por permitirnos entrar en sus tierras en tales términos pacifistas, y espero que nuestra estadía aquí sea una que traiga la posibilidad de prosperidad para ambas de nuestras naciones." Dijo con una sonrisa y con una pequeña reverencia de su cabeza.

La gracia en sus movimientos y la forma en que sus palabras se desenvolvían de su lengua en un perfecto acento Sarako me hacían entender que esta Elleyzabelle era una mujer temible. Si la Reina Elliessara era como ella, entonces era claro por qué su Reino había sobrevivido tantas invasiones y ataques.

Al mismo tiempo, me hacía preguntarme si era sabio de cualquier forma o manera el rechazar la oportunidad de mejorar la relación entre los dos reinos.

Y todo solo por cómo se presentó esta princesa.

"Este Rey del Reino Relliar Sarakus le da la bienvenida, Princesa extranjera. Que su estadía aquí sea placentera y los aromas de su agrado."

Mirando a su lado derecho, vi a la dragonesa que mis subordinados me advirtieron. Era alta, orgullosa, y esa mirada enfocada con pupilas dilatadas me hacía sentir que estaba lista para atacar en cualquier momento. Su cola se meneaba a su espalda, pero eso era probablemente un truco. De ella emanaba el aura de un guerrero aterrador, y cuando miraba su armadura, solo podía suponer la increíble habilidad del herrero que la hizo para ella. Estaba llena de Energía Mágica, y me preguntaba si incluso yo podría hacerle un rasguño si la atacara con todo mi poder.

El tener a esta dragonesa como enemigo era algo que instintivamente sabía que no debía hacer. Al mismo tiempo, sabía que tenía que estar alejado de ella lo más que pudiera. Temía que incluso si me llegara a asesinar aquí en mi trono, podría caminar fuera de aquí como si nada hubiera pasado. Así de poderosa era como mi juicio la veía.

De la misma forma la dragonesa de escamas plateadas del lado izquierdo de la princesa estaba calmada y serena, pero su cola estaba quieta y sus sentidos agudizados. Esta mujer era terriblemente igual de peligrosa que la otra.

¿Qué tipo de Reino es Albeyater que relajadamente envía a dos Despertados Avanzados de esta forma y a un político ‘Dios de la Muerte’ a la puerta de mi casa? Me dije mientras trataba desesperadamente de no mostrar ninguna señal de ser influenciado por su presencia.

Honestamente solo quería ir a casa y acurrucarme en los brazos de mi esposa, y entonces hacer que acariciara mi melena.

Entonces, sucedió… el incidente que casi hace que mi corazón se detenga…

[Punto de vista del Narrador]

Cuando las tres dragonesas entraron a la sala de audiencia, el aire se volvió tenso, como si un poderoso dios hubiera descendido de los Cielos y ahora estaba apretando sus corazones en sus pechos. Era tal estado que no hubiera sido una sorpresa que cualquier lado hiciera el llamado a la guerra. O al menos, esa era la forma en que los Guardias Reales y los Asistentes de la Corte lo veían.

Desconocido para ellos, las tres dragonesas estaban pensando en todo menos en guerra. La princesa esperaba que su línea que había practicado saliera bien. La dragonesa de escamas plateadas estaba un poco tensa porque seguía sintiendo que cierta dragonesa la estaba siguiendo incluso ahora. Y la pelirroja, su mente estaba divagando en las colas esponjosas de los relliars.

Así, se podría decir que las preocupaciones del Rey Kragarr eran por nada.

Pero justo cuando el ambiente entre ellos se sentía que estaba en el momento más tenso, algo extraño ocurrió. Una pequeña bola rebotó en el piso con dirección hacia las dragonesas.

Cuando el Rey se dio cuenta, se congeló en su silla, sin atreverse a hablar o a hacer un movimiento repentino. Las dragonesas miraron la bola con ojos curiosos. Cuando terminó de rebotar, rodó hasta tocar el pie de Seryanna.

La mirada en sus ojos era una aguda, más comúnmente vista en poderosos guerreros listos para dar el golpe definitivo. Como tal, los relliars temían que quisiera ir a atacar al que aventó la pelota hacia su dirección.

Por un momento, los Guardias Reales tragaron saliva y miraron la escena, sus ojos yendo de la dragonesa al Rey, preguntándose si se les iba a ordenar atacar o no.

Desde detrás del trono, una pequeña niña relliar asomó su cabeza y buscó por su pelota. Tenía un hermoso pelaje dorado al igual que el de su padre y sus bigotes se sacudieron dos veces mientras escaneaba la habitación.

Ninguno de los guardias se dio cuenta de ella. Si lo hubieran hecho, tal vez la habrían detenido de hacer lo impensable.

Sin importarle la mirada fría de la dragonesa de escamas rojas, caminó hasta su pelota con pequeños pasos. Solo hasta que se detuvo para mirar alrededor, sus bigotes se sacudieron y su cola se meneó en el aire.

La pequeña niña estaba vistiendo un hermoso vestido rosa bordado con hilo color crema en la forma de flores florecientes. Su cinturón era de color dorado con una línea rosada exterior y atado en forma de moño a su espalda. Como todas las ropas de los relliars, tenía un pequeño agujero en la parte de atrás diseñado para que sus colas pudieran salir.

Cuando el Rey Kragarr la miró, ya era muy tarde. Su boca se abrió como si quisiera decir algo, pero ninguna palabra salió.

La pequeña niña relliar se acercó a Seryanna y tomó su pelota con ambas manos. Con sus ojos vueltos hacia arriba, enfocó su mirada con la de la temible dragonesa.

En el trono, el padre de la pequeña solo podía tragar saliva y esperar a que pasara algo, que el temía solo resultaría en un baño de sangre.

"¿Quiees juga conmigo?" preguntó la pequeña mientras levantaba su pelota para con Seryanna.

Para todos los relliars que las vieron, esos pocos segundos de silencio se sintieron como los más intensos de toda su vida. Podían escuchar a su corazón latir con rapidez y todos sus sentidos estaban en máxima alerta como si se tratara de una caza. Nadie se atrevió a mover un músculo, y todos aguantaron la respiración.

El Rey tragó saliva una vez, y como si reaccionara a esa señal, la dragonesa de escamas rojas hizo su movimiento.

Extendió sus alas y saltó sobre la pequeña niña.

"¡PRINCESA!" los Guardias Reales gritaron viendo cómo se desvanecía detrás de las alas de la dragonesa.

Desenvainaron sus espadas y se acercaron a ellas, pero un muro de espigas de hielo apareció en el piso, deteniendo su avance. Fue Kataryna quien casteó el hechizo.

El Rey se puso de pie y vio con una mirada intensa a la dragonesa.

Una vez más, se sentía como si el infierno se fuera a desatar, y se fuera a derramar sangre sobre este piso.

"¡Kyahaha! ¡Hace cosquillas!" la risa de la pequeña se escuchó desde atrás de las alas.

Cuando la dragonesa las bajó, ambos soldados y el Rey estaban aturdidos por la escena que estaban viendo. Solo Elleyzabelle dejó salir un gran suspiro y frotó su frente con dos dedos. Todo este problema probablemente le dio dolor de cabeza.

"¡Whaaa! ¡Eres tan esponjosa! ¡Por supuesto que jugaré contigo! ¡Y te abrazaré! ¡Y te acariciaré!" dijo Seryanna mientras frotaba su mejilla contra la mejilla peluda de la princesa.

Se estaba riendo mientras era abrazada por la dragonesa.

Cuando Seryanna se dio cuenta de que estaba siendo rodeada por los guardias, se detuvo y se volvió para encararlos.

"¡¿Qué?! ¿Buscan algo? ¿Eh?" les preguntó con un rugido gutural y una mirada amenazante.

Los Guardias Reales se hicieron para atrás por el miedo.

"*Sigh*… Seryanna, detente." Ordenó Elleyzabelle.

"P-Pero… esponjosa." Dijo la dragonesa mirándola con grandes ojos.

El cambio fue tan abrupto que los relliars no tenían idea de que había pasado.

"Puedes jugar con ella después si ella lo quiere, ahora mismo estamos en el medio de una reunión política."

"¿Promesa?"

"Ugh… ¿Su Majestad?" Elleyzabelle miró al Rey con una sonrisa incómoda.

"Erm… si Eshantiel así lo quiere, no me importa…" respondió un poco perplejo.

"¡Papa dijo que eshtá bien!" dijo la pequeña mientras se colgaba del cuello de Seryanna.

"Erm… deberíamos terminar con esto por hoy y reunirnos después… Erm, cuando las cosas no estén tan tensas." Sugirió el Rey al mirar a sus confundidos guardias.

"Si, por supuesto. Me disculpo por el comportamiento de mi imprudente subordinado, su Majestad."

"¡No, está bien! No se hizo ningún daño." Dijo rápidamente.

"Ya veo… Entonces tomaremos nuestra retirada ahora."

"¡Eso significa que podemos juga ahora! ¡Vamos!" Dijo Eshantiel mientras jalaba a la dragonesa.

Viendo a la poderosa y atemorizante dragonesa siendo guiada por la encantadora niña pequeña, todo el mundo en la habitación estaba sin expresión ni palabras, todos excepto por uno.

"¡Terminamos!" dijo Kataryna.




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