100 Luck and the Dragon Tamer Skill! Arco 4-83.1

Capítulo 83: Precuela al Incendio (Parte 1)


[Punto de vista de Seryanna]

"¡Te encontré!" dijo la princesa esponjosa mientras agarraba la punta de mi cola.

Me estaba escondiendo dentro del castillo detrás de una de las cortinas de terciopelo. Intencionalmente permití ser encontrada por esta pequeña y linda bola de pelo dorada debido a que era demasiado linda cuando saltaba por los alrededores y sonreía.

"¡Si que lo hiciste!" respondí mientras jalaba la cortina.

"¡Ehehe!" me mostró una sonrisa que me llenaba de una calidez sin igual y que no podía abstenerme de tomarla en mis brazos y abrazarla.

Han pasado cuatro días desde que llegamos a la capital relliar Sagar. Mientras jugaba con la pequeña princesa de este reino, la Princesa Elleyzabelle se encontraba en una batalla política real con el Rey de aquí, intentando lo mejor para adquirir los derechos de comercio y promover relaciones abiertas entre el Reino Sarakus y el Reino Albeyater. Con respecto a nuestra misión original, la adquisición del diente de bebé, la dragonesa no fue capaz de encontrar la oportunidad adecuada para decirle.

A pesar de todo esto, se me dijo que las negociaciones estaban procediendo en una dirección favorable. No tardaría mucho para que el Rey firmara el tratado con nosotros.

Mientras tanto, Kataryna desempeñaba su rol como guardaespaldas de la Princesa Elleyzabelle. Los relliars pensaron que era muy leal, pero yo sabía que solo estaba tratando de escapar de la molestia que era Tanarotte. Esa dragonesa, a pesar de que su personalidad no era tan mala, su comportamiento pegajoso hacía que otros quisieran evitarla.

"¿Adónde quieres ir Shelly?"

Eshantiel era un hermoso nombre elegante que daba el sentimiento de una poderosa mujer noble, pero no era lindo del todo. Es por eso por lo que le di este apodo. La pequeña inmediatamente se enamoró de él.

"Um… Quiero ir a ver a papá." Dijo aferrándose a mi cuello mientras la cargaba en mis brazos.

"¡Por supuesto!" dije y caminé hacia la sala del trono.

"Espero que esté libe hoy…" dijo bajando la mirada.

Su Majestad era un hombre importante que últimamente no tenía mucho tiempo libre para jugar con su hija. Un día, ocurrió que lo sorprendí mientras estaba en medio de la lectura de un libro con Shelly en el jardín de rosas. La expresión en su rostro era la de un padre amoroso en lugar de la cara seria y despreocupada de un rey.

"Si no lo está, significa que todavía se encuentra metido en las negociaciones con la Princesa Elleyzabelle. Ella tenía una sonrisa extraña en su rostro cuando dejó la habitación de invitados hoy."

"¿Sonrisa extraña?"

"Si. El tipo de cuando alguien está planeando algo. Supongo que las negociaciones la están estresando."

"No es mala ¿verdad?"

"No. ¡No te preocupes! No vinimos aquí para empezar una guerra. Solo queremos abrir negociaciones para que los relliars puedan venir a nuestro país y los dragones puedan venir al tuyo a vender distintas cosas." Respondí, pero no estaba segura de sí entendió mis palabras.

"Así que… ¿los dagones quieren ser amigos con nosotros?"

"¡Sí! ¡Justo como tú y yo!"

Durante estos cuatro días, tuve la oportunidad de ver más del castillo que mis amigos. Shelly me guiaba por aquí y allá en todo el edificio. Por supuesto, no me importaba el diseño del castillo o espiar a los nobles de aquí, pero mantuve agudizados mis ojos y oídos en caso de que me encontrara con algo preocupante. Mi objetivo principal ahora era acariciar y mimar a la pequeña princesa. ¡Era demasiado LINDA para resistirme!

Con eso dicho, era imposible para mí no notar cuantos puntos ciegos había en las inmediaciones del castillo. Si el Palacio de la Familia Real Seyendraugher era como una fortaleza impenetrable, entonces el Palacio de la Familia Real Ruvus era como una mansión gigante pobremente vigilada.

Siendo una dragonesa que pisaba en el campo de batalla y que vivió una guerra, podía decir que había muchas maneras en que podría irrumpir en este palacio y fácilmente asesinar o robar adentro de él. Incluso había áreas en el gran muro que no estaban siendo patrulladas para nada.

Cuando le conté de este dilema a la Princesa Elleyzabelle, me dijo que me mantuviera callada acerca de ello hasta que las negociaciones terminaran, siendo que eso pudo haber sido visto como una amenaza y burla por el Rey de Sarakus.

Si todas las cosas salían bien, ella iba a mencionar todos estos problemas.

Otra cosa de la que me di cuenta mientras jugaba con Shelly en el castillo era la forma en que los guardias e incluso sus maestros la trataban. La miraban de una forma importante y no se atrevían a ir en contra de la mayoría de sus deseos, pero al mismo tiempo, se rehusaban a cualquier tipo de involucramiento con ella. La Princesa Eshantiel no era como su hermano mayor, el Príncipe Estragus Ruvus, quien actualmente estaba cursando la academia militar. Ella no era una heredera al trono, ni siquiera una reserva debido al nacimiento del joven Príncipe Bartak. Eshantiel era en esencia lo mismo que la Princesa Elleyzabelle, una hija destinada a fortalecer las relaciones con un país vecino a través de un matrimonio político o con aquellos dentro de su país.

Justo el otro día, estaba este relliar noble gordo que descaradamente caminó hasta nosotros y preguntó por qué Shelly había rechazado su propuesta de matrimonio. Este hombre era bastante viejo, por lo que me dijo la Princesa Elleyzabelle el otro día, era un Conde que tenía 56 años. Incluso era más viejo que su padre, pero lo que más me disgustó era el hecho de que él era una gran bola grasienta. El puro olor de su presencia hacía que mi estomago se revolviera.

Cuando procuraba besar la mano de Shelly, lo golpeé en la cara, enviándolo a volar varios metros atrás. Entonces lo amenacé con quemar su pelaje si se atrevía a volver a acercarse a esta pequeña y linda niña relliar. Liberar mi instinto asesino dejando que lo empapara ciertamente tuvo su efecto debido a que corrió tan rápido como pudo mientras manchaba sus pantalones vergonzosamente.

La Princesa Elleyzabelle no estaba tan feliz por esto. Me dio un auténtico sermón acerca de que tan poco diplomáticas y peligrosas pudieron haber sido mis acciones. Después de todo, ese Conde todavía era un noble importante, pero siendo honesta, no creí que lo que hice fuera malo. ¡Preservé la pureza de mi pequeña bolita peluda Shelly!

Además de este pequeño incidente, solo hubo otro momento que sobresalió, el cual demostró mis sospechas respecto a cómo veían los demás a Shelly. Sucedió en el segundo día cuando llegué a recoger a Shelly para jugar. Sus maestros groseramente trataron de prevenir que lo hiciera y constantemente advirtieron a la pequeña niña que era altamente inapropiado para alguien de su estatus el ser vista con alguien como yo.

Normalmente, habría quemado sus colas, pero me abstuve de usar violencia y en su lugar pregunté qué tan inapropiado era para ellos declarar tales cosas vergonzosas e irrespetuosas sobre una Duquesa de un país extranjero quien tenía el poder para quemar la capital hasta sus cimientos. Solo debido a que no era buena en las políticas como la Princesa Elleyzabelle no significaba que fuera tan tonta como para permitir que algo así pasara desapercibido.

Mas tarde ese día, le dije al Rey lo que ocurrió y le advertí que una relación amistosa entre una Duquesa como yo y la Princesa de su Reino solo podría traer beneficios en las negociaciones venideras. Shelly también estuvo de acuerdo conmigo y le dijo a su padre que tanto odiaba a esos maestros.

No sentí ni una pizca de remordimiento si es que llegaran a ser despedidos como resultado de esto. Al final, ¡lo lindo era justicia!

Para mí, el tiempo que pasé junto a la joven princesa fue uno bastante divertido y precioso, pero cuando no me encontraba con ella, usualmente me ponía a entrenar. Los tres caballeros que vinieron conmigo eran buenos como blancos de práctica, a pesar de que eran más lentos de lo que hubiera querido. La Princesa Elleyzabelle me contó que actuara con ellos como si fueran de mi propiedad, así que lo hice. Los hice correr tras de mí y que utilizaran sus mejores ataques cuando peleábamos. Incluso teníamos pequeños encuentros con algunos de los Caballeros Reales relliars. Los encuentros eran bastante parejos, pero cuando yo quería unirme, todos corrían tan rápido como podían. Era decepcionante y un poco grosero.

Durante la noche, seguido me iba a dar una vuelta volando, patrullando el área desde el cielo. Pensé en llevar a la princesa conmigo, para mostrarle como era el mundo desde arriba, pero me di por vencida con esa idea. Hubiera levantado muchos problemas de ser capturadas. Podría ser acusada de un intento de secuestro.

Cierto, tales acusaciones habrían sido negadas por la princesa, pero solo tenía 7 años. Los nobles altaneros nunca le habrían creído o habrían ido tan lejos como para pensar que utilicé algún tipo de hechizo hipnotizante con ella. Después de todo, estas fueron las primeras cosas con las que me acusaron cuando me vieron jugar con Shelly el primer día. La Princesa Elleyzabelle pasó todo el día limpiando mi nombre.

Creí que había hecho algo malo y me disculpé con ella, pero me dijo que a pesar de cómo se mirara, ella aprovechó esta situación para figurar como se veían los nobles unos a otros y quien estaba en contra de quien en el juego político. Como se esperaba, había grupos que estaban optimistas por iniciar tratados con los dragones y otros que no estaban tan seguros de ello, pero también había unos que querían nos fuéramos del reino tan rápido como pudiéramos.

Debido a que no me quedé a escuchar su balbuceo en la mesa de negociaciones, no conocía los pros y contras de su desastre político como lo sabía la princesa. Hasta ahora, incluso antes de alcanzar al Rey, ella aparentemente tenía que convencer a los nobles de que era bueno el apoyarla. Luego de eso, la decisión final descansaba sobre su Majestad, la cual presumíamos que iba a ser un visto favorable debido al hecho de que me las arreglé para ser amiga de la pequeña Shelly.

Sin embargo, hasta ahora no me ha tocado conocer a la madre de Shelly, la Reina. Simplemente se nos dijo que actualmente estaba cuidando del príncipe Bartak de 6 meses de edad.

Estaba pensando en tales asuntos mientras llevaba a Shelly a la sala del trono.

Cuando nos acercamos, me di cuenta del Primer Ministro del Reino Sarakus. Era un felino con rayas que siempre vestía una túnica elegante dividida, y debajo de ella unos pantalones de cachemira y una chaqueta a rayas con una camisa blanca. Todos los nobles de aquí vestían ropas elegantes que usualmente complementaban el color de su pelaje.

"¡Ah! ¡Duquesa Draketerus, finalmente ha llegado!"

"Buen día Primer Ministro, ¿hay algún problema?"

Shelly dejó salir un pequeño maúllo para anunciar su presencia.

"Oh, Princesa Eshantiel, ¡qué bueno verla sana y salva!" dijo con una sonrisa y luego me miró "Sí, justo ahora arribaron unos delegados humanos. La Princesa Elleyzabelle Seyendraugher todavía está adentro. Mientras que aprecio en gran medida los buenos modales de los caballeros de tu reino, a esos rufianes no les importaron para nada las apariencias o las leyes, entraron juntos con su caballero escolta, ¡totalmente armados!" dijo con un tono de voz exaltado.

"Entiendo. Bueno, Kataryna está ahí. A menos que tengan algún deseo por morir, no intentarán nada gracioso."

"Me gusta Kataryna. Graciosa cuando huye de esa otra mujer." Dijo Shelly con una linda risita.

Eso me recordó, ella la vio esconderse en algunos arbustos o escalando los muros en un intento por esconderse de Tanarotte. Para la pequeña fue una escena divertida, pero los guardias del palacio estaban inquietos cuando se encontraron con la dragonesa colgando de un lado del muro.

Yo estaba bastante sorprendida por el buen comportamiento de Kataryna. Su viejo ser habría dejado a Tanarotte colgando de un risco siendo un cubo de hielo.

"Si, bueno… espero que no pase a mayores. Pero debo decir, estos humanos… ¡nunca he visto a una especie más egoísta y tonta!"

"Depende del individuo, debo decir." Le dije mientras rascaba atrás de las orejas de Shelly.

Ella cerró sus ojos y dejó salir un suave ronroneo cuando lo hice.

"No, debo contradecirte, ¡Sir Draketerus! ¡Cada humano es igual!"

Suspiré y luego lo miré a los ojos.

"¿Q-Que?"

"Sería cuidadosa de donde digo tales opiniones si fuera usted, Primer Ministro."




Comentarios