100 Luck and the Dragon Tamer Skill! Arco 4-82.1

Capítulo 82: El Poder del Mullido (Parte 1)


[Dos años y cinco meses atrás]

[Punto de vista de Seryanna]

Arribamos a salvo en el Puerto Knitkat del Reino Saradus. La más emocionada por ver tierra firme era Tanarotte. Ella demostró ser un verdadero manojo de energía, más notable por estar constantemente intentando encontrar formas de acercarse a la dragonesa de escamas plateadas. Debido a esto, tuve que detener a Kataryna en reiteradas ocasiones de arrojarla del barco o de convertirla en un cubo de hielo.

Dejando a un lado esa parte del viaje, la Princesa Elleyzabelle también estaba agradecida por ver tierra nuevamente. A pesar de poner un rostro serio, sufrió de mareos por un tiempo hasta que se acostumbró al balanceo del barco. Creía que era bastante inapropiado de alguien de sangre real como ella vaciar su estómago sobre la barandilla, así que utilizaba un balde del cual me tenía que deshacer de una forma sigilosa. En otras palabras, tenía que encontrar una habitación vacía con una ventana lo suficientemente grande para que cupiera el balde.

La primera vez que caminé por la cubierta y miré al puerto, estaba aturdida por la cantidad de relliars que vi ante mí. Había de muchos tipos, con pelaje largo, corto, de diferentes colores, diferentes patrones, algunos con grandes bigotes, otros más pequeños. La mayoría de ellos eran marineros debido a que estábamos en el puerto, pero vi lo que parecían magos y guerreros. La forma en que sus colas se movían de arriba abajo era… linda.

"Tomaremos el carruaje de aquí hacia la Ciudad Rushk, entonces seremos escoltados por los guardias especiales del Rey todo el camino hasta la Capital Sagar. Mientras tanto, el Galeón Sueño Escorpión viajará cerca de la costa y esperará por nosotros en el Puerto Nirvill." Dijo Elleyzabelle mientras leía un documento.

"¿Esta escolta es siquiera necesaria?" dijo Kataryna.

"Sí. Ellos no saben qué tan poderosas son ustedes dos." Dijo mientras enrollaba el documento y nos volteaba a ver.

"Erm… ¿Princesa Elleyzabelle?"

"*Sigh*, deberías aprender a dejar a un lado el título. Somos hermanas legales."

"Para mí, tal cosa es… imposible."

"*Sigh*, muy bien, ¿qué sucede?"

"Cree que… ¿podamos llevarnos uno a casa?" dije apuntando a los relliars.

Desconocido para mí, varios de ellos sintieron un escalofrío recorriendo su columna haciendo que se irguieran.

La Princesa me miró con ojos cuestionables, pero yo estaba completamente seria.

"No." Dijo con un tono frío.

Dejé caer mis hombros y asentí derrotada.

El viaje a la Ciudad Rushk fue aburrido para nosotros, pero yo tomé esta oportunidad para entrenar a los tres caballeros que nos acompañaban. Olvidé sus nombres, pero no creí que fueran de interés para mí en ese tiempo. Eran bastante… débiles. Uno de ellos se desmayó luego de que le di un puñetazo mandándolo a volar a través de un árbol. Solo fue un árbol.

Kataryna pasó la mayor parte de su tiempo corriendo y escondiéndose de Tanarotte.

La Princesa leyó tres libros acerca de las costumbres de los relliars.

Lamentablemente, no hubo bandidos que nos atacaran. Si capturaba a uno, tal vez podría saber que tan suave era su pelaje luego de darle una buena peinada. Nuestros guardias relliars, sin embargo, pensaron que éramos muy afortunadas por no habernos encontrado con ninguno y también bendecidas con buen clima.

En la Ciudad Rushk nos quedamos solo dos días, durante el cual fuimos de turismo. La gente local estaba un poco temerosa de nosotros. Nuestra apariencia no era algo común por estos lares, y la historia entre la gente dragón y los relliars no siempre fue una de flores y harmonía. Había muchos susurros en el aire hablando acerca de nosotros comiéndose a sus hijos o secuestrándolos para usar sus pelajes como alfombras.

Debido a esto, no encontré la oportunidad para escabullirme lo suficiente hacia un relliar para acariciarlo. Los guardias que nos escoltaban permanecían vigilantes y mantuvieron su guardia arriba para conmigo, para que así no pudiera hacer nada más que observarlos desde la distancia. Kataryna dijo que me miraba bastante atemorizante cuando los estaba observando, pero honestamente no tenía idea de que estaba hablando. ¿Cómo me podría mirar atemorizante? Solo estaba mirando sus colas esponjosas.

En el tercer día, abordamos el carruaje temprano por la mañana y luego partimos hacia la capital. Nos tomaría cuatro días llegar. Una vez más, nuestro viaje fue pacifico sin encontrarnos con algún tipo de conflicto, pero llovió un poco. La esencia de pelo mojado me recordó a Tulip, mi ardilla mascota. Me hacía preguntarme que es lo que estaba haciendo. Ha pasado un tiempo desde que la vi por última vez, ¿tal vez la he estado descuidando un poco? Bueno, a diferencia de otras mascotas, ella fue criada y dejada a vivir en lo salvaje. No había depredadores inmediatos que pudieran amenazar su vida a menos que se aventurara a fondo dentro del Bosque Seculiar.

También recordé que había hecho una promesa para llevar a Alkelios a una tienda de mascotas y encontrar una para él. Nunca se encontró con alguna, pero me mencionó algo acerca de un huevo en algún punto. Tal vez encontró algo cuando estaba entrenando en el Bosque Seculiar o en el Desierto del Norte.

Cuando llegamos a la Capital Sagar, estaba un poco nublado afuera.

Los relliars construyeron la ciudad cerca del bosque, pero desde un punto de vista estratégico, se veía un poco vulnerable. Si los dragones fueran a invadir este lugar, fácilmente podríamos volar por encima de los muros o escalarlos con nuestras garras. No había ríos o fosos alrededor de los muros exteriores, haciendo más fácil para nosotros el alcanzarlos. Su altura era de aproximadamente 10 metros. Si fuera a atacar junto con Kataryna, podríamos devastar más de la mitad en menos de una hora.

La Capital Sagar no era tan grande como Drakaria, pero eso era más que nada debido a la diferencia en tamaño entre nuestras especies. Los dragones en general eran más altos y grandes que los relliars. También teníamos que asegurarnos de construir techos resistentes que soportaran nuestras formas de bestia total cuando nos transformábamos y tomábamos vuelo. En el pasado, estaba prohibido para los dragones el despegar o aterrizar dentro de la ciudad debido a que se tendía a derrumbar los edificios más frágiles.

A diferencia de Drakaria, el palacio del Rey estaba localizado justo en el corazón de la ciudad, y estaba rodeado por muros blancos resistentes e impresionantes. Todos los otros sectores de la ciudad estaban construidos alrededor de los muros exteriores del palacio y eran una mezcla de comerciantes, artesanos y áreas de vivienda. Los suburbios estaban localizados en las afueras de la ciudad misma, mientras que adentro solo vivían aquellos que podían pagar apropiadamente los impuestos.

El momento en que nuestro carruaje pasó las puertas de la ciudad, había varios ojos curiosos dirigidos a nosotros, y un montón de lindas colas esponjosas meneándose en el aire.

Desde las puertas exteriores hasta las puertas del palacio había un camino en línea recta que cortaba a través de la ciudad. Una vez que llegáramos a ellas, seríamos capaces de ver el palacio mismo. El edificio era más pequeño que el de la familia Seyendraugher, pero estaba construido de una forma que mostraba elegancia y belleza. Todas las columnas estaban decoradas de alguna manera, y solo había flores rodeando el palacio sin ningún campo de entrenamiento para caballeros visible.

Cuando el carruaje se detuvo, fuimos recibidos por una fila de relliars armados. Su presencia inspiraba coraje, lealtad y disciplina. Su elección de arma principal era una alabarda, pero sus armaduras no parecían estar hechas de Dracotinio o algún otro material similar.

El momento en que pusimos nuestros pies adentro, la diferencia en fuerza estaba clara. Después de todo, para derrotar a todos estos orgullosos soldados, no necesitaría ni siquiera desenvainar mi espada. Mis garras eran más que suficientes. Para sus ataques, ellos no serían capaces de rasguñar la armadura hecha por mi marido.

"No relajen sus colas y sigan mi esencia. Yo seré la que hable."

"Entendido."

Relajar tu cola significaba el bajar tu guardia y el seguir la esencia de alguien era básicamente mantenerse cerca de ella. Estos eran dichos draconianos que también tenían un significado similar para los relliars. De aquí en adelante, también necesitaríamos hablar en el lenguaje Sarakus tanto como pudiéramos, dado que hablar en Dracónico Oriental podría ser visto como un gesto grosero.

[Al mismo tiempo en el Puerto de Donmar al norte de la Capital Sagar]

[Punto de vista del Obispo Marconium Bassar]

"¿Capitán? ¿Escuché que llegamos a la tierra de los salvajes a salvo?" le pregunté mientras salía de mi habitación.

"¡Si, su Santidad!" me hizo una reverencia respetuosa.

El Capitán Mathew era un buen hombre, leal y completamente devoto a la causa del Imperio Akutan. La Cuarta Princesa fue sabia al enviarme aquí en su bote. No tenía por qué temer un posible asesinato de las otras facciones.

A pesar de que la facción de mi maestro era bastante débil en comparación con las demás, como miembro de la Sagrada Iglesia del Panteón de Zeus, yo tenía una buena cantidad de respeto en el Imperio y gracias a esto, se me permitía hacer como me placía. ¡En verdad estaba bendecido en vida!

Aun así, no podía rechazar una petición de la princesa quien me pidió que viniera aquí a convencer a estos salvajes para que entraran en un Tratado de Comercio con Akutan. Mas bien, era una especie de trato de ‘páguennos y no los atacaremos’.

¡Estos salvajes necesitarían saber tarde o temprano que nosotros los humanos éramos los que estábamos destinados a gobernar sobre todas las tierras y mares!

"¿Su Santidad?"

¡AH! Debí haber sido presa de mis pensamientos otra vez… me dije y tosí una vez para aclarar mi garganta.

"Me disculpo, ¿qué estabas diciendo?"

"Si, ¿tengo entendido que mi flota traerá un ‘cargamento’ especial de vuelta al imperio?"

"Ah, sí. Asegúrate de que tus barcos puedan transportarlos con seguridad. ¡Traerán a nuestra facción muchas monedas y la opinión de la gente también se elevará una vez que escuchen que mi santa misión aquí ha sido todo un éxito!" sonreí.

"¡Por supuesto, su Santidad!" hizo una reverencia.

"Solo cerciórate de tener suficientes jaulas esta vez. No quiero que se repita lo de la Flota Flaunders que terminó en una rebelión a sus manos. ¡Perdí demasiadas monedas ese día!"

"¡Claro! ¡Por cualquier medio no voy a permitir que una tragedia así se repita de nuevo!" asintió e hizo una reverencia.

Este hombre adoraba reverenciar a sus superiores.

"¡Ahora vete y avísame cuando llegue el carruaje que me llevará a Sagar!"

"¡Por supuesto, su Santidad!"

Lo dejé solo y cerré la puerta a mis espaldas.

Mientras pasaba una mesa cercana, tomé de ella un látigo con puntas filosas. Todavía había un poco de sangre fresca en ellas. Las comisuras de mis labios se elevaron mientras pensaba en lo que iba a seguir. Me moví al otro lado de la habitación donde se encontraba mi escritorio.

Mi ‘disfrute’ estaba separado en varias etapas, de las cuales este momento de ‘purificación’ se sentía el más excitante de todos.

"Ahora, ¿dónde estábamos cariño?" le pregunté a aquella que se estaba escondiendo en la esquina de la habitación, temblando, y rogándome con sus repulsivos ojos para que me detuviera.

Esta mujer era algo que compré para mi entretenimiento durante este viaje. Estuvo bien por un tiempo, pero ahora era tiempo de deshacerme de ella. No había necesidad de preocuparse por algo como ella, especialmente cuando el nuevo cargamento estaba a punto de llegar. Solo escogería a alguien al azar de esos salvajes y me divertiría con ella.

"P-Por favor… d-deténgase… se lo ruego…"

Su labio estaba cortado de la última vez que la golpeé, por lo que tenía problemas al hablar.

"¿No te prometí que tu hija encontraría un maestro mejor? Mantuve mi palabra." Le mostré la misma sonrisa que le mostraba a los creyentes que venían a mi iglesia.

"M-Mi h-hija… ¿q-qué le sucedió?"

"Quién sabe." Dije y levanté en alto mi látigo. "¿Tal vez te encontrarás pronto con ella?" y con eso bajé mi mano.

Los gritos de agonía que salieron de esta cosa eran hermosos mientras la sangre salpicaba sobre mí. Bueno, ella era meramente un esclavo humano, no alguien con el derecho a vivir.




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