100 Luck and the Dragon Tamer Skill! Arco 4-80
Capítulo 80: Una Semana Después
[Punto de vista de Alkelios]
Lo bueno del Pueblo de Soldra, era el hecho de que incluso a pesar de que los monstruos de aquí no eran tan poderosos, aun teníamos muchas cosas por hacer. El Tablero de Peticiones parecía que nunca se acabaría ya que siempre había alguien que necesitaría algo o algún servicio. La mayoría de los aventureros de por aquí no estaban tan emocionados por terminarlas como yo lo estaba, ellos estaban esperando para que apareciera un pez gordo.
Mientras hacía estas misiones y corría por el pueblo, aprendí el lenguaje local poco a poco. Gracias a mi habilidad [Dictionary of Turnips], pude hacer un buen progreso y para el final de la semana, mi conocimiento sobre el lenguaje me permitía el entender la mayoría de las cosas y de tener una simple conversación de oraciones.
Aprender el lenguaje de los humanos me ayudó un montón. Significaba que no necesitaba depender tanto de Kalderan. Podía ordenar mi propia comida y preguntar por detalles acerca de las peticiones por mí mismo. También podía entender las burlas y malas bromas que todo el mundo decía a nuestras espaldas.
En el Pueblo Soldra, yo era visto como un novato idiota que no tenía idea de lo que era izquierda y derecha. La razón principal por la que nadie se metía conmigo todavía era porque pensaban que era tan débil que moriría si me golpeaban. Dado que todo el tiempo estaba recolectando y cazando monstruos con Kalderan, asumían que el hacía la mayoría del trabajo.
La verdad, sin embargo, estaba lejos de esto. Cuando entré al bosque, todos los monstruos huyeron tan rápido como pudieron en la dirección opuesta. Yo era el que tenía que perseguirlos. Kalderan, él estaba haciendo cardio mientras corría tras de mí.
Las misiones de recolección eran una brisa con [Identificus Processus Juridicus] y mis sentidos agudizados. La mayoría de las misiones que aceptábamos al inicio del día las terminábamos antes del almuerzo. Pasé la mayoría de mi tiempo después de eso paseándome por el pueblo y escuchando las conversaciones mientras le pedía a Kalderan que me tradujera.
No sería secreto decir que usé la capacidad de mi 100 suerte aquí. Mi mayor deseo era aprender el lenguaje con rapidez. Mi segundo deseo era el tener paz y tranquilidad durante mi estadía sin que hubiera eventos desastrosos como conocer a nobles idiotas o el que aventureros se metieran con nosotros. Si cualquiera de estas ocurría, mi cubierta como ‘debilucho’ se vería comprometida y mi estadía en Soldra sería más problemática.
Utilizar este ‘disfraz’ ciertamente tenía sus ventajas. Desviaba un montón de problemas y atención de mí, y también era bastante útil ser ignorado por otros mientras escuchaba sus conversaciones.
Hasta ahora, no he hecho ningún deseo para encontrarme con Seryanna y los otros. La entidad me dijo que me tomara mi tiempo aquí, así que eso significaba ningún deseo de este tipo.
Me ponía curioso el saber a quién iba a conocer en este continente y también que es lo que iba a terminar haciendo. La única cosa que pedí con respecto al Continente Dragón fue para que todos mis amigos estuvieran seguros y que de alguna manera se las arreglaran para recolectar la mayoría de los ingredientes para la cura de la Reina.
No importaba que, no me podía olvidar de la Reina Elliessara. El [God’s Demise Poison] era una cosa horrible que no podía ser curada fácilmente, y no era opción el dejar que muriera y se convirtiera en Lich. Una vez que regresara al Continente Dragón, el preparar la cura iba a ser mi máxima prioridad.
Durante esta semana, también nos aseguramos de recolectar recursos para nuestro viaje venidero, así como una buena misión de escolta que llegara hasta la siguiente ciudad, o que al menos pasara por ella. De acuerdo con Kalderan, teníamos que pasar por bastantes villas y ciudades debido a que no había una ruta o transporte directo como tren o autobús como en la Tierra. Primero teníamos que encontrar un carruaje que escoltar, entonces subirnos en él, eventualmente aceptando el tomar una deviación si no había otra manera. Era difícil viajar en este tiempo y era, más razón aun para debatirme en sí solo no podía volar hasta allá. Incluso mejor, tenía [Pika Boo Blink]. Estaba fuertemente nerfeada por la Entidad, pero aún era un conveniente y rápido medio de transporte.
Tratándose de comida, no teníamos que preocuparnos por ella, tenía de sobra en mi inventario. Lo que necesitábamos eran monedas, dinero que pudiéramos intercambiar por caballos e información. No podía cambiar mis monedas draconianas aquí, y obsequiar cosas preciadas como hierro o materiales preciosos se sentiría como un gran desperdicio. Si encontraba algo interesante para minar, lo vendería, pero la mayoría del dinero venia de las peticiones y de la venta de los materiales de monstruo.
Cuando sea que estuviéramos en misión, seguido me tomaba mi tiempo para revisar el área por cualquier posible metal y joyas que pudiera minar. Mis habilidades: [I R Roboticus], [The Shiny Artisan] y [Rock Hard!] me ayudaron mucho en este proceso. Aunque no podía ver más de 10 metros por debajo de mí, era lo suficientemente bueno. Si encontraba algo interesante, lo minaría y lo guardaría en mi almacén. Aunque como era de esperarse, no había vetas de Dracotinio, Celestio o Zaradin, pero encontré varias de cobre, estaño y hierro. Las joyas eran un poco escasas en esta área o quizás se encontraban más abajo en el subterráneo.
Siempre me aseguré de cubrir mis rastros luego de minar. Si lo dejaba así, podría terminar siendo un incentivo para sujetos curiosos que intentaran cavar un poco más abajo, eventualmente llegando a una veta rica en minerales.
Pensándolo desde otra perspectiva, esto podría ser considerado como un pequeño sabotaje. Después de todo, técnicamente estaba removiendo las pruebas que los humanos de aquí necesitarían para empezar una operación minera.
Cuando finalmente llegó la fecha para que partiéramos de Soldra, nos las arreglamos para incrementar mi Rango Principiante a Rango Intermedio, mientras que Kalderan ya casi era Rango Maestro. Solo unas cuantas misiones más y podría tomar el examen para subir de rango. Su nivel también se incrementó, subiendo 10 niveles solo con correr tras de mí y dependiendo de mis habilidades. Para mí, yo no subí de nivel ni una vez. Era lo mismo que un personaje de alto nivel tratando de obtener XP matando monstruos de nivel bajo que podía derrotar de un disparo.
Kalderan fue el que procuró la Misión de Escolta a través de la cual podríamos obtener un raite hasta Ciudad Leveder. De lo que me dijo, el carruaje dejaría este pueblo y entonces viajaría por un camino que pasaba a través de la Villa Lineas y la Villa Orhiga, el detalle era que ninguno de nosotros sabía qué tipo de comerciante estaríamos escoltando al igual que otro grupo de Aventureros lo estarían acompañando como nosotros. Esperaba el poder llevarnos bien con ellos.
El día de partida, nos despertamos temprano y regresamos las llaves de la habitación a la cuidadora.
"Es triste ver a los dos partir. Ayudaron demasiado a este pueblo esta semana que pasó."
"Extrañaré el comer tus platillos en la mañana y en la tarde, tía Agatha." Dijo Kalderan con una sonrisa.
"Yo también. Me gustaron."
"Si planean volver a nuestro pequeño pueblo, ¡entonces dense una vuelta por mi posada! ¡Me aseguraré de tener una habitación preparada para ustedes!"
Esta vieja señora era una de las personas más amables que tuve el placer de conocer en el Pueblo Soldra. Siempre fue cortés con nosotros ya sea que llegáramos muy tarde o temprano con nuestros estómagos rugiendo. Sus comidas eran buenas y el lugar no era tan caro como otros. Muchos aventureros preferían cenar aquí también, pero ella no se comportaba amable con nadie que no intentara serlo también. La mayoría de los aventureros molestos eran echados de este lugar.
La última parte probablemente tenía que ver algo conmigo noqueando a dos aventureros borrachos de un golpe, mientras que el tercero recibió un golpe a la cabeza con una olla de metal gruesa. Si, una olla, no un sartén.
Luego de irnos de la posada, caminamos por la calle con la que me familiaricé y nos dirigimos a las puertas. La gente vendiendo comida rápida en sus puestos me saludó con una sonrisa mientras pasaba. Completé varias de las peticiones que ellos pusieron y que no eran tomadas tan seguido. Esto ayudó a impulsar sus ventas un poco.
"¿Qué tipo de comerciante crees que sea con el que vamos a viajar?"
"Espero que sea uno del tipo general. Podríamos tener un buen descuento por sus mercancías al final del viaje." Dijo mirando al cielo.
Había unas cuantas nubes en lo alto, pero no había señales de lluvia hasta donde podía decir.
"Espero que sea uno de especias." Dije.
"¿Quieres encontrar nuevos sabores?"
"Si. ¡Espero encontrar algunos buenos que mi esposa amará!"
"Seryanna ¿huh? Espero tener el placer de conocerla algún día." Dijo suspirando "El Continente Dragón suena asombroso cuando tú lo describes."
"Sí, lo es si sabes cómo mostrar respeto hacia los dragones que viven ahí. No es duro, y estoy seguro de que, si fueras a ir conmigo, ¡encajarías más que perfecto!"
"SI ES QUE, esas son las palabras amigo mío."
Durante esta semana que pasó, terminé conociendo a Kalderan un poco mejor. Era un hombre interesado en las esculturas y sabía cómo apreciar el arte fino. No era codicioso ni alguien que saltaría a tomar ventaja de la desgracia de otros. Esto era en parte también la razón por la que le gente lo odiaba por aquí. Cuando se encontraba por su cuenta, no podía pasar e ignorar a alguien que estuviera en problemas, especialmente si sabía cómo sacarlos del apuro. Debido a que no era tan poderoso como yo, muy seguido tenía que valerse de trucos y mentiras para salirse con la suya. Sin embargo, cuando lo llegas a conocer por primera vez, parece un poco difícil acercársele o más bien parece que está enojado por alguna razón.
También aprendí que fue lo que le pasó a los Terrícolas que llegaron a este mundo y el cómo fueron tratados. Sus capacidades únicas los hicieron blancos para los esclavistas, pero al mismo tiempo, llamaron la atención del Rey de esta nación. Hizo un decreto tan pronto aprendió sobre ellos a través del cual básicamente obtenía control absoluto sobre la vida y propiedades de CADA terrícola que arribara a su país.
En otras palabras, era una nación esclavista con una ley emitida que los terrícolas no podían rechazar o pelear en su contra. Incluso si terminaban como esclavos, el Rey aun podía darles órdenes. Los más talentosos habían sido reclutados por él y explotados de varias maneras que trajeran beneficio al país.
Gracias a que el Reino Ten Swords participó en la invasión de hace casi 40 años, ahora se encontraban en una recuperación de su pérdida militar. Al escuchar esto, el Rey automáticamente fue escrito en mi lista de ‘Nobles Malos’.
"El carruaje debería estar por ahí." Dijo Kalderan apuntando a un lugar cerca del muro frente a nosotros.
No era un solo carruaje el que teníamos que proteger, eran tres, y grandes, todos pintados completamente de negro. Había varias personas cerca de ellos, de los cuales tres liberaron una poderosa presión alrededor de ellos a través de su mera presencia. Esto significaba que, entre aquellos presentes, ellos tenían los niveles más altos.
No reconocí a esos tres. Probablemente eran rostros nuevos en Soldra, pero definitivamente reconocí a los otros cuatro. Era el mismo grupo con el que nos encontramos hace una semana cuando fuimos al Gremio de Aventureros. El guerrero pelirrojo engreído, el hombre de armadura completa, la mujer simple y el otro con dagas. No me aprendí sus nombres, pero eran ellos sin ninguna duda.
Cuando nos acercamos, Kalderan observó a esos cuatro, pero no les dijo nada. Ellos tampoco lo hicieron ya que no pudieron, debido a que el comerciante a cargo de esta pequeña caravana se nos acercó con una sonrisa en su rostro.
Era un hombre gordo con ropas de seda de aspecto costoso y con bordados de oro. Las muñecas tenían un rubí en lugar de botón. Tenía puesto una boina vasca con una pluma dorada adherida a la punta e inclinándose hacia atrás. Su bigote era corto, pero bien recortado.
"¡Ah! ¡Es bueno verte de nuevo, Kalderan!"
¿De nuevo? Kalderan…
Al mirarlo, tenía sus puños apretados, absteniéndose con esfuerzo de no atacarlo.
"¿Eres tú el que se supone debemos escoltar?"
"¡Si! ¡Debo decir que el último trato que hicimos fue terriblemente delicioso!" dijo y entonces le mostró una sonrisa burlona.
Mirando al comerciante, y luego a Kalderan, inmediatamente entendí que los dos tenían algo de historia, pero lo que sea que ocurrió entre ellos, no fue bueno.
"¡Bueno, estoy esperando grandes cosas de ustedes! Y si fallas… bueno, ¿es él el siguiente que me vas a vender?"
"¡NO TE VENDÍ A NADIE!" Gritó Kalderan furioso.
"Tranquilízate, no queremos causar una escena que te haga fallar esta misión, ¿verdad?"
Puse mi mano en el hombro de Kalderan y le pregunté "¿Deberíamos irnos? No me importa esperar un poco más o solo caminar hasta allá."
Me miró por un momento. Cerrando sus ojos, tomó un gran respiro y relajó sus tensionados músculos.
"No, está bien… ya estoy calmado."
Asentí.
"¿Cuándo nos iremos?" preguntó al comerciante.
"En una hora."
Kalderan caminó en frente de mí y entonces miré al comerciante. Con una simple mirada, le lancé un poco de instinto asesino. Era débil como para no alertar a los otros aventureros aquí, pero lo suficiente para que este gordo comerciante supiera que yo no era alguien con quien se debiera meter.
Se sobresaltó y caminé pasándolo. Le susurré solamente dos palabras:
"Ten cuidado."
[Punto de vista de Seryanna]
En la semana que pasó, recibí varias actualizaciones de locación de mi esposo, Alkelios Yatagai. Se encontraba en algún lugar dentro del Reino Ten Swords, pero la distancia no cambiaba mucho. Cuando consulté con los otros acerca de esto, se preguntaron si quizá se encontraba en algún tipo de misión ahí o si estaba haciendo algo que encontró interesante.
El pensamiento de que podría encontrarse acorralado, siendo perseguido por alguien peligroso, o en una batalla de vida o muerte nunca cruzó por nuestras mentes. Era Alkelios del que estábamos hablando. Las posibilidades de que terminara en algo como eso era un gran y redondo cero. Incluso si no deseaba por ello, su Suerte tenía la tendencia de estar atento de él y ofrecerle las mejores situaciones con las que pueda crecer y tener una vida feliz.
Por otro lado, esto nos permitió determinar con precisión su locación cerca de la Villa Soldra. El mapa que teníamos era un poco viejo, así que tal vez era un pueblo o solo un puñado de ruinas para ahora. De cualquier modo, era dentro del Reino Ten Swords, uno de nuestros enemigos.
Yendo a ese lugar como embajadores era una opción, pero esperábamos ser recibidos con fuerza bruta. Debido a esto, ambas Kataryna y yo abordamos un barco que nos lleve hacia allá. Elleyzabelle también iba a acompañarnos ya que técnicamente ella era una embajadora, así como su esposa, aunque solo en papel.
Estaba esperando que cuando Alkelios se enterara de esto, se llevará una gran sorpresa.
Ahora mismo, nos encontramos en los muelles, esperando a que los últimos marineros terminen de cargar los suministros restantes. Mi grupo ya había terminado de desempacar su equipaje en sus habitaciones, así que solo estábamos admirando la vista desde el muelle.
"Esto me lleva de vuelta…" dijo Elleyzabelle mientras se acercaba.
Yo estaba recargada en la barandilla, mirando hacia el interminable océano.
"Hace tres años zarpamos hacia el Continente Relliar." Dije con una sonrisa en mis labios.
"Si. Nunca esperé que todas esas cosas pasaran…"
"Cierto, conocí gente realmente interesante en aquel entonces y también me enojé un poco."
"¿Un poco? Casi incendias un bosque por completo."
"Eso no fue mi culpa."
"Lo se… Pero pensar que algo como eso fuera a suceder mientras yo me encontraba en el medio de las negociaciones con su Majestad."
Cerré mis ojos y lentamente empecé a recordar mis aventuras en el Continente Relliar…
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