100 Luck and the Dragon Tamer Skill! Arco 3-69.4
Capítulo 69: Sus Batallas (Parte 4)
[Punto de vista de Elliessara]
¿Cuál sería la mejor manera de describir la escena desenvolviéndose frente a mí?
¿Una masacre realizada por dioses de alguna leyenda?
Inicialmente, pensé que sería una pelea bastante cerrada con nuestro lado apenas arreglándoselas para llegar a la victoria, pero ninguno de los dragones que recibieron equipo de Alkelios murió y todos los Despertados Avanzados del lado del enemigo se sentían como moscas comparados con los nuestros.
También había algo con el asunto de ese rugido suyo. Un dragón con tal poderosa Autoridad no era uno que se tuviera que escapar de mi agarre. Cierto, Alkelios ya estaba casado y a pesar de que juró lealtad a nuestro reino, esto no era suficiente.
Embryger definitivamente enviará a una princesa para que intente conquistar el corazón de Alkelios o utilizarán esta batalla como un medio para asegurarnos que no iba a caer en nuestras manos. Es un Despertado Avanzado demasiado valioso como para permitir que alguien además de la familia Seyendraugher lo posea, al menos otras familias reales. Cerré mis ojos, pensando en un plan para hacerlo nuestro.
"Seryanna es el problema…" murmuré.
"¿Qué sucede madre?" preguntó Elleyzabelle.
Cuando abrí mis ojos y la miré, le pregunté "Mi hija, ¿aún no has decidido a quien elegirás como esposo?"
"¿Huh? ¿Realmente es un buen momento para hablar de esto?"
"¡GAAH! ¡QUEMA!" gritó un dragón mientras era cocinado por las flamas de otro dragón.
Debió haber sido del elemento viento, de otra forma, no habría manera de que su voz llegara hasta este punto. Tales cosas sucedían de vez en cuando con esos dragones, ¡pero qué buena sincronización! No importaba, no moví mi mirada de los ojos de mi hija.
"Si." Respondí con una sonrisa.
Tomó un vistazo a la izquierda donde nuestras tropas estaban masacrando al enemigo y luego me miró a mí.
"No, madre, aun no."
"Es así." Miré al cielo luego de responder.
"¿Por qué lo preguntas?"
Mirándola, le dije con una sonrisa "Ya debes saber por qué, por lo que te pregunto ¿estás dispuesta a jugar esta peligrosa carta o no?"
Elleyzabelle era una de mis hijas que aún tenía que aceptar a algún dragón como compañero en su vida. Al mismo tiempo, hacia lo mejor que podía en el complicado mundo político de nuestro reino. Si fuera ella, entonces ciertamente sabia de lo que estaba hablando.
"¿Va a ser él el único?"
Sacudí mi cabeza.
"No, será solo una formalidad para mantener lejos a otros nobles o princesas que quieran tratar de robárnoslo. De esta manera, Seryanna y tal vez Kataryna podrán ambas disfrutar de su monopolio sobre él."
"Si es de esa manera, entonces no me importa, madre."
Sabía que podía contar con ella.
¡BOOM!
Ocurrió una explosión no muy lejos de mí, pero Reyades bloqueó la onda de choque y escombros antes de que nos alcanzaran.
"¿Qué está pasando?" pregunté cubriendo mi boca con mi manga para así no respirar el polvo que se levantó.
"Parece que estamos bajo ataque, pero… es extraño… estaba seguro que había asegurado el perímetro hace no mucho tiempo. ¿Cómo pudieron haberse escabullido hasta aquí?" preguntó Leone acercándose a mí.
"Debió haber sido el humano teletransportador que mencionó Alkelios."
"¡Tch! ¡Ese Draejan podrido y sus sucios trucos!" dijo Reyades manteniendo un ojo sobre el enemigo, listo para defenderme de cualquier ataque.
"¡MATEN A LA REINA!"
Había unos cuantos miles que se apresuraron fuera del bosque y colisionaron con los soldados estacionados en este campamento. Normalmente, esto habría sido un movimiento sabio con el cual habrían tomado mi vida, pero tenía conmigo a tres de los mejores Despertados Avanzados que el Reino pudiera tener.
"Mátenlos a todos." Ordené y me cubrí la boca y nariz con mi abanico, para que el enemigo no pudiera verme castear magia defensiva.
Era cierto que el veneno me había debilitado, pero gracias a Alkelios, me sentía mejor con el pasar de los días. Si tuviera que hacerlo, incluso podría ir y pelear al lado de ellos, pero era demasiado temprano para mostrar esta carta al enemigo.
"¡Como te atreves!" gritó Malavan mientras cargaba miles de lanzas de luz al instante.
Ella era mi mejor sanadora y alguien que usualmente mostraba un comportamiento calmado, pero cuando alguien pisaba su cola, esta dragonesa de cabello negro podía probar el tener una mordida muy rencorosa.
Mientras hacía brochetas al enemigo con sus lanzas, pude ver a Leone castear varias cuchillas de viento y preparando una lluvia de flechas de viento. Era bueno en esparcir mi voz por todo el campo, pero también era un muy excelente luchador a distancia. Leone no era el tipo de dragón que deberías subestimar solo por su personalidad tranquila.
En el campo de batalla, él era el mejor dragón que podía usar magia de larga distancia. Sus cuchillas de viento y flechas podían atravesar cualquier armadura y volar por todo un campo con precisión de francotirador. Su mejor hechizo se llamaba [Snipping Wind Arrow], y con ella, podía matar a un dragón hasta dos kilómetros alejado, claro que entre más lejano el objetivo, más débil se volvía el ataque. Era por eso no era bueno utilizarlo contra comandantes o dragones de rango alto a menos que estuviera seguro que este ataque lo o la mataría.
Sin embargo, en distancias cercanas, era un ataque perforante.
"¡[Snipping Wind Arrow]!" casteó su hechizo, haciéndole un hoyo a al menos veinte dragones que estaban alineados.
Luego de eso, utilizó su [Wind Volley] y más de cien dragones cayeron al suelo, sus cuerpos habían sido atravesados y cortados por sus flechas.
"Leone, asegúrate de decirle a mi esposo lo que ocurrió aquí. No quiero que venga corriendo a toda prisa a cerciorarse de si estoy bien."
"¡Como diga, su Majestad!"
"¡[Earth Spike Tsunami]!" gritó Reyades mientras casteaba uno de sus ataques más poderosos.
Desde el suelo, se levantaron púas filosas como agujas de hasta seis metros de altura, atravesando y perforando a cualquier pobre dragón que estuviera debajo de ellas. Incontables dragones perecieron ante este ataque que se extendió hasta el bosque como una ola imparable.
Malavan no le dio ningún momento para descansar al enemigo e inmediatamente atacó con flechas de luz fijadas a los puntos vitales de los dragones. Leone le siguió con sus cuchillas de viento.
Mientras tanto, yo permanecí en mi asiento y esperé pacientemente a que la batalla terminara. No duraría mucho de todos modos. Después de todo, esos tres tenían asignado protegerme, sin embargo, si por algún ridículo azar del destino el enemigo se las arreglaba para llegar a mí, aún tenía unos cuantos trucos bajo mi manga con los cuales podría escapar o matar a mi oponente.
Si la oscuridad de Alkelios hubiera persistido hasta ahora, entonces este escurridizo ataque habría sido tremendamente fácil de lidiar. De esta forma, ellos aún tenían la oportunidad de esquivar o bloquear uno o dos ataques. Era un desperdicio de tiempo ya que me iba a asegurar de que ninguno sobreviviera. Mi orden fue bastante clara después de todo.
Ahora, ¿cómo se encargará Alkelios de mi nieto? ¿Lo matará o lo perdonará? Me dije mientras veía como los dos dragones chocaban sus espadas en la distancia.
[Punto de vista de un soldado aleatorio]
Me uní a esta guerra ya que deseaba proteger a mi familia. Quería pelear y mostrar que soy un dragón digno de ser llamado padre y esposo, pero cuando miré a la horda de enemigos en frente de nosotros, no pude evitar sentir un escalofrío de miedo.
Fue entonces cuando el rugido de su Majestad llegó a nosotros. Nos llenó de esperanza y energía. Podía sentir mi ser dispuesto a empuñar mi espada y hacer a un lado el miedo en mi corazón, pero aun así encontré difícil el dar ese paso adelante, y no era el único…
Todos a mi alrededor marcharon con un paso tembloroso debido a que no sabíamos si podríamos ganar esta batalla. ¿Qué podíamos hacer? Había tan pocos de nosotros… y tantos de ellos…
Fue entonces cuando el segundo rugido apareció.
Como una ola de energía pura, corrió por nosotros, destrozando cualquier traza de miedo y duda de nuestros corazones. Mis manos estaban temblando y mi corazón latiendo con fuerza, pero no por miedo, no… esto era confianza y deseo de luchar.
Estoy… ¿estoy sonriendo? Pensé mientras sentía las comisuras de mis labios elevándose.
Todos estaban de la misma forma. Había una energía imparable dentro de nosotros, una descarga de adrenalina que nos decía que era imposible que perdiéramos, y así fue como gritamos desde lo más hondo de nuestros pulmones:
"¡POR ALBEYATER!"
Mientras corríamos hacia el enemigo, miré hacia el cielo y vi una escena que nunca en mi vida iría a olvidar.
Encima de una dragonesa de escamas rojas en su forma de bestia total, rodeado por una dragonesa de escamas negras, una de escamas plateadas, y un dragón de escamas blancas, un solo dragón en su forma de mitad bestia estaba de pie portando dos espadas de luz y oscuridad.
Cuando lo miré cargar hacia la horda de dragones voladores de esa forma, sentí que estaba viendo a un héroe, no… a una leyenda viviente.
Sin ningún miedo, sin ninguna duda, con una fuerza incomparable, y con la voluntad de conquistar ejércitos, ese dragón marchó a la batalla.
¿Había palabras para describir a este dragón? ¿Había alguna forma de explicar su grandeza? Mas que al Rey, más que a la Reina, sentí que, si fuera a seguirlo a él, avanzar luego de que él lo hiciera, íbamos a ganar.
Este dragón era como una estrella intocable, una cima inalcanzable… o eso es lo que estaba inspirado a creer, pero sentía que no era el único.
Cuando voltee a mis alrededores, había varios, muchos dragones más mirando también hacia el cielo, siguiendo a esos valientes dragones con sus ojos, preguntándose quienes eran, y como es que podían ser tan heroicos.
"¡POR ALBEYATER!" gritamos otra vez, pero esta vez mirando como colisionaban con el enemigo.
Con ellos cuidándonos la espalda, sentí que esta batalla sería una victoria garantizada. Teníamos leyendas de nuestro lado, mientras que el enemigo solo tenía traidores. No importaban los números, al final, ¡saldríamos victoriosos!
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