100 Luck and the Dragon Tamer Skill! Arco 4-102

Capítulo 102: Las Lágrimas Ocultas


[Punto de vista de Ildea]

Mi padre, el Rey del Reino Ten Swords, el Patriarca de la Casa de Kor, ha empezado a actuar extraño desde que los embajadores del Reino Majin y el Imperio Akutan arribaron al palacio hace más de un año.

Mi padre no era el perfecto y respetable monarca que clamaba ser. Como muchos otros reyes y emperadores, a menudo tomaba parte en fiestas de opiáceos con sus amigos nobles y más de una vez fue acusado de preñar a una mujer noble al azar con su hijo, o en algunos casos con las prostitutas que vivían en los suburbios. Mientras todas estas acusaciones podían fácilmente encontrar a alguien de rango plebeyo sin una cabeza sobre sus hombros, yo personalmente descubrí que, en efecto, la mayoría eran verdad.

El número de hermanastros que tenía sobrepasaba los veinte, pero yo era la única que fue aprobada de tener sangre noble verdadera fluyendo en sus venas. Mi madre era la estimada Reina, y su familia era segunda solo a la Familia Real en términos de poder. Su nobleza y prestigio eran tan sólidos como el acero de las espadas de nuestros soldados. Para declarar a cualquiera de esos hermanastros como legítimos herederos al trono, mi padre primero debía adoptarlos, y si él lo decidía, tomar a su madre como una esposa oficial.

A mi madre, todo esto significaba un agonizante dolor en su corazón, un dolor que ella habilidosamente escondía de los hambrientos ojos del mundo de la alta sociedad.

Desafortunadamente, era cierto que ella todavía debía bendecir a mi padre con un varón, un heredero al trono. Esto, sin embargo, no era culpa de mi madre, sino de mi padre. Él se rehusaba a llevarla a su alcoba desde hace ya varios años, muy a menudo tomando consigo a una sirvienta en su lugar. La reacción de tales gestos impensables llevó a una disminución en la reputación de mi madre, muchos incluso clamaban que era ella la que se rehusaba a acompañarlo, forzando a su Majestad a buscar placer en el abrazo de otra mujer.

Mientras el incesto era muy frecuente encontrarlo entre los nobles de la alta sociedad, especialmente en aquellos que deseaban mantener su línea sanguínea tan pura como fuera posible, ambas mi madre y yo nos aseguramos de que mi padre nunca pensara en tocarme. Sin embargo, si deseara tomarme, a menos que yo huyera de la capital, no había forma de detener que el pusiera una sola mano sobre mí. De acuerdo a la ley, él incluso podría tomarme como su novia si así lo quisiera, un destino más terrible en mi opinión.

Desde que cumplí doce años, dejé de utilizar vestidos con volantes y corsés que acentuaran mi cadera y levantaran mi pecho como lo hacían la mayoría de las chicas de mi edad, y en su lugar, vestía ropas simples que escondieran tanto como fuera posible mi belleza natural. Mi madre también me observaba como un halcón, para asegurarse de interferir cuando fuese necesario.

Por un tiempo, creí que había evitado lo peor, y solo mi confiable mayordomo y trabajadora sirvienta conocían la verdad. Ellos estaban ahí cuando yo quería ponerme maquillaje o escoger la ropa que quería usar.

Mildana a menudo me ayudaba con el vendaje que utilizaba para aplastar mi pecho y hacerlo ver más pequeño. Una vez que me ponía el falso corsé, se me dificultaba mucho respirar, al punto de que correr era una verdadera pesadilla para mí. Así, tomé la imagen de una modesta chica joven sin ninguna forma de satisfacer los ojos de los hombres y con casi nada de energía para asistir a actividades nobles como montar a caballo, cazar, bailar o fiestas.

Los rumores en la alta sociedad a menudo me describían como una mujer noble fallida a la cual ningún hombre deseaba como novia.

Mientras esto arruinaba un poco la posibilidad de conseguir un buen marido, si me atrevía a embellecerme un poco, terminaría siendo la novia de mi padre o de un noble cuarentón. No importaba que, forzar a una joven chica como yo a casarse con alguien tan viejo era ridículo, ¡absurdo! No importaba la fama y poder que tuviese, había algo en mi interior que revolvía mi estómago con solo pensarlo.

¿Tal vez eran los resultados de los esfuerzos de mi madre que me formaron de esta manera? ¿Una hija que soñaba con el amor y que veía a una mujer no atada a un hombre por sus palabras sino por su propio libre albedrio y de los dioses? En nuestra alta sociedad, la idea de una mujer en el poder era más o menos… risible.

A pesar de todo esto, todavía había un hombre que trataba de cortejarme. Ese era Askarius Leden, un hombre alto y apuesto aproximadamente de veinte años, un Héroe Humano, y uno de los orgullosos embajadores del Imperio Akutan.

Los ojos de este hombre no se satisfacían con el cuerpo de una mujer madura, soltera y dispuesta a encontrar un marido, sino en aquellas mujeres casadas, incluyendo mi madre. Lo peor de todo, era que no temía admitir que se sentía atraído por ellas. Y más aún, clamaba que dado nuestra sociedad y leyes eran tan sueltas con respecto a las restricciones de sexualidad, poner su mano sobre una o dos mujeres casadas no era algo tan descabellado. En sus palabras, ‘la belleza atraía a aquellos dispuestos a satisfacerla’.

Si sus deseos hubiesen parado solo con mujeres como mi madre, simplemente hubiera ignorado a este enfermo, pero un día, Mildana se encontró con la escena de este hombre abrazando a la hija del Primer Ministro. Ella solo tenía catorce en ese momento, y a través de ese vergonzoso acto, el la despojó de su futuro encontrando un esposo y en su lugar trajo vergüenza a toda su familia.

Si a través de la misericordia y voluntad de los dioses en el cielo yo fuera a tomar mi lugar como Reina de este Reino con un marido que me amara y escuchara, entonces una de las muchas leyes que promulgaría sería el veto a matrimonios entre familiares y hacer ilegal que un hombre se aprovechara de una chica menor a los diecinueve años.

Pero vaya, incluso cuando le rogué a mi padre que hiciera algo respecto a este hombre inmoral, no hizo nada. Las palabras de mi madre caían en oídos sordos y el Primer Ministro cayó en una profunda depresión debido a eso. A su hija lo único que le quedó fue casarse con su tío para al menos mantener la línea de sangre pura.

Odio esto, y aborrezco a aquellas personas que encuentran placer en estos actos debido a que son nobles o dignatarios extranjeros.

¡Estaba mal! ¡Tenía que estar mal!

¡Si todos los Héroes Humanos eran como este Askarius Leden, entonces deseaba nunca conocer a otro por el resto de mi vida! No, estaría mejor si todos murieran a un lado del camino y se les dejara a pudrir en el lugar.

Tal vez mi ira estaba injustificada desde el punto de vista de alguien más, pero siendo una señorita de 17 años, temía por mi propia castidad a pesar de ser una Princesa. Dentro de este castillo, los muros eran gruesos y nadie se aliaria conmigo una vez que la hazaña estuviera hecha. Terminaría siendo mi propia culpa por terminar así. La otra parte de mi ira, sin embargo, vino del hecho de que Madelline, la hija del Primer Ministro, era una de las pocas amigas que me quedaban dentro de estos muros.

Ni siquiera por un segundo pensé que ella terminaría de esta forma. Cuando hablé con ella, clamaba que amaba a este hombre, Askarius, que él era su sol y lunas, pero ¿cómo podría ser? ¿los dos se habían encontrado una o dos veces? ¿Qué tipo de poder poseía este hombre para influenciarla de esta forma? Yo no era tan tonta para creer en el amor a primera vista, así que ¿qué hizo este hombre para que ella arriesgara su futuro por él?

Traté de buscar que tipo de debilidad tenía el sobre ella, pero todas las pistas llegaban a caminos cerrados. Intenté pagarles a algunos hombres para que lo espiaran, pero se las arreglaba para volverlos en mi contra. Intenté averiguar los rumores que se susurraban entre los corredores del palacio con la cubierta de la noche, pero no aparecía nada.

Este hombre era como una fortaleza impenetrable. No había manera de escalar sus gruesos muros y ninguna forma de sobornar a sus soldados.

Hablando de Héroes Humanos, aparecieron alrededor de tres años atrás por todo el mundo. Al principio no me interesé por ellos, pero mi padre los miró como una potencial amenaza religiosa. Fueron enviados aquí por lo que ellos llamaban una Entidad, y aun así no tenían otro nombre para este personaje. Algunos tenían poderes que, entrenados de manera adecuada, podrían suponer una amenaza para todo un reino.

Un humano normal necesitaría años para adaptarse a las condiciones de su nuevo país, pero ellos lo lograron en los primeros dos meses. Esta increíble capacidad de adaptabilidad suya combinada con su sabiduría e ingenuidad innatas aterraba a incontables nobles en todo el Continente Humano, incluyendo mi padre.

Su primera acción en su contra fue restringir tanto su libertad política como su libertad de movimiento. No tenían permitido abandonar el país. Se convirtieron en otra clase de ciudadanos del Reino Ten Swords que equivalía a los plebeyos, pero a menudo pensaba que los últimos tenían más libertad que los héroes.

Aunque odie admitirlos, las rápidas acciones de mi padre podrían haber supuesto la salvación de nuestro reino de un destino similar al del Reino Devasta, Reino Treigun, Reino Shiva, Reino Majin y el Reino Nocturn. Dos años más tarde, estos nombres vendrían a representar solo memorias del pasado.

Los nombres que hacían eco en el mapa político del Continente Humano eran el Reich Navimska liderado por el fuhrer Zarbast Asher en el país Devamska; la República Socialista Majin liderada por el Comandante Supremo Annatella Verma; la Unión Democrática de Shiva liderada por Dormachiov Killiry; y el misterioso Reino Fascista de Nocturn liderado por la Líder Fascista Matriarcal Missany Amitta. El Reino Ten Swords y el Imperio Akutan siendo los únicos que mantuvieron sus fronteras e identidad, pero con el aumento constante de la influencia de los Héroes Humanos, los últimos estaban siendo sucedidos.

Si hablamos del por qué nobles y plebeyos por igual se unieron a sus filas, era más que nada por sus radicales e ideales políticos que presentaron sobre la mesa. Ellos mismos, presentaron cuatro sistemas políticos diferentes a través de los cuales un país podría ser gobernado sin la necesidad de la realeza o de los nobles. Por miles de años, tales ideas eran pensadas como nada más que una estupidez radical nacida de una mente descabellada, y aun así esos cuatro líderes se las arreglaron para cambiar esto.

Estas ideas políticas también estaban siendo susurradas en los oídos de mi padre, urgiéndolo a aliarse con el gran Imperio Akutan. El Primer Ministro y muchos de los nobles de la alta nobleza se encontraban concordando con Askarius cada día más. Mi madre era la única que se le oponía, pero su poder estaba limitado y nadie deseaba aliarse con ella.

Entonces, una noche, mi madre me despertó a mitad de la misma. Mi mayordomo, Sergei Ruva, entró en mi habitación con dos grandes cofres y empezó a guardar mi ropa dentro. Mildana también le ayudó, mientras mi madre me explicaba que estaba pasando.

"Mi querida hija, tu padre se aleja más de la cordura con cada día que pasa. Temo por tu seguridad, cariño. Es por eso que quiero que huyas del palacio junto a Sergei y Mildana. Tendrás que vivir oculta de ahora en adelante, pero definitivamente vas a sobrevivir, eso lo sé." Me abrazó como si fuera la última vez que lo hacía.

Sus lágrimas cayeron por sus mejillas hasta mi camisón, y pronto, yo también empecé a llorar ante esta repentina despedida.

"No quiero alejarte. No quiero dejarte ir, pero si te quedas aquí, ¡quién sabe qué hará ese lunático de hombre que es tu padre!" dijo eso y luego me miró a los ojos "Debes vivir Ildeanussi. Debes vivir y fortalecerte. Tienes dentro de tus venas la sangre de mi familia y la de tu padre. Eres de la realeza y una noble con un linaje profundamente arraigado en esta tierra. Te dará la fuerza que necesitas para seguir adelante."

Nuestras palabras de despedida fueron cortas debido a que el margen de oportunidad era muy pequeño. El guardia que nos estaba ayudando a escapar del palacio era uno de los pocos que permanecía leal a mi madre.

Esa noche, hace tres meses, dejé la riqueza de mi vida real atrás, y con ello, mi nombre Kor.

Sergei y Mildana me enseñaron a sobrevivir desde el día uno, pero mientras continuábamos alejándonos de la capital, ambos mostraban señas de inquietud. No era debido a los monstruos que se podían ver paseando en la naturaleza, sino la posibilidad de tener cazadores persiguiéndonos.

Cada día que pasaba, llegué a aprender las dificultades por las que tenían que pasar los ciudadanos de mi reino con el fin de sobrevivir para ver la luz del día siguiente. Me di cuenta de cuan grande era la diferencia entre los nobles y los plebeyos, y de cuan privilegiados eran los primeros. Aun así, a pesar de sus problemas, de sus dificultades y dolores, mi gente todavía vivía e incluso sonreía.

Su fuerza, su coraje, a partir de ese momento, fue lo que me inspiró a nunca darme por vencida.

Mas o menos dos meses después de huir del palacio, éramos indistinguibles de una simple familia de plebeyos. Sergei y Mildana tomaron trabajos de aventureros para ganar dinero para los tan necesitados suministros de viaje que ocupábamos.

En donde sea que paramos, yo tomaba trabajos como camarera o como una lectora solicitada en el gremio de aventureros. Viajamos de esta forma por la mitad del reino. Pensé que íbamos a vivir de esta forma por varios meses venideros, pero un día, mientras nos dirigíamos a la Ciudad Leveder, Sergei y Mildana me dijeron que corriera hacia el bosque. No vacilé en escucharlos, y cuando miré atrás, los vi enfrentarse a una manada de Dayuks.

Las bestias atacaron con sus afilados cuernos y dejaron escapar rugidos feroces.

Eran monstruos que a menudo necesitaban de un grupo de aventureros habilidosos para poder derrotarlos.

"¡NOOO!" el grito de dolor de Mildana hizo que me detuviera en seco y me diera la vuelta.

Vi a uno de los lobos arrastrándola de un pie lejos de Sergei, y en el siguiente instante, la bestia saltó sobre ella, despedazándola y comiéndola viva. A pesar del horror ocurrido ante mis ojos, Sergei no podía dejar que el sacrificio de Mildana se desperdiciara y corrió hasta donde me encontraba.

Hizo que saliera de mi shock con una cachetada y me dijo que corriera.

Lancé un último vistazo a Mildana. Una lagrima rodó por su mejilla mientras la expresión de dolor era congelada por la sombra de la muerte. Un Dayuk bloqueó mi vista cuando empezó a devorar su rostro.

Mi desayuno se revolvió dentro de mi estómago, amenazando con salir en cualquier momento. A pesar de las náuseas y el mareo que me superaban, los escalofríos en mis extremidades y el frío sudor en mi espalda, continué corriendo siguiendo a Sergei.

No tenía idea de cuanto había corrido, pero cuando me detuve, me encontraba en el medio de la pradera.

"Su Alteza, me temo que los instigadores de ese ataque nos han alcanzado."

"¿Qué?" pregunté confundida y descorazonada.

En frente de nosotros aparecieron seis figuras enmascaradas desenvainando sus espadas. Parecían ser asesinos.

"Su Alteza, fue un honor servir a su lado, pero me temo que ahora deberá vivir por su cuenta. Corra mientras yo los entretengo." Desenvainó su espada y se interpuso entre los asesinos y yo.

"Morirás aquí viejo." Dijo uno de los asesinos.

Sergei no respondió, pero yo sabía que no me podía quedar. Era débil. No me podía defender sola, así que corrí. Corrí tan rápido como pude, ignorando el sonido de la batalla y los gritos de dolos que hicieron en el bosque tras de mí.

A través de algún milagro, me encontré en las puertas de Ciudad Leveder y pagué el costo de la tarifa de entrada con mis últimas monedas. No tenía ropa de repuesto, y no me veía diferente a una pordiosera común.

Esa noche, dormí en las calles, llorando y preguntándome adonde me llevaría este terrible futuro.

Pasé los siguientes días rogando por comida y monedas, tratando de obtener trabajos simplistas, y esforzándome por sobrevivir. La gente era cruel conmigo debido a que parecía una pordiosera, una mujer sin valor.

Era gracioso como una vez fui una mujer con uno de los rangos más altos en este país y ahora había caído tan bajo al punto donde un plebeyo que lame los zapatos de un Barón me veía con una mirada de asco. Entonces, cuando el hambre se volvió demasiado insoportable, hice lo impensable y robé una pieza de pan.

Inmediatamente me arrepentí debido a que el panadero estaba tan furioso que corrió tras de mi acompañado de sus hermanos. Gritaban tras de mí, me llamaban de distintas formas, y me amenazaron con un destino peor que la muerte.

Corrí por las calles, sosteniendo esa pieza de pan en mi pecho como si estuviese hecha de oro incrustado con gemas invaluables, mientras en mi mente solo se repetía un pensamiento:

¡Ayúdenme! ¡Alguien ayúdeme! ¡Por favor, dioses en el cielo, envíen a alguien a ayudarme! ¡No quiero morir! ¡Ayúdenme!

Cuando sentí que mis piernas iban a darse por vencidas y que el panadero iba a alcanzarme, alguien se puso de pie en frente de mí. Tenía una actitud despreocupada, pero su presencia era extraña, era poderosa y abrumadora pero no aterradora. Con una sonrisa en sus labios, fue capaz de cambiar la actitud del panadero para perdonar la fechoría que le hice.

Se me permitió conservar la pieza de pan y luego de comerla, fui llevada a la posada donde él se estaba hospedando. Ahí, me dejó tomar un baño caliente. Con todo lo que me había ayudado, no me importaba si quería mirar mientras me bañaba o me cambiaba. Era tan débil que, por un momento, incluso consideré entregarme a él si podía protegerme.

Cuando me di cuenta del tipo de pensamientos que cruzaban mi mente, me acordé de las últimas de mi madre, así como de las muertes de Sergei y Mildana. Lágrimas rodaron por mis mejillas y lloré.

Que tan bajo había caído, y en lugar de aprovecharse de este estado debilitado en el que me encontraba, este hombre me mostró un verdadero acto de bondad y nobleza al ayudarme.

Me dejó bañarme con agua caliente y luego me dio ropa hecha por el mismo. Mientras me vestía, sentí que quería llorar de nuevo. Antes de ponerme este extraño objeto que llamaba ‘brasier’, me di la vuelta aun desnuda para ver si me estaba mirando. Este hombre tenía su espalda en mi dirección, manteniendo su palabra y permitiendo que conservara mi dignidad.

Me vestí y por primera vez en mi vida, sentí como si se me hubiese dado un objeto tan invaluable que ni siquiera toda la tesorería de este Reino podría pagar su precio.

El nombre de este hombre era Alkelios Yatagai Draketerus. Un hombre con el mismo nombre del dragón general Brekkar Draketerus de quien había escuchado solo en las leyendas y en los libros de historia.

"Eres un sujeto extraño ¿no es así?" pregunté sonriendo.

"¿Huh? ¡Sí, lo soy, Princesa!"

La sorpresa me cubrió cuando se refirió a mí de esa manera. Fruncí mi ceño, y recordé a los asesinos que mataron a Sergei.

¿Es uno de ellos? Pensando eso mi corazón empezó a latir más rápido.

"¿Huh? Como es que tu…" apenas y podía hablar, mis labios estaban temblando.

Tenía miedo, pero luego sus amigos entraron a la habitación y la presión de miedo en mi corazón, esa extraña sensación de que fui engañada y condenada una vez más se desvaneció.

En lugar de sentirme temerosa, me sentí entretenida por sus interacciones, por sus palabras, y la forma en que la linda niña relliar se acercaba a su palma para que la acariciara.

"Sí, en efecto soy la Primera Princesa del Reino Ten Swords. Esto puede tomar un poco de tiempo, ¿pero estarían dispuestos a escuchar mi historia?"

"¡Por supuesto!"

Al escuchar esto, sentí un sentimiento ya olvidado en mi corazón, alivio.




Comentarios

  1. Uf que sad weee T.T iso lo que pudo ja esa si es una princesa que vale...muchas gracias por la traducción y subirlo ánimo y buena suerte ;D

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