100 Luck and the Dragon Tamer Skill! Arco 4-101.1
Capítulo 101: La Chica Perdida (Parte 1)
[Punto de vista de Alkelios]
Ciudad Leveder, tan impresionante y hermosa como algunos clamaban que era, al final, solo era otra ciudad minera. El Risco Solitario Leveder era una montaña muy alta con un denso bosque cubriéndola y con nodos minerales abundantes escondidos bajo sus gruesas capas de piedra. Los asentamientos humanos estaban esparcidos a su alrededor, recolectando recursos desde el bosque y manteniéndose al margen de los más peligrosos nidos de monstruos en las cercanías.
Desde la distancia, los muros defensivos de la ciudad eran como gigantes de gran altura que estaban de pie orgullosos en frente de sus enemigos. Fueron construidos para durar en contra de asedios y de monstruos furiosos. Sin embargo, la defensa aérea era terrible al no haber ninguna. Los humanos parecían no preocuparse por ataques desde el cielo, el cual era el punto fuerte de los ejércitos draconianos.
Era como si estuviesen esperando ser conquistados por nosotros, los dragones.
Acercándonos a las gruesas puertas de madera sostenidas por largas tiras de metal, vimos una larga línea de viajeros que esperaban su turno para entrar a la ciudad. Por lo que pude ver, los guardias estaban revisando sus bolsas en caso de bienes contrabandeados y viendo si se parecían a los criminales en los panfletos de búsqueda. Los comerciantes eran los únicos que debían pagar una tarifa de comercio para la mercancía que traían consigo. Por otro lado, todos los aventureros que utilizaban a Leveder como su base confirmando esto con sus tarjetas de gremio eran exentos de la tarifa por entrar.
Nuestro grupo estaba compuesto por tres aventureros y un gato, pero no utilizábamos esta ciudad como nuestra base, por lo que tuvimos que pagar la tarifa como cualquier otro viajero. Eran cinco monedas de cobre por persona, lo cual era suficiente para una comida en una posada promedio y mas o menos era visto como dinero para mantenimiento de los grandes muros que protegían a todos de los hambrientos monstruos.
En algún momento, uno de los aventureros caminó hasta llegar al guardia que verificaba la cola en la que yo estaba y lo saludó con un apretón de manos amistoso. Hablaron de algo trivial por unos minutos, para el desagrado de la gente esperando, pero entonces el aventurero dijo algo que captó mi atención.
"Hombre, extraño los juegos de computadora, en especial los mmorpg."
"¿De que estas hablando hombre? ¿No estás viviendo en un mundo así ahora mismo?"
"Bah, me refiero a uno donde me pueda sentir OP de verdad, no esto."
"Llega al nivel 1000 y te sentirás como uno."
"Solo usuarios rotos o tramposos pueden llegar a ese nivel de poder. De todos modos, te veo luego en la cantina viejo. ¡Me dirijo de vuelta al gremio para entregar unas cuantas hierbas!"
"¡Muy bien, nos vemos luego!" el guardia lo despidió con su mano y luego regresó a su trabajo.
Así que estos dos son Héroes Humanos como Kalderan y yo.
No emitían la presión de un individuo poderoso, y si no hubiesen mencionado cosas que no existen en este mundo, los habría tomado como seres humanos promedio de este planeta. En realidad, con la excepción de los que tenían alguna habilidad un poco rota de la entidad Divina y la capacidad de ver nuestra propia ventana de estadísticas, los Héroes Humanos no eran tan diferentes de los humanos de este mundo. Podían hablar, mirarse e incluso comportarse casi de la misma forma.
Tres años era suficiente tiempo para que cualquiera se acostumbrara a este duro mundo donde los monstruos se paseaban por todos lados y en donde los dioses gobernaban los cielos. Teníamos que adaptarnos a este nuevo estilo de vida o arriesgarnos a sujetarnos por el extremo de la cuerda.
"¿Cuántos humanos crees que hayan sobrevivido de los 10 millones enviados hace tres años?" le pregunté a Kalderan.
"Hm, no lo sé, ¿tal vez mas de la mitad? Definitivamente hubo un buen número de víctimas con el pasar de los años. No todos fuimos bendecidos con suerte y buenas habilidades." Dijo y dio un paso al frente.
Solo había dos personas mas antes de nuestro turno.
"Sí, es cierto."
Es desafortunado que a la par de algunas de nuestras memorias, también trajéramos con nosotros nuestros modales. Solo porque conoces al guardia no significa que puedas saltarte la fila. Dije en mi mente, pero Kalderan no parecía estar molesto por lo que yo percibí como un gesto grosero.
Nunca me gustó esa gente que se saltaba la fila solo porque podían, especialmente en restaurantes de comida rápida, en el supermercado o en los cines. La única situación aceptable para hacer esto era cuando tuvieses una emergencia MAYOR que atender en el retrete. Saltarte la línea para obtener un boleto de tren también era aceptable solo si tu tren se iba en los siguientes quince minutos y los demás esperábamos por un boleto para el día siguiente.
Lo que este Héroe Humano hizo no estaba bien. De todos modos, me aguanté las ganas de desear que se resbalara con excremento de monstruo la siguiente vez que saliera de la ciudad.
Una vez dentro de la ciudad, vi MUCHOS mineros caminando para allá y para acá. Eran genuinos, tenían grandes picos con ellos, cascos amarillos con un cristal mágico adjunto para iluminar, ropa sucia y una actitud de marineros.
También había bastantes tiendas de minerales cerca del camino principal. Su búsqueda de clientes se centraba mas que nada en los comerciantes, pero no dudaban en vender sus bienes a los muchos aventureros que buscaban por materiales sin procesar para mejorar o reparar su propio equipo. También había un par de puestos que vendían cristales que podían ser utilizados para encantamientos, pero dudaba mucho que tuvieran el conocimiento y habilidades necesarias para procesarlos en ese estado.
"¿Qué tal si vamos a buscar en las tiendas luego de pagar nuestras habitaciones en la posada?" sugerí.
"Adelante, yo debo reportar algo en el gremio."
"¿Es acerca de la Black Company?" preguntó Risha.
"Nah, no hay necesidad de mencionarlos a ellos. Voy a reportar que la misión de escolta fue un fracaso. Un desastre natural nos encontró." Entrecerró sus ojos y me miró cuando dijo esas últimas palabras.
"¿Huh?"
"Mejor voy contigo." Dijo Risha.
"¿Qué hay de Tamara?" dije apuntando al felino curioso quien miraba a todos y a todo con grandes ojos chispeantes y con sus orejas erizadas.
"Erm… la llevaré conmigo."
"¿Hm? ¿Le comprarás a Tamara pescado rico?"
"Er… seguro." Dijo el valiente guerrero que perdió la batalla contra esas enormes perlas conocidas como ojos.
"Toma. Para los bocadillos." le di una moneda de oro.
"¿En serio? No vamos a comprar toda la comida del restaurante."
Me encogí de hombros y luego respondí con una sonrisa "Mejor prevenir que lamentar."
"¿Podemos primero ir a comprarle ropa a Tamara?" preguntó Risha.
"¿Ropa? ¿Para qué?" ambos Kalderan y yo preguntamos al mismo tiempo.
La única mujer en nuestro grupo dejó salir un suspiro y sacudió su cabeza.
"¿En serio? ¿Van a obligar a una linda niña como Tamara a caminar por ahí con esos harapos sin ningún tipo de calzado?"
"¡A Tamara gustarle las esponjosas rocas!"
Todos la miramos con ojos muertos, y en ese momento, puedo jurar que sentí como mi esposa me entrecerró sus ojos, juzgándome con la mirada a través del océano.
"Toma. Cómprate algo para ti también." Le di diez monedas de oro.
"Bien. Andando Tamara, ¡vamos a dejarte más linda!" dijo Risha tomando la mano de la pequeña.
"¡Nya~!" respondió y la siguió con una brillante sonrisa.
Unos minutos después, luego de que se fueran las dos, todavía seguíamos de pie en el medio de la calle.
"No sabe en donde nos vamos a quedar ¿verdad?" le pregunté a Kalderan.
"Nope."
"¡Ah, maldición!"
Luego de correr hasta alcanzarlas, logramos pararlas antes de que entraran a una sastrería. Si hubieran entrado, habríamos sido forzados a esperar afuera hasta que acabaran de comprar debido a que, mis amigos, esa era una tienda solo para mujeres.
Luego de dejar claro que primero debíamos apartar nuestras habitaciones en una posada antes de irnos a observar las tiendas, fuimos directo a la más cercana. Como no podía ser de otra forma, nos encontramos con una muy buena justo cruzando la calle, ¡que suertudos! Se llamaba ‘La canción de cuna del borracho’, un hotel de tres estrellas si lo comparaba con el sistema moderno de calificación por estrellas.
Apartamos dos cuartos, uno para los hombres y uno para las mujeres, eran los últimos dos, además, tuvimos que pagar plata extra para que el encargado no compartiera las habitaciones. Personalmente, no me importaba si me pasaba a mí, pero no era de mi agrado dejar que Tamara experimentara dormir en la misma habitación con un completo desconocido.
Una vez terminado este pendiente, decidimos separarnos. Yo fui a ver las tiendas de minerales, las chicas fueron a buscar ropa, y Kalderan fue a arreglar las cosas con el Gremio de Aventureros y también a comprar bocadillos de pescado para Tamara, probablemente algo seco y salado.
Todavía debía inventarse el refrigerador en el Continente Humano, aunque los dragones tenían algo similar encantando cajas de metal con magia de hielo en el interior. No eran tan costosas, pero yo hice la mía en mi hogar en Drakaria.
Hablando de eso, necesito desempolvar mis talleres cuando regrese. Tal vez tenga la oportunidad de jugar con la ardilla mascota de Seryanna. ¿Me pregunto como le irá a esa bola de pelo?
Siendo consumido por la nostalgia y anhelo por mi esposa y familia, me detuve en frente de una de las tiendas de aspecto mas lujoso. Para mí, este lugar era tan bueno como cualquier otro debido a que solo voy a ir a que me valúen una pieza de mineral de Celestio, pero cuando entré, los dos guardias gigantes me vieron con una mirada maliciosa. Probablemente pensaron que era algún tipo sin valor que ni siquiera tenía dinero para pagar por una oxidada espada, menos por algunos de los minerales de este lugar.
Para ser honesto, si me veía como un pobre. No tuve tiempo de limpiar mi armadura, estaba un poco sucia.
"¿Puedo ayudarle?" dijo el encargado desde atrás del mostrador.
Era un hombre mas o menos en sus treinta, y me barrió de arriba a abajo, estimando mi posible valor como cliente adinerado.
"¿Hm? Sí. ¿Estoy interesado en saber si también compran minerales?"
"¿Minerales? No, tenemos nuestros proveedores especiales, por lo que no necesitamos comprar minerales de… gente desconocida."
Supongo que estoy en la categoría de chico pobre. Va a tener que intentarlo mejor si es que quiere insultarme.
"Ya veo. ¿Entonces es posible tasar el valor de una pieza de mineral?"
"¿Hm? Sí, eso dependería del tipo de mineral. Los precios son: 1 cobre por una pieza de cobre; 5 cobres por una pieza de hierro; 10 cobres por una pieza de estaño; y todo lo demás 1 plata. Usualmente solo aceptamos lotes, pero tienes suerte dado que has sido nuestro único cliente hasta ahora. ¿Qué quieres que valúe?"
"¿Huh? ¿En serio? Eso es bueno. Bueno, quiero que valúes esta pieza de Celestio." Dije sacando el metal de mi bolsillo.
El plateado brillante y la Energía Mágica concentrada en el interior era lo que lo hacia diferente del resto de metales, pero también era increíblemente duro e insanamente difícil de procesar sin las herramientas adecuadas. Yo mismo lo excavé en el Desierto Norte en el Continente Dragon, así que sabía que era auténtico, pero quería saber su precio.
Cuando el encargado escuchó lo que tenía y lo miró, su boca se abrió por el asombro. Esperaba que se sorprendiera, pero no que le diera un pantallazo azul en mi presencia.
"¿Erm? ¿Hola?"
"E-Eso… n-no es posible." Dijo apuntándolo.
"¿Por qué?"
"¡¿A qué te refieres por qué?! ¡El Celestio es uno de los más valiosos metales de la especie humana! ¡No hay forma alguna de que alguien como tu tenga una pieza de ello!" dijo más sintiéndose como una acusación de ser deshonesto.
"¿Qué está insinuando señor?"
"¡Definitivamente lo robaste! Sí, ¡esa es la única explicación! ¡Lo robaste! ¡Eres un ladrón!" declaró apuntándome con el dedo.
"¿Qué?"
"¡Si me lo entregas ahora y huyes, seré lo suficientemente generoso para no entregarte a las autoridades!"
Parecía como si fuese confundido con un mero ladrón, pero nunca se le ocurrió que en realidad lo encontré o lo miné. Y lo peor, pude haber sido el mensajero de algún nuevo y posible proveedor enviado a probar a los empleados de esta tienda. Con esta indignante acusación, esta tienda falló la prueba.
Por otro lado, ahora entendía un poco mejor cuan inestimables eran los metales raros en el Continente Humano, o al menos aquí, en el Reino Ten Swords.
"*Sigh*. ¿Qué tal un no? Excavé esto de forma honesta en el Continente Dragón, y viendo como no soy bienvenido aquí, tomaré mi retirada." Dije poniendo la pieza de Celestio en mi bolsillo derecho.
"¡Espera! ¿Qué te hace pensar que tienes el derecho de irte con esa pieza de Celestio? ¡Déjala aquí mientras aun tengas oportunidad, sabandija!"
Lo miré de vuelta con una ceja levantada.
"¿No lo entiendes verdad?"
"¿Huh? ¿Entender qué?"
"Dije que excavé esto en el Continente Dragón."
"Obviamente estás mintiendo. Ahora, ladrón, deja el Celestio aquí. ¡Mis guardias te mostrarán la salida!" declarando eso tomó una pequeña campana de abajo del mostrador y la tocó dos veces.
En el siguiente momento, los dos guardias que estaban afuera se metieron a la tienda tratando de verse lo más amenazadores posible.
Miré a los dos y luego al encargado. Suspirando, me apresuré al guardia más cercano, un gran hombre oso a falta de descripción, y lo golpeé en el estómago. Era un golpe muy débil debido a que no quería que explotara por todo el lugar.
El hombre oso se deslizó por el suelo tres metros y luego me miró con una sonrisa.
"Tengo la habilidad [Rough Back] hermanito. Vas a necesitar más que eso para derribarme." Dijo con un acento australiano muy marcado.
"Hah, un Héroe Humano. Ahora eso es interesante." Luego de eso le di una patada al otro guardia, enviándolo a volar por el cuarto hasta un montón de cajas.
Noqueado, ahora solo quedaba el australiano en pie.
"Tu… eres fuerte."
"Así es, grillo."
"¿Grillo?"
"Erm, digo malhumorado… rechinador, ¿enojado?"
"¿Quieres decir sorpresa?"
"¡Sí! ¡Eso!"
Con una sonrisa, le di un puñetazo en la cara que lo noqueó por completo. Dado que tenía una habilidad de fortalecimiento corporal, no podía permitirme ser suave con él, y puse un poco más de fuerza en el golpe, solo lo suficiente para aplastar piedras.
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