100 Luck and the Dragon Tamer Skill! Arco 4-112.2

 Capítulo 112: Avanzando a la Siguiente Fase (Parte 2)


[Punto de vista de Alkelios]

La sombría marca dejada en nuestro grupo por nuestro encuentro previo era uno que nos perseguiría en nuestro viaje a la Capital Ten Swords, y todos estaban soportándola a su manera.

Ildea ciertamente no se encontraba de buen humor, el aliado en el que creía que más se podría apoyar resultó ser un traidor que murió por su comando, y aunque Coshun estuviese aquí, a su lado, intentando animarla lo mejor que podía, los demás no lo estaban haciendo nada mejor. Para mí, esta reacción de su parte, su actitud hacia nuestra actual situación era normal, después de todo, aprendimos que el Rey de Ten Swords envió asesinos tras su propia hija, así que nosotros, quienes la ayudamos, naturalmente seriamos marcados como traidores contra el Reino por primera vez. Yo no era nativo de estas tierras, al igual que Coshun, pero para los demás este era su hogar. La probabilidad de terminar exiliados o incluso como criminales era bastante alta.

Honestamente, sabía que Ildea se encontraba muy adolorida, pero no sabía empatizar con el hecho de que tu padre quisiera tenerte muerto. Mis propios padres en Rumania siempre fueron amables conmigo incluso si algunas veces me comportara como un tarado por no sacar la basura, pero si supieran que ahora era un hombre casado, con un rango de nobleza y riqueza por las nubes, ciertamente estarían derramando lágrimas de felicidad por ver como maduré.

En el caso del padre de Ildea, parecía que mientras más excepcional fuera su hija, más intentaba menospreciarla y tomar su vida. Un acto tan cruel era doloroso y despiadado, no era algo que pudiera entender, y probablemente no era algo que necesitase. Tal vez solo estar al lado de Ildea como su amigo era la mejor forma de apoyarla ahora mismo.

Viendo de vuelta a como terminaron las cosas de esta forma, no podía evitar sino decirme a mí mismo que todo lo que hicimos fue para intentar sobrevivir. No era nuestra culpa que la gente que iba a tras nosotros terminara muerta en el proceso de pelear para defendernos. ¿Qué se suponía que hiciera? ¿Hacerme a un lado y mirar como Kalderan era atormentado por las memorias de su pasado a manos de esos viles comerciantes de esclavos? ¿Asesinar a Risha solo porque estaba en el grupo del líder que quería matarnos? ¿Dejar que Tamara fuera vendida como esclava para terminar siendo aporreada y lastimada por otros? ¿Ignorar la mirada de auxilio de Ildea quien robó comida solo porque habría muerto de hambre de no hacerlo? ¿Voltearme al ver a Coshun, el hijo adoptivo de la Reina y Rey de Albeyater, quienes creyeron haberlo perdido? ¿Abandonar a Drumora y ahuyentar a Amadeus solo porque eran diferentes al resto de humanos, de otra nación, o porque eran tan pobres y sucios como un vagabundo?

Si hubiera elegido todo eso… ahora mismo, no habría nadie a mi alrededor. Habría sido un solitario Héroe Humano mitad dragón sin amigos ni gente con quien hablar, nadie con quien compartir mis preocupaciones, sin nadie que me escuchara, nadie a quien ayudar, nadie con quien decir un mal o buen chiste. Sinceramente, no podía ver culpa en mis acciones hasta ahora. Ayudaba a aquellos a quienes deseaba ayudar con todo lo que había a mi alcance, y justo ahora, Ildea era quien más necesitaba nuestra ayuda.

Este torneo que se iba a llevar a cabo en la capital solo era un juego para mí. No había nadie en este país que pudiera llegarme a los talones, sin embargo, en ese lugar, en esa fecha, el Rey probablemente estaría fuera de su Palacio, y con un poco de suerte, Ildea tendría la oportunidad de hablar con él, de preguntarle por qué dio la orden de su eliminación.

Y entonces, si las palabras no funcionaban, estaríamos ahí para prestarle nuestras espadas…

Dejando salir un gran suspiro, miré al follaje de los árboles, ya pasaba del mediodía para ahora, pero el sol aún seguía brillando alto en el cielo. Dejé que mi mente pensara en Seryanna, en las veces que estuvimos juntos…

"Te extraño…"

[Punto de vista de Seryanna]

"¿En qué estás pensando?" me preguntó Kataryna cuando me vio con el ceño fruncido.

"Que tenemos alas y que este bote puede ser cortado a la mitad."

"Hm, cierto~" estuvo de acuerdo sonriendo y moviendo su cola en el aire.

Ahora mismo, estábamos en la cubierta del barco enemigo. La flota que evitó nuestro desembarque en el Puerto Mondare en el Reino Ten Swords estaba conformada por varios buques pertenecientes a diversas naciones del Continente Humano. Todos estaban bien equipados y listos para entrar en combate en cualquier momento, sin embargo, Elleyzabelle y el Capitán Mathew decidieron que sería mejor intentar comunicarnos con los humanos, dado que, por ahora, no nos dirigíamos al Continente Humano buscando problemas.

Cerca de dos días después de hacer el primer contacto, se decidió que nos encontraríamos en el buque insignia del Reino Majin, el Babayakshi. Era un galeón de guerra en términos de tamaño, pero estaba recubierto con pieles de monstruos con el propósito de dar una armadura protectora contra ataques mágicos, así como camuflaje en contra de gigantes errantes que merodeaban en las profundidades del océano. Bueno, funcionaba… siempre y cuando yo y Kataryna no desenvaináramos las espadas que Alkelios nos obsequió.

Elleyzabelle nos pidió suprimir nuestra presencia tanto cuanto pudiéramos antes de abordar su barco, para que accidentalmente no espantáramos tanto a los humanos. Al igual que los No Despertados, tenían una mentalidad muy infantil y muy a menudo pensaban de sí mismos como los mejores del mundo. Justo como un joven cachorro de lobo que no estaba consciente de que se adentró en guarida de ovejas, así estos jóvenes causarían problemas a aquellos más avanzados y poderosos que ellos.

Una vieja dragonesa solía decir que la sabiduría llegaba con la edad, pero que, para llegar a la edad de la sabiduría, debías ser lo suficientemente afortunado para sobrevivir al pasar de los años, y lo suficientemente inteligente para conocer cuando era la oportunidad adecuada de mostrar tus colmillos. Muy a menudo, los momentos de adversidad que superabas y sobrevivías cimentaban las bases de tu sabiduría.

Con esto dicho, la vasta mayoría de humanos en este barco parecían estar listos para ser probados sobre cuan inteligente sería la decisión de intentar atacarnos.

"¡Ah, bienvenidos!" quien nos dio la bienvenida tenía una gran sonrisa y sus brazos abiertos como si quisiera darnos un abrazo.

No había una costumbre así de la que estuviera notificada, así que, si este salvaje se atrevía a hacer algo estúpido, le dejaría el filo de las garras de una dragonesa. Pero, sintiendo la irritación en mi mirada, Elleyzabelle dio un paso al frente, y le respondió con una sonrisa cordial.

"Es un honor ser bienvenida a bordo de tan estimado buque como el suyo. Parece que el poderío del Reino Majin no ha disminuido incluso después del desafortunado evento por el cual atravesó."

Sus palabras sonaron educadas y amigables, pero llevaban consigo un veneno real bajo su superficie. No había nadie a bordo que no estuviese al pendiente de cómo han cambiado las naciones de este mundo tan pronto entraron contacto con los Héroes Humanos. En algunos lugares, las líneas sanguíneas de la realeza se desvanecieron de la noche a la mañana, mientras que en otros la población era introducida a su nueva vista política y se aliaban para ir en contra de sus señores.

Aunque algunos clamaban que todo era hecho en nombre de la paz y la prosperidad, la verdad era algo mucho más simple que eso. Ellos vinieron, conquistaron, y ahora, la población nativa no tenía elección que postrarse ante ellos. Entre ellos, el Reino Majin era uno de tales víctimas, así que mencionar la Gran Separación era relativamente peligroso.

"Hm…" el hombre entrecerró sus ojos a Elleyzabelle y permaneció en silencio un momento.

En términos de aspecto, me recordaba a monstruos gorila salvajes. Había pelo en sus brazos, en su rostro, en sus piernas, en su pecho, incluso un lobo tendría menos pelo que él, pero este humano incluso tenía el atrevimiento de trenzar su barba y cabello. La armadura que vestía, aunque simple, primitiva y salvaje a primer vistazo, escondía una fuerza aterradora. Los protectores de sus brazos estaban hechos de una gruesa piel con pelaje de metal cubriéndolos, una larga capa estaba sujetada a sus hombros, haciéndolo ver más salvaje de lo que parecía, pero podía sentir el flujo de Energía Mágica dentro de ella. La pieza del pecho y los protectores de las piernas estaban pintados de color café oscuro, pero en las costuras, el color ámbar original podía ser visto, lo que significaba que el monstruo al que pertenecía esta piel no era uno ordinario.

Aun así, aunque yo no podía distinguir las capacidades de una pieza de armadura como Alkelios, todavía podía sentir si se encontraba por encima o debajo de mi propio equipamiento, y en ese momento, a lo mucho podía ponerla al nivel de una armadura draconiana estándar, de las que eran usadas por los vicecomandantes bajo mi puesto. No, ¿quizás más abajo?

De cualquier forma, este humano se miraba salvaje y vestía un equipamiento mucho mejor que el de sus subordinados en este bote, pero hablando de fuerza, quizás podría aguantar uno, ¿tal vez dos de mis ataques?

"¡Ahem! Bueno, supongo que sería grosero de mi parte hacer que tan estimadas señoritas esperaran en la cubierta de este barco rodeadas por estos rufianes. Por favor, acompáñenme hasta la cabina del capitán."

Elleyzabelle me señaló con una mirada, y yo asentí. Si había siquiera una pizca de peligro, la tomaría y volaríamos lejos mientras Kataryna convertía todo este bote en una gran escultura de hielo que se hundiría en el fondo del océano.




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