100 Luck and the Dragon Tamer Skill! Arco 4-110.1

Capítulo 110: Rumores y Susurros (Parte 1)


[Punto de vista de Alkelios]

Al siguiente día, Ildea nos saludó con una sonrisa como si los eventos de ayer no hubieran tenido efecto en ella. No sabía si tenía puesta una máscara ocultando su verdadero rostro o si en verdad tomó en consideración las palabras de Coshun y no dejaba que la de los caballeros le afectaran. Por ahora, solo debíamos esperar y ver.

No mucho después de finalizar nuestro desayuno, regresamos a nuestras habitaciones a empacar nuestras pertenencias. Dimos nuestras gracias y despedidas al cuidador y nos dirigimos a la puerta del borde. Nuestra siguiente parada sería la Villa Olfango. Ahí, teníamos planeado obtener algunos suministros y tal vez ver si había algunos rumores interesantes circulando.

Ildea no habló de lo que pasó ayer, y no queríamos traer a flote el tema tampoco. Aunque a diferencia de antes, Coshun decidió permanecer a su lado. Justo como un verdadero caballero, se aseguró de ayudarla en cada vuelta, pero al mirarlos, me empezaba a preguntar por qué estaba actuando tan amable con alguien que técnicamente era parte del bando enemigo. No, Ildea no era nuestra enemiga, pero su reino definitivamente no gustaba de los dragones. Tampoco de los Héroes Humanos.

Honestamente estaba esperando que ella se mantendría en silencio sobre el tema de los caballeros durante el viaje de regreso, pero no mucho después de irnos de las puertas de Grinjar, caminó hasta mí y me jaló de la manga.

Mirándola, le pregunté si pasaba algo, y esto me respondió:

"Alkelios, pensé mucho sobre lo que sucedió ayer, sobre lo que me dijiste y lo que significa ser quien decida si alguien vive o muere. Para ser honesta, nunca lo había pensado hasta ahora, y en realidad nunca se me ocurrió cuando me encontraba en el palacio. Para una Princesa, ella solo necesita embellecerse para que su posible prometido sea encantado por ella, sin embargo, luego de lo que me dijo Coshun, empecé a preguntarme acerca de lo que haría si tuviera más poder…"

El dragón en cuestión caminó hasta ella y puso su mano en su hombro, dándole coraje sin decir una palabra.

"Gracias… Quiero hacer un cambio, Alkelios."

"¿Qué tipo de cambio?"

"Si regresamos a la capital, podrías… ¿podrías ayudarme a destronar a mi padre? Si se queda en el poder, temo por el futuro de mi Reino, y existe la posibilidad de que ordene un ataque en contra de Albeyater. No parecerá una posibilidad ahora mismo, pero temo que en el futuro Akutan solo necesite preguntar y mi padre incline su cabeza, considerando como van las cosas ahora… eso claro que aun exista un Reino Ten Swords y no un Anexo del Imperio Akutan."

"Sabes que lo que me estás pidiendo, a un Duque de Albeyater, puede ser visto como nada más que traición por tu padre ¿verdad?"

"Sí. Es traición a sus ciegos ojos y a los de los actuales nobles, sin embargo, en el caso de tener éxito, los libros de historia nos nombraran héroes en lugar de traidores… además, para que ocurra lo último, significaría que tu tendrías que perder o que mi madre o yo llegásemos a morir."

"Cierto." Asentí, pero cuando habló esas palabras, no pude sacudirme el sentimiento de que llevaban mucho peso detrás.

En realidad, no sería tan irrazonable pensar en esto como una premonición del futuro, una en la que no había Ildea o Reina de Ten Swords…

Si este curso de acción es en efecto por un mejor futuro para ambos este Reino y Albeyater, entonces deseo que Ildea y su madre sobrevivan cualquier evento desafortunado que caiga sobre ellas en el futuro cercano. 

"Muy bien, te ayudaré. Si esto sale bien, entonces Albeyater y Ten Swords forjarán la primera alianza humano-dragón en siglos o milenios."

"¿No es esta la primera alianza humano-dragón?" dijo Kalderan.

"Si lo ves de esa forma, entonces sí."

"Alkelios, gracias." Dijo Ildea con una suave sonrisa mientras se le formaban lágrimas de felicidad en las esquinas de sus ojos.

Dentro de este Reino, la joven princesa no tenía aliados ni oportunidad de tomar su reino de vuelta, así que vio en mi esa pequeña oportunidad de luchar contra la imposibilidad e improbabilidad de un futuro mejor para ella y su gente. También era el tipo de alianza que sinceramente no podía hacer a un lado como si nada. Aunque Ildea aún era muy joven e inexperimentada, no podía decir que yo lo hacía mucho mejor. Era bueno peleando y tal vez un poco creando cosas, pero cuando se trataba de política y traición tras bambalinas, me sentía fuera de mi elemento.

De cualquier modo, por ahora, nuestro objetivo principal era llegar a la capital de Ten Swords, y tanto que quisiera solo volar para llegar al lado de mi esposa, sentí que escuchar las palabras de la entidad divina era mejor. Tomar la ruta escénica me ha llevado al desarrollo de algunos encuentros bastante interesantes.

Los demás tampoco se encontraban apresurados, así que mientras viajábamos, podríamos obtener información y pulir nuestras habilidades. No obstante, si algo urgente llegaba a surgir haciendo que Ildea me rogara por llevarla a la capital tan pronto como fuera posible, no me importaba estirar mis alas por un rato. Un vuelo a alta velocidad hasta el palacio de su padre no tomaría más de unas pocas horas de juzgar correctamente la distancia.

Así, casi dos días después, finalmente llegamos a la Villa Olfanga, donde fuimos recibidos con una vista peculiar. En lugar de ver a los oprimidos y aburridos aldeanos de todos los días, estos se veían muy felices y alegres. Los guardias estaban bien equipados, con armas y armaduras de calidad similar a los de una gran ciudad, lo que significaba que este asentamiento la llevaba bien tratándose de dinero. Tal vez el motivo de esto es porque la villa era un punto de intersección muy importante.

Al norte se encontraba la Capital Ten Swords, al oeste estaban los asentamientos al norte del Pico Solitario Leveder, y al este estaba el camino que nos lleva a la Ciudad Portuaria Mondarc. Al sur se encontraba el Pueblo Ciudadela Grinjar. En otras palabras, no importaba a donde eligieras dirigirte, terminarías en una de las grandes ciudades del Reino Ten Swords.

Había muchas caravanas comerciantes aquí, al igual que aventureros cansados buscando por un lugar para cenar y dormir. En lugar de una o dos posadas, había un total de seis. Toda esta villa parecía haber desarrollado el deseo ardiente de los fatigados aventureros de tener una parada de descanso en su camino. Era por eso que no solo la seguridad sino también la riqueza general era relativamente alta comparada con otros lugares como la Villa Orhiga por ejemplo.

"No tomará mucho para que este lugar se convierta en un Pueblo." Dijo Kalderan apuntando a los carruajes pasantes.

"Eso podría ser la intención de varios nobles en esta área. Los escuché hablar con mi padre sobre ello en varias ocasiones, el problema es que, no han decidido quién va a gobernar este asentamiento." Dijo Ildea viendo la señal de bienvenida de una posada.

"¿Ocurre algo?" preguntó Coshun.

"No, solo recordé que cuando escapé de la capital, esta posada era uno de los lugares donde mi mayordomo y sirvienta sugirieron que pasáramos la noche. Es triste que… ellos ya no estén aquí."

"Sobreviviste por tanto tiempo, lo que significa que hicieron sus trabajos como sirvientes."

"Gracias."

"¿Debemos quedarnos a dormir aquí?"

"No… demasiados recuerdos." Dijo Ildea con una sonrisa triste formándose en sus labios.

Dejamos atrás esta posada y continuamos buscando por una más acogedora.

A pesar de que en nuestros viajes pasamos la noche en posadas y comemos en su taberna, las cosas no eran iguales para otros aventureros. Entre todos los viajeros, los comerciantes y los nobles eran los únicos que podían permitirse un estilo de vida tan pródigo. Todos los demás recibían un lugar en los establos o eran puestos a trabajar por un lugar en una habitación común, la cual usualmente era rentada a cualquiera dispuesto a pagar una moneda por ella.

Había casos como los de los guardias de caravana, que no tenían permitido alejarse del objeto de su custodia. Debían tener un ojo constante sobre los carruajes y mercancía de sus empleadores. Solo en caso de emergencia o por orden de un noble se harían a un lado. Es por eso que muchos de los carruajes en la villa tenían un par de fogatas a un lado de ellos.

Hasta ahora, no había visto ninguna caravana de la Black Company, lo cual era lo mejor. Considerando que tipo de deseo hice la última vez que tuve un encuentro con ellos, no estaría sorprendido si estuvieran al brinco de la bancarrota en estos momentos.

Otra cosa que me di cuenta mientras caminaba por estas calles era que Coshun o Tamara no recibían tantas miradas de odio como lo hacían en Grinjar. Tal vez la gente de aquí estaba más acostumbrada a la presencia de un relliar o un draconiano caminando entre ellos, o tal vez simplemente no se molestaban en provocar conflictos con otra persona. Después de todo, en estos cruces de caminos, había una probabilidad de viajar al día siguiente en la misma dirección o de nunca jamás vernos las caras.

Siempre y cuando no me molestara en llamar la atención, nadie se vería en la necesidad de meterse con nosotros.

Al final, después de circuncidar la villa una vez más, decidimos detenernos en una modesta posada localizada al final del mercado. Parecía ser construida con una especie de madera roja, los cuartos para renta estaban en los pisos superiores y en el edificio adyacente, y la planta baja fue transformada en una bulliciosa taberna. El fuerte olor de cerveza y carne cocinada nos llegaba desde el interior, pero no era tan malo. El propietario mantenía limpio y la sirvienta parecía buena persona.

Había cuatro mujeres en nuestro grupo, así que tuvimos que rentar un gran cuarto separado mientras ellas se quedaban en el suyo. El precio era un poco elevado, diez monedas de plata, mucho más costoso que cualquiera de las posadas en las que nos hemos quedado hasta ahora, pero Ildea nos aseguró que los precios irían en aumento mientras más nos acercábamos a la capital. Esta era una gran razón de porqué muchos plebeyos dejaban esta área por las cercanías, donde era más barato vivir.

Ahora mismo, esta posada tenía como invitados distinguidos a un comerciante y sus asociados cercanos. Se quedaron en las mejores habitaciones y recibieron la mejor mesa de la taberna. Nos dijeron que no los molestáramos, y no teníamos intención de hacerlo. Su caravana estaba afuera, y sus guardias la cuidaban muy de cerca. Una cosa importante de mencionar acerca de ello era el hecho de que eran tiradas por burros, no caballos.

Encontraba estas criaturas un poco divertidas, pero al mismo tiempo, no podía evitar preguntarme si un burro Khosinni existía en alguna parte del Continente Dragón. Le pregunté a Coshun de esto, pero parecía no estar consciente de alguna criatura así. De todos modos, dudaba que alguien fuera a encontrar un uso para un burro de seis piernas y cuatro ojos. Esas bestias eran equivalentes a monstruos para los humanos, y si uno fuera a embestir a un granjero, lo convertiría en una plasta de carne.

Con eso dicho, además de un gran número de comerciantes dirigiéndose y saliendo de la capital Ten Swords, también teníamos curiosidad por el gran número de aventureros. Desde mi punto de vista, había un poco demasiados comparado con otras de las villas que hemos cruzado. Las varias armaduras hechas de partes de monstruos y armas algunas veces más grandes que sus cuerpos me recordaban a los personajes de ciertos videojuegos.

En ese entonces, nos reíamos del prospecto de tener a un guerrero con manos flacuchas blandiendo una espada diez veces más pesada que su cuerpo y tres veces más grandes, pero entre los dragones había muchos que podían hacer eso. La idea de no ser capaz de blandir algo como eso era un asunto de risa entre ellos.

Aun así, encontraba curioso que la vasta mayoría de los humanos eran solo individuos que parecían ser de descendencia europea, o como dirían los dragones, de escamas blancas. Había unos pocos que me recordaban a los africanos o los asiáticos, pero no podía recordar si había alguna distinción concreta como lo había en la Tierra. Tomando una mordida a la bala, luego de registrarnos en la recepción, le pregunté a Amadeus.

"No puedo decir con certeza que haya algún país o región que se preocupe mucho por como luce su piel. En el Imperio Akutan había muchos oscurecidos y dorados, así como de piel rojiza y blanca, pero no recuerdo que se me dijera que vienen de un país en específico. Todos son solo diferente variante de la especie humana, como el color de escamas de los draconianos."

"Alkelios, en un mundo donde todos se pueden convertir en esclavos y en donde hay otras especies vastamente superiores a los humanos desde muchos puntos de vista, la idea de supremacía racial es ridícula, un concepto sin sentido alguno." Dijo Kalderan.

"¿Qué es la supremacía racial?" preguntó Amadeus curioso.

"El concepto de que un humano de cierto color de piel es superior a otro al punto de que sin querer empiezan a verse a sí mismos como una especie diferente."

"Eso suena como un mal chiste."

"Quisiera que así fuera, pero en el mundo de dónde vienen los héroes humanos, este argumento fue la chispa que inició incontables guerras y terminó en la muerte de muchos inocentes."

"¿Por qué?"

"Tal vez porque simplemente los humanos no tenían a un enemigo en común que no fuera ellos mismos o tal vez porque nuestros ancestros amaban la idea de matarse unos a otros y necesitaban una buena razón para librar una guerra. Ahora mismo, nadie sabe con certeza, pero los efectos de esos tiempos quedaron como cicatrices en nuestro tiempo presente."

"Perdón por interrumpir, pero creo que lo que estás diciendo es similar a algo que sucedió en la larga historia del Continente Dragon." Dijo Coshun.




Comentarios

  1. Me duelen los ojos
    Pero gracias por la traducción y el trabajo v; A.S.F

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