100 Luck and the Dragon Tamer Skill! Arco 4-87.2
Capítulo 87: El Incendio en el Bosque Silvertooth (Parte 2)
[Punto de vista de Mandar Bashir]
[Un poco antes de que Seryanna empezara su ataque]
Las negociaciones fallaron miserablemente. A cualquier intento del obispo Bassar por intentar apelar a la aceptación del Rey, ese viejo león no respondía como nos hubiera gustado. Al contrario, parecía más ansioso por mandarnos de vuelta al Imperio Akutan.
También estaba el asunto de esos dragones con quienes nos encontramos en Sagar. A pesar de que intenté rebuscar algo de información acerca de ellos, los relliars no soltaban ni un solo susurro. Mis esfuerzos eran en vano, pero me las arreglé para asegurar unos cuantos sobornos y tener una noche caliente con una de las sirvientas.
Justo ahora, nos encontrábamos en el medio del Bosque Silvertooth, en la base de operaciones que se suponía actuaría como el punto central de una nueva colonia humana en este continente. Los esclavos que recogimos en la capital ya habían sido enviados al Puerto Donmar, pero el obispo decidió mantener a uno de ellos aquí para su entretenimiento.
El que eligió fue la princesa del Reino Sarakus. La pequeña niña relliar fue secuestrada como consecuencia de rehusarse a aceptar los generosos términos del Imperio Akutan. Sin embargo, todos sabíamos que se trataba más de un motivo personal que de uno oficial. Como cualquier otro viejo tonto, él se mofaba con el nombre del imperio donde sea que pudiera sin pensar mucho en las consecuencias que podría acarrear.
Cuando entré en la cámara de tortura del obispo, se encontraba en el medio de la tortura de la pequeña niña. Ella lloraba y rogaba que se detuviera. Las atrocidades por las que ha pasado hacían que mi piel tuviera escalofríos, y no dudaba que un demonio de este calibre no terminara con una cadena perpetua en la Tierra. Quitando el hecho de que el torturar a alguien era una gran ofensa en la Tierra, el dañar y abusar de un infante era realmente desagradable y las autoridades harían todo lo que pudieran con tal de detener a estos monstruos de seguir deambulando libres en la sociedad.
Bueno, eso era en la Tierra, aquí… no había policía o agentes federales que lidiaran con tales problemas. La mayoría del tiempo, tales acciones eran consideradas desafortunadas, pero no enteramente ilegales, especialmente cuando se hacían a alguien que había jurado lealtad a otro país.
Yo, por mi parte, no podía hacer nada al respecto ni me importaba lo suficiente para entrometerme en estos tipos de eventos. Todo lo que quería era vivir mi vida tan pacíficamente como me fuera posible. Aunque el tener que escoltar a esta tina de grasa psicópata y sádica no era algo que podría llamar fácil.
"¿Ya terminó obispo?"
"¿Hm?" el hombre se volteó sosteniendo una daga pequeña en su mano.
Estaba sonriendo, pero la cuchilla estaba cubierta de sangre, y detrás estaba la pequeña llorando y gimiendo. Hice lo mejor que pude para no mirar en esa dirección.
"El sol se está poniendo y debemos decidir si pasaremos la noche aquí o no."
"¡Es obvio que pasaremos la noche aquí! Esta noche será una de disfrute, bueno, el mío al menos." Sonrió y miró de vuelta a la niña relliar. "Ella terminará convirtiéndose en una mujer más rápido de lo que esperaba, entonces veremos si puede caminar sin su cola. Siempre estuve curioso acerca de eso." Dijo tocando su mejilla.
Traté de no mostrar una expresión de absoluto disgusto.
"Vamos arriba entonces a informarle a los caballeros." Dijo limpiando la sangre de la daga.
"Después de usted, su santidad." Me aguanté el decir un comentario grosero.
"¡Es cierto! ¿No quieres probar algunas de las esclavas antes de que lleguemos al continente? Recuerdo que disfrutaste a la sirvienta relliar en el palacio." Dijo antes de abrir la puerta del sótano.
"No, su santidad. Prefiero que tales relaciones sean consensuales."
No tenía vergüenza en admitir que, en ciertos aspectos, me he desviado lejos del pensamiento moral de un hombre italiano de la civilización moderna, pero aún faltaba degradarme al nivel de un salvaje o un violador. Cuando una mujer decía no, significaba un NO.
"¿Consensual? Que gusto tan peculiar y aburrido tienes."
Luego de abrir la puerta lo seguí afuera.
"¡Deberías elegir un pasatiempo placentero como el mío! Es bueno para la mente y el corazón."
¿Qué hay de placentero en torturar y violar a otros? En realidad, ¿por qué es que alguien de una posición tan alta como él tiene un pasatiempo tan desagradable?
"Mi pasatiempo es comer y dormir."
"Que pasatiempo tan más aburrido."
No mucho después de dejar la iglesia, ella apareció…
Pateando la puerta desde adentro, ella las apartó de las bisagras y las envió volando hacia nosotros. Aterrizaron solo a unos cuantos pies.
En el momento en que posé mis ojos sobre ella, sentí un escalofrío recorrer mi columna y pensé NO debimos secuestrar a la princesa relliar.
"¿Qué ocurre aquí? ¿Cómo llegaste hasta aquí? ¿No sabes que somos los delegados humanos? ¡Tenemos inmunidad diplomática! ¡Atacarnos es igual a declarar la guerra con el Imperio Akutan!"
No creo que a ella le importe…
Bueno, esta dragonesa eligió el día más desafortunado para atacarnos. Podré mirarme débil, pero mi habilidad [Butthurt Cupid!] era bastante impresionante. Por un periodo de tiempo limitado, podía literalmente robar la mitad de la fuerza de mi oponente, o sea sus estadísticas. La única condición era que después de activarla, tenía solo unos cuantos segundos para tocar a mi oponente o de otra manera, la habilidad se desactivaría sin que hiciera nada.
Para un peleador cuerpo a cuerpo como yo, esta era la habilidad ideal. Estoy feliz de haber elegido kickboxing en la preparatoria.
Dejando de lado el nombre ridículo que tenía que gritar cada vez que la activaba, esta habilidad me concedía la fuerza y fama que necesitaba para sobrevivir en este peligroso mundo donde solo la ley del más fuerte importaba.
Ahora todo lo que tenía que hacer era esperar a que se acercara lo suficiente, si es que ella decidía atacarnos claro está, el momento en que el obispo decía el nombre del Imperio Akutan, usualmente todos retrocedían en sus intenciones.
"Los hombres muertos no cuentan cuentos…" respondió como si estuviera en algún tipo de trance.
Espera un segundo… si viene desde adentro de la iglesia, entonces… en ese momento voltee a ver al obispo que parecía estar enojado con su respuesta Este tonto nos condenó a todos…
Me doy cuenta ahora. No había manera de que pudiera pelear en contra de esta mujer dragón. Mi mejor oportunidad era atraerla y robar su poder o hacer que me perdonara la vida dándole lo que ella quería: el obispo.
Antes de que pudiera decir algo, este lunático gritó "¡MATEN A ESTA MUJER!"
El primero en atacar fue el Caballero Comandante Devus Allexian, pero no tuvo posibilidad alguna contra ella.
La dragonesa lo tomó de su hombro derecho y luego jaló el brazo hasta que lo separó del cuerpo. Los gritos del hombre fueron lo suficientemente ruidosos para espantar a las aves en millas a la redonda. Entonces lo tomó del otro hombro y también le arrancó el otro brazo. El hombre rogaba que se detuviera, pero ella puso su mano en su garganta y la arrancó de un tirón. El comandante parecía que había sido el juguete de una bestia salvaje. Por último, ella tomó la espada de su cuerpo y lo empaló en el estómago. Con un solo jalón, ella lo cortó como si fuera un cerdo en un matadero. El hombre murió de esa forma en su lugar.
Mientras todos estábamos sorprendidos por este despliegue de brutalidad, ella atacó a otro caballero. Y así, la masacre empezó.
Nuestros ataques ni siquiera podían penetrar sus barreras mágicas, mucho menos astillar su armadura. Aun así, todos aquellos que trataron fueron descuartizados solo por sus manos o eran puestos en llamas, las que ella controlaba con su pura voluntad. Era como pelear con algún tipo de abominación demoníaca que quería descuartizarnos uno a uno.
Las flechas no tenían efecto en ella, pero atrapó algunas durante el enfrentamiento y las lanzó de vuelta a sus enemigos. No muchas dieron en el blanco, pero funcionó como distracción. Cuando estuvo lo bastante cerca de los arqueros, hizo comerlos sus propias aljabas antes de destrozarles las quijadas.
Varios trabajadores fueron quemados vivos, y ni siquiera los hechizos de agua eran lo bastante poderosos para apagar las llamas, escuché cuando daban su último aliento de absoluta agonía.
Es extraño decir, que a pesar de que esta dragonesa corría por los alrededores con su espada guardada, ella nunca la utilizó. Todos y cada uno de sus ataques eran hechos con la ayuda de sus garras y fuerza bruta.
"¡TU! ¡Haz algo! ¡Mátala! ¡Es por eso que fuiste pagado cuando viniste conmigo!"
"¡¿Hacer que?! ¡No puedes ver que se volvió completamente loca! ¡Esto es TU culpa por secuestrar a esa niña pequeña! ¡Tus propios pecados te han seguido hasta aquí! ¡Demonios, todos hemos sido arrastrados en tu castigo!" le grité de vuelta con un tono de disgusto total.
Bueno, la educación ya no importaba. Ella iba a matarlo de todas formas, pero tal vez yo podría escabullirme de esta situación si rogaba por su misericordia. Era verdad que no me quería involucrar personalmente en ayudar a los relliars o en prevenir que ocurriera esta situación, pero no era mi trabajo hacerlo. Solo me dijeron que protegiera, no que me preocupara por los esclavos que este hombre conseguía.
"¡T-TU! COMO TE ATREV…" sus palabras fueron cortadas cuando la dragonesa apareció detrás de él como un demonio vestido de una armadura roja rodeada de llamas hambrientas.
Con un solo movimiento, ella perforó la espalda del hombre y traspasó su mano a través de su pecho, revelando el corazón aun palpitante en ella.
En ese momento, tuve un vistazo de su mirada, y era muy fría, detuve mi respiración por un segundo.
Sus dedos se apretaron alrededor del corazón del obispo hasta que se salió por las hendiduras entre ellos como una desagradable plasta de carne roja.
Sacó su brazo el cual estaba cubierto de flamas, quemando la carne que se atrevía a tocar su armadura.
No hubo ningún momento de duda cuando hacia esto, pero aún no terminaba.
Quitó los brazos del obispo de su torso y los arrojó a las llamas que se encontraban alrededor de ella, entonces tomó la cabeza del hombre con ambas manos y apretó hasta que reventó como una sandía.
Era una forma horrible de partir, pero ese hombre lo merecía.
Cuando nuestros ojos se encontraron, tragué saliva y levanté mis manos "¡Espera! ¡Hablemos sobre esto! ¡No represento ningún peligro para ti y ni una sola vez toqué a los relliars!"
Volteó a su izquierda y recogió algo.
Debido al humo y fuego a su alrededor, no supe que fue lo que agarró, pero un momento después, se fue a volar hacia el cielo. La miré pensando que tal vez fui perdonado, pero en el siguiente segundo, algo brilló en la luz del fuego.
"Urk…"
Sentí como el dolor se esparcía por mi cuerpo. Con un movimiento de muñeco quebrado, agaché mi cabeza para ver que es lo que me había atravesado. Ahí, en el centro de mi pecho, se encontraba una típica espada de caballero que estaba cubierta de incontables grietas brillantes de color blanco.
Esto es todo… pensé y miré a la dragonesa una vez más.
Sus ojos eran tan fríos como las tormentas de nieve de la Antártida, aun así, su gracia y elegancia permanecieron inmutables como la de un noble. Fue ahí donde me di cuenta de mi error. Ella no era un demonio…
Y así ella descendió desde los Altos Cielos, trayendo caos a los pecadores y salvando a aquellos que se aferraban a su Divina Luz. Para ganar el aprecio de Odín, sus Valquirias volaron por los cielos con gran placer… recordé ese pasaje de una leyenda que leí antes de dejar el Imperio Akutan.
Cerré mis ojos y acepté mi destino.
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