100 Luck and the Dragon Tamer Skill! Arco 4-87.1

Capítulo 87: El Incendio en el Bosque Silvertooth (Parte 1)


[Punto de vista de Seryanna]

Con la noche acercándose, y el sol a punto de ponerse en el horizonte, avisté algo brillante en la distancia. Si hubiera parpadeado, lo habría omitido.

Extendí mis alas a medio vuelo y me detuve en el aire. Entrecerré mis ojos a esos rayos de luz esparcidos y me di cuenta de una especie de torre como su origen. Por un momento, me pregunté si se trataba de un puesto relliar o quizás una villa pequeña, pero dudaba en gran medida que se tratara de eso. Esto solo podía ser el escondite de los humanos, pero incluso si por alguna casualidad estaba equivocada sobre esto, simplemente podría pedir direcciones a quienes vivieran ahí.

Cuando llegué al edificio que emitía esa luz guía, lo identifiqué como el templo humano dedicado al Panteón de Zeus. Entonces, justo ahí en el suelo se encontraban los soldados humanos quienes estaban haciendo de patrulla en el área. Un poco más cerca al templo, reconocí a los caballeros que estaban resguardando al obispo. Estaban en el medio de la merienda.

Este debe ser el lugar, y no parece que alguien se haya percatado de mi aún. Me dije y desenvainé a Drachenkrieg.

Antes de empezar mi ataque, miré en los alrededores para ver si podía encontrar a alguno de los esclavos que posiblemente hayan traído consigo, pero no vi ninguna pista de ellos. Sin embargo, lo que si noté, fueron grandes cantidades de materiales de construcción como tablones, cajas con clavos y herramientas de carpintería.

Así como me lo dijeron los humanos en Mashat, iban a construir un asentamiento y hacer que creciera con el pasar de los años. Si podían escabullir exitosamente humanos en este lugar, entonces en un futuro podrían demandar independencia del territorio del reino relliar una vez que tuviera la población suficiente.

Hasta ahora, no creo que hayan traído ningún civil todavía…

Desafortunadamente, no sabía que es lo que estaban ocultando dentro del templo, pero de lo que podía ver, el obispo y el héroe humano se encontraban adentro. Era altamente improbable que partieran hacia el puerto sin sus caballeros que los resguardasen. Así mismo, a los individuos estacionados aquí podría habérseles dado la misión de proteger y apoyar al establecimiento del nuevo asentamiento humano.

Sobra decir que este tonto sueño de conquista humano nunca se hará realidad. Al menos no si tengo algo que decir en este asunto.

Justo cuando estaba a punto de prender en llamas mi espada y apresurarme hacia ellos para tomar sus vidas, un solo pensamiento cruzó mi mente ¿Y si los humanos deciden matar a los esponjosos en un acto de venganza antes de que pueda encontrarlos?

Detuve la Energía Mágica que estaba vertiendo en Drachenkrieg.

No puedo arriesgarme de esa manera…

Observándolos desde lejos, intenté descubrir que estaban haciendo o tal vez el escuchar que es lo que planeaban. Justo al hacer eso, me di cuenta de los carruajes utilizados por el obispo y sus caballeros guardias, lo que confirmaba su presencia en el lugar.

¿Estará adentro?

Había tres ventanas abiertas en el segundo piso, las que podría usar para entrar desapercibida. Primero me aseguré de que no hubiera nadie en las inmediaciones y entonces caminé debajo de la que estaba a la derecha. A pesar de poder escalar el muro con facilidad, un simple salto era suficiente para alcanzar el marco de la ventana.

Adentro, me encontré con un lujoso cuarto que tenía una gran cama y dos libreros llenos con documentos en lugar de libros. Había un escritorio a mi derecha, y encima varios documentos y papeles en blanco.

Me acerqué al escritorio y miré uno de los documentos.

¿Están escritos en el lenguaje del Imperio Akutan? No sabría decir… me detuve y decidí que sería lo mejor guardarlos en mi anillo [Bolso].

Hasta donde sabía, estos podrían ser usados como evidencia de la invasión planeada o una muy complicada receta de cocina.

Después de limpiar el cuarto de casi todo lo que tuviera palabras escritas, me dirigí hacia afuera, los únicos presentes eran un par de sirvientes que limpiaban el lugar. No había mujeres aquí, solo hombres.

Solo por si acaso encontrara documentos similares en las otras habitaciones, fui a esperar que todos se fueran para lograr mi siguiente paso.

La primero era una habitación vacía, pero la segundo tenía una sola mochila sobre una mesa. Fui por ella y revisé el contenido. Además del típico equipo de aventurero, encontré lo que parecía ser un diario de algún tipo, tomé esto para mí y seguí caminando.

"¿Quién eres tú?" 

Antes de que el sirviente pudiera gritar, lo tomé de la garganta y apreté hasta que se quedó sin aire. Luego de que perdiera la consciencia, lo arrojé a una habitación vacía y me dirigí hacia el piso inferior.

Esta iglesia tenía las habitaciones de vivienda para la gente importante en el segundo piso, mientras que los sirvientes y el resto vivían en las habitaciones del lado derecho. En la parte de atrás de la iglesia, a la izquierda del altar, había un confesionario para aquellos que desearan perdón por sus pecados. Incluso los templos dracónicos tenían de esos, pero eran más que nada para atrapar criminales que sucumbían ante la culpa, remordimiento o miedo hacia nuestros dioses. Su otro propósito era para buscar consejos de vida de un sacerdote.

Ya que no tenía necesidad de ir a las habitaciones de los sirvientes, fui en busca del sótano. Hasta que no encontrara a las personas esponjosas, no podía dar rienda suelta a mi lado salvaje. Pero justo cuando iba a abrir la puerta, escuché una voz viniendo del otro lado.

A pesar de no saber qué es lo que decían, reconocí las voces, eran el obispo y el héroe.

No queriendo ser descubierta, me escondí en el confesionario.

La puerta del sótano se abrió y salieron esos dos caminando juntos. Dijeron algo y luego se fueron, sin tenerlos a la vista, me escabullí al sótano.

Ahí… miré una escena que hizo que mi corazón se retorciera del dolor y que la furia hirviera la sangre en mis venas. Lo que vi hizo que apretara mis dientes y mis puños hasta que salió sangre de ellos. ¡Lo que vi era algo que nunca podría perdonar!

"P-Po’ favo’… n-no más… d… duele…" Shelly rogaba con sus ojos hinchados y llorosos.

La pequeña niña relliar había sido despojada de su ropa y atada en una mesa de tortura. Su pelaje había sido completamente afeitado. Había incontables cortes en su cuerpo que parecían ser producto de un cuchillo filoso. Tenía tres dedos rotos y heridas por todo su cuerpo. Había sangre saliendo de su boca y sus orejas habían sido cortadas y dejadas sin atenderse.

Mirando a la pobre niña, mis emociones se revolvieron y se convirtieron en algo que ya no podía ser descrito más que como furia y enojo. No había nada ahí, o más bien era un vacío que succionaba todo a su alrededor. Sentí el deseo de destruir, cazar y matar, pero al mismo tiempo, sentí que darles el placer de mirar mi enojo sería demasiado para ellos.

No, estos monstruos iban a ver a una Seryanna Draketerus que no escucharía sus palabras o sentiría lastima de su patética existencia. Iba a matarlos de la manera más brutal, ¡especialmente al obispo y al héroe!

Justo entonces, escuché pasos viniendo atrás de mí.

Preparé a Drachenkrieg, me di la vuelta y detuve la hoja a solo un cabello de distancia de la garganta del dueño.

Era Tanarotte.

"¡Espera! ¡Espera! ¡Vengo en paz! ¡Y apreciaría si me permitieras regresar con la Señorita Kataryna en una pieza!"

"¿Qué estás haciendo aquí?" 

¿Siempre he sonado tan distante y vacía?

"¡Es mi primera asignación! ¡Sigue a Seryanna Draketerus y asegúrate de que no vuelva cenizas el país!"

"¿Es así?" bajé mi espada.

Me di la vuelta y caminé hasta la mesa donde estaba Shelly. No podía soportar el dejarla en ese estado por más tiempo.

"Pero, sabes, fue muy difícil seguirte. ¡Te mueves muy rápido para alguien que viste armadura pesada!"

No le contesté.

"Mew… ¿S-Seryanna? ¿Eres tú?"

"Si, pequeña. He venido a salvarte." Me quité mi guante para poder acariciar su mejilla.

Al principio se asustó, pero luego se dio cuenta que en verdad era yo.

"Po’ favo’… sálvame. El hombre malo me lastimó. Se estaba riendo… ya no quiero sentir dolor…"

Las lágrimas se juntaron en mis ojos y cayeron por mis mejillas al ver el estado en que se encontraba.

"Uwa~ Pobre Shelly, el Rey no estará feliz."

"El Rey es la menor de las preocupaciones que estos humanos llegarán a tener." La desaté de la mesa y la levanté en mis brazos.

La pobre niña ni siquiera se podía poner de pie por su cuenta. Estaba muy debilitada, asustada y adolorida que se me hacía difícil creer que se trataba de la misma Shelly que jugaba a las escondidas conmigo el otro día.

"Shelly, todo va a estar bien, voy a vengarte." Le dije y besé su frente.

"Seryanna…" murmuró.

"Tanarotte Narnyessal, esta es una orden. Protege a la Princesa Eshantiel Ruvus hasta que haya asesinado a todos los humanos de este asentamiento."

"¿A-Adonde vas a i-ir? P-Po’ favo’ no me d-dejes."

"No voy a ir a ningún lado pequeña. La dragonesa de aquí te va a sostener en sus brazos hasta que haya terminado mis asuntos con el hombre malo que se atrevió a hacerte daño. No te preocupes, nunca más será capaz de hacerte daño a ti ni a nadie más." Le di un beso en la frente.

"Entendido." Dijo Tanarotte.

Le di a Shelly y me dirigí hacia afuera. Mientras que ellas dos se escabullían a través de la ventana trasera y tomaban algo de distancia de la iglesia, yo preparé mi espada, la encendí y me acerqué a la puerta de enfrente.

En este punto, ya había silenciado todo el ruido y gritos que los humanos hacían. Durante esta batalla, sentí que me encontraba en un trance. Lo que cortaba o quemaba no me importaba, y ninguna cantidad de súplicas y lágrimas causarían que mostrara misericordia.

Mis hechizos cazaron a sus objetivos, chamuscando e incinerando sus cuerpos hasta que sus corazones se detuvieran. A quien sea que tocara era engullido por las llamas y quemado hasta que moría por sofocación o por el insoportable dolor.

Gracias a que estos humanos se atrevieron torturar a Shelly de esa espantosa manera, yo hice lo mismo.

Si hablamos del obispo y el héroe, la forma en que los maté podría ser considerada bastante brutal, pero el último tuvo la muerte más rápida de los dos. Tomé una espada de un caballero cercano, la imbuí con Energía Mágica pasando sus límites, y luego se la arrojé. La espada que estaba al rojo vivo y que mostraba grietas blancas fue empalada en su pecho y luego explotó, esparciendo los restos del humano por todo el lugar.

Ellos fueron los últimos humanos en morir, y una vez que me había deshecho de estos insectos, casteé mis más poderosos hechizos explosivos en la iglesia.

Tanarotte ya se encontraba fuera de mi alcance, así que ella y Shelly se encontraban a salvo de mi ira.

La detonación tenía un contador, para poder moverme lejos también.

Cuando explotó, todo en un radio de 100 metros se había convertido en un cráter ardiente. No había ni un solo rastro de los humanos, ni siquiera las piedras con las que se construyó la iglesia.

En todo alrededor de este cráter se inició un incendio masivo que engulliría todo el bosque si nadie lo controlaba.

"Recuérdame nunca hacerte enojar."

"¿Cómo se encuentra?"

"Está dormida. Ha pasado por varias cosas horribles. Por ahora, le di una poción curativa para asegurarme de que su vida no corra peligro, pero deberíamos llevarla con un sanador para que vea sus heridas. Estos brutos… ¡es horrible lo que le hicieron!"

Mirando al gatito dormido, me dolía en mi corazón verla en este estado.

Mi mirada entonces se enfocó en el masivo incendio que inicié. Lo dejé que ardiera un poco, observando desde el cielo y preguntándome si he hecho suficiente.

No… debería destruir sus barcos también.

Luego de detener el incendio que devoraba al inocente bosque, volé de vuelta a la capital del Reino Sarakus.

Al igual que los dragones, también los humanos son capaces de hacer cosas terribles.




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