100 Luck and the Dragon Tamer Skill! Arco 4-86.2

Capítulo 86: Los Esclavos del Pueblo Mashat (Parte 2)


"¡Hiii!"

"¡Un m-monstruo!"

Todos cayeron presa del pánico y se alejaron unos pasos cuando se dieron cuenta de que no rivales para mi poder.

Que tonto de ellos pensar que podrían escapar de mi ira…

"¡E-Espera! ¡Si te mueves! ¡Y-Y-Yo la MATARÉ!" dijo uno de ellos mientras levantaba a una mujer esclava del suelo y posaba su sucia espada en su cuello.

Lo miré a los ojos y él se espantó.

En ese segundo, me moví en frente de él y tomé su espada con mi mano.

"¿A quién vas a matar?" dije quitando la espada de su mano, la cual, empezando por la empuñadura abollada, empecé a hacer que se la comiera, destrozando sus dientes y desgarrando su carne con ella.

El hombre murió en espasmos de dolor y con sus entrañas trituradas y cortadas por su propia espada. Entonces levanté su cadáver y lo partí a la mitad para que todos lo vieran. Solo me aseguré de erigir una [Air Barrier] para no salpicarme con su sangre.

"Ahora entonces…" dije arrojando los restos del cuerpo a los pies de estos bandidos. "La localización del Obispo. ¿Quién quiere vivir?"

Un momento después, todos ellos tiraron sus armas y me dijeron lo que necesitaba saber, incluyendo la ubicación del jefe de este lugar, un hombre que no se veía diferente al resto de esta escoria.

Lo que recabé de ellos fue que el Obispo tenía otro punto de reunión justo en el medio del Bosque Silvertooth, el que se encontraba entre Mashat y la Ciudad Portuaria Donmar. Habían construido una iglesia similar a esta. El siguiente año, ese lugar supondría el inicio de un nuevo asentamiento humano justo en el corazón del Reino Sarakus. Mas que eso, se suponía que sería utilizado como medios de negociación y así obtener toda el área para el Imperio Akutan.

Esta era la tan llamada estrategia de invasión pasiva. Era una manera de conquistar los territorios del enemigo sin que en realidad se envíen tropas armadas. Si hubiera la suficiente población que deseara pelear o separarse de ese reino, entonces no habría manera de detenerlos a menos que se enviaran fuerzas armadas para suprimir a los ciudadanos. Esto, sin embargo, seria visto de una muy mala manera a los ojos de los ciudadanos regulares.

Conocía de esta táctica debido a que Albeyater fue víctima de ella en la última guerra. De no ser por las acciones de mi marido en ese entonces, ese despreciable dragón, Draejan, habría hecho que los asentamientos de la frontera clamaran demanda para ser parte del Imperio Embryger. Hacer que se olvidaran de esta idea fue bastante difícil. La Reina misma tuvo que enviar un mensaje a los líderes locales y Kataryna hizo más de una visita a los rebeldes dentro de sus organizaciones.

La cuestión ahora era que se suponía que hiciera con estos bastardos quienes estaban arrastrándose a mis pies y rogándome por dejarlos vivir. Mientras que matarlos sonaba como la mejor opción, de alguna manera les prometí que los dejaría vivir. Honestamente, estaba esperando el necesitar torturarlos un poco o matarlos de uno por uno, pero afortunadamente para ellos, nunca llegué a ese punto. Debo haberlos asustado lo suficiente para ahora.

Cuando volteé a ver los restos de los otros humanos, recordé a los relliars afuera esperando que saliera con los esclavos. En teoría, podría dejar a estos humanos ser manejados por las autoridades oficiales, pero temía que estas escorias tuvieran a unos cuantos de los caballeros o incluso al noble local sobornado.

Rascando mi cabeza con mis garras, miré a los esclavos y luego sonreí para mí.

"¡Ustedes en el fondo!"

Los esclavos me miraron con ojos vacíos. No había emoción detrás de ellos, ni siquiera miedo al fuego que amenazaba sus vidas. En realidad, algunas de ellas le habrían dado la bienvenida a ese final.

"¡Les daré la elección de cambiar sus destinos!"

Escuchando mis palabras, solo me miraron como si estuvieran aturdidas. Tal vez era muy duro el creer que hablaba con la verdad, o tal vez estos secuestradores ya habían utilizado estas líneas para hacerlas experimentar un infierno de experiencias.

Las miré a todas. No había ni siquiera un resplandor de esperanza en sus ojos, aun así, quería ver si tal vez podría encontrarlo en algún lugar recóndito de sus almas.

Levantando Drachenkrieg por encima de mi cabeza, hice tres cortes en la jaula de hierro. Las barras de metal cayeron al suelo con un fuerte *clang* y entonces me hice para atrás.

"Recojan las barras de metal."

Los esclavos obedecieron sin cuestionar mis intenciones. Entonces apunté con mi espada a los bandidos.

"Elijan un objetivo. Si desean tomar venganza, mátenlos y dejen que su sufrimiento termine junto con sus vidas. Entonces, de ahora en adelante, den lo mejor de sí para encontrar la felicidad."

"¿Q-Que?"

"¡T-Tu no dijiste nada acerca de esto!"

Mirando de vuelta a esta escoria, respondí "Lo que prometí fue que yo no los mataría si me decían lo que estaba buscando, pero nunca prometí que no dejaría que otros los mataran."

"¿Q-QUE?"

La mayoría de ellos estaban estupefactos, no sabían que decir, pero entonces uno se empezó a reír.

"¡Si le das nuestras vidas a estos esclavos, entonces estamos salvados! ¡Hahaha! ¡No hay manera de que nos ataquen! ¡No son nada mejor que bolsas de carne para nuestro disfrute! ¡No tan buenas como las mujeres de los burdeles, pero si lo suficiente para una o dos rondas!"

Cuando lo miré, era un hombre fornido en sus cuarentas. Tenía una sonrisa de oreja a oreja en su rostro y miraba a las mujeres en la jaula como si fueran algo sin valor. Me desagradaba.

Mi mirada entonces se movió a los esclavos en la ahora jaula abierta.

Hm, no siento nada de Energía Mágica emanando de los collares, así que apuesto que estos son solo de utilería y que les pondrían collares funcionales una vez llegaran al Continente Humano. Además del miedo psicológico, no debería haber nada que se interponga en su deseo de atacar a estos humanos.

"¿Van a dejar que hablen de ustedes de esa forma?"

No respondieron.

Mirando abajo y sosteniendo las barras en sus manos, sus ojos se encontraban vacíos, pero después de un momento, vi un pequeño cambio en algunas de ellas. Apretando sus dedos alrededor del pedazo de metal y rechinando sus dientes, parecía que estuvieran en conflicto sobre qué es lo que deberían hacer. Solo había dos o tres que mostraban este cambio, aun así, a la mirada de sus ojos aun le faltaba esa energía para realizar la tarea.

"Incluso si ellos intentan atacarlas en defensa propia, yo los detendré. Tienen mi palabra."

En ese momento, dos de ellas me miraron con grandes ojos.

Asentí.

No respondieron nada, pero sentí que su silencio era solo la calma antes de la tormenta. Los comentarios de estos bandidos ni siquiera parecían afectar al remolino de emociones que estas mujeres trataban de mantener en calma dentro de ellas.

¿Lo harán?

Entonces, una miró a los bandidos que estaban mostrando una mirada de desafío en sus ojos. Se sentía salvado o tal vez en control de la situación sabiendo que yo en persona no los mataría.

La mirada de las esclavas no lo afectaba en lo más mínimo. Entonces otro esclavo levantó sus ojos y apuntó su mirada a otro bandido.

Las dos salieron de la jaula y se acercaron poco a poco. En este punto sus comentarios eran inútiles. Todo lo que sabían hacer era insultar y burlarse de las mujeres que se acercaban a ellos de una manera amenazante.

Con su pelaje erizado en sus espaldas y mostrando sus colmillos, las relliars se detuvieron a un paso de ellos.

"¡No harán nada!"

"¡Estas perras inútiles no saben hacer nada además de abrir sus piernas para nosotros! ¡Incluso sus hombres se rindieron con ellas, ¿cierto?!"

"¡Si! ¡Si!"

"C-Como…" dijo la mujer relliar en tono bajo mientras temblaba de ira.

"¿Huh? ¿Dijiste algo?"

"¡CÓMO TE ATREVES A MENCIONAR A MI PAREJA!" gritó y entonces golpeó con la barra de metal en la cabeza del hombre.

Él ni siquiera tuvo tiempo de reaccionar y recibió el golpe con toda su fuerza. Cayó con su consciencia desvaneciéndose, pero la mujer aun no terminaba.

"¡ME VIOLASTE EN FRENTE DE ÉL!" gritó golpeando su cabeza. "¡VENDISTE A MI HIJA!" gritó destrozando su cabeza con la barra "¡BASTARDO DESPRECIABLE! ¡BASURA SIN VALOR!" gritó mientras continuaba arremetiendo con la barra hasta que la cabeza del bandido se volvió una plasta de carne.

Los aturdidos humanos miraron horrorizados como su amigo era asesinado de esta forma brutal por la mujer de la que había abusado todo este tiempo.

Matarlo de esa manera no fue suficiente, ella continuó dándole con la barra en todo su cuerpo, destruyéndolo con una ira incontrolable.

"¿Qué hay de ustedes?"

Viendo la escena y entonces apretando las barras de metal, ellas también dejaron salir un alarido vengativo y saltaron hacia los humanos.

"¡NO! ¡DETENTE!"

"¿Crees que dejaré que me asesinen unos esclavos sin valor?" gritó uno de ellos tratando de defenderse, pero lo detuve cuando intentaba alcanzar su arma.

"Mantengo mi palabra. A pesar de que no voy a matarte personalmente, aun puedo romper tus brazos y piernas para evitar que pelees de vuelta contra estas mujeres."

Mientras gritaba de dolor, lo liberé para que enfrentara la ira de las mujeres que había violado y abusado como si fueran animales enjaulados.

La habitación se llenó con sus gritos y ruegos. Probablemente pudo ser escuchado por aquellos afuera del edificio, pero nadie iba a venir a ayudarlos. Incluso si alguien lo hiciera, yo no los hubiera dejado detener la venganza de estas mujeres. Si no hacían esto, las probabilidades estaban del lado en que no podrían volver llevar a una vida normal y que terminarían siendo marionetas de otro hombre.

Si mi esposo estuviera aquí, habría estado de acuerdo con mi decisión si es que el mismo no mataba a esta escoria humana antes de que tuvieran oportunidad de escupir todo lo que sabían sobre el obispo. Pero de todos modos con su Suerte, él lo habría encontrado en menos tiempo sin rumbo alguno que lo que me tomó a mi siguiendo todas estas migajas de pistas.

Cuando me aseguré de que todos los bandidos habían sido asesinados o reducidos a un estado que los volviera incapaces de tomar represalias, me fui de ese lugar.

Afuera, los guardias relliars estaban esperando por mí.

"¿Qué ocurrió ahí dentro?"

"Tus suposiciones acerca de este lugar estaban en lo correcto. Hay esclavas relliars confinadas en el sótano. Tengan cuidado cuando se acerquen a ellas, estas mujeres han vivido a través de una verdadera pesadilla."

"Nos aseguraremos de que sean tratadas debidamente. ¿Qué hay de los humanos?"

"Hagan lo que vean más apropiado con ellos." Extendí mis alas y emprendí vuelo.

Mi siguiente parada era la iglesia en medio del Bosque Silvertooth. Los bandidos posiblemente pensaron que me tomaría semanas o meses el llegar a este lugar atravesando todo el territorio, pero como dragonesa, tenía el cielo como mi aliado. Lo que le tomaría a un ejército días, yo lo podía hacer en horas.




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