100 Luck and the Dragon Tamer Skill! Arco 4-114.1

 Capítulo 114: Reunión con el Señor de la Ciudad El'doraw (Parte 1)



[Punto de vista de Seryanna]

Al siguiente día, cerca del mediodía, un el’doraw con unos cuantos años sobre sus hombros mostró su presencia en el muelle donde anclamos nuestro Galeón. A primera vista, su ropa hacia verlo parecer como un noble, pero su manierismo y etiqueta lo identificaban como alguien servil en lugar de arrogante y superior. Saludó a nuestros marineros draconianos con una sonrisa gentil y luego pidió que su presencia fuera anunciada a los individuos líderes a bordo del navío.

Se llamaba Johan’Der, era el mayordomo familiar del estimado Señor de la Ciudad Talmarund Offspray. En lugar de venir a bordo del barco, prefirió dar el mensaje que tenía ordenado enviar desde la base del muelle, clamando que esta era la forma correcta de hacer las cosas. En otras palabras, era una declaración de que el Señor de la ciudad no deseaba esconder esta reunión a su gente.

Ya sea que Johan’Der fuera un noble o no ya no importaba en este punto, incluso las palabras de un plebeyo leal podrían causar daño, o, al contrario, elevar la impresión que dejó un noble extranjero en la gente nativa. En frente de los el’doraw, queríamos parecer gente civilizada, a los que no les preocupaba beber, fumar o maldecir… al menos no en público.

Por eso, para evitar cualquier posible malentendido desafortunado gracias a las diferencias sociales o culturales, ayer, cuando Tanarotte se calmó, nos aseguramos de compartir con todos los marineros la información que aprendimos sobre modales de los el’doraw. Debido a esto, los draconianos ahora estaban batallando para mantener sus bocas cerradas, para no decir ninguna grosería, tenían sus bebidas fuera de vista, y los que fumaban, bueno… ninguno tenía un cortador de puros, así que no había problema.

Para ser franca, personalmente nunca entendí la razón de que algunos dragones y dragonesas eligieran fumar. Decían que era una actividad relajante para ellos, y que, en algunos casos, cuando lo combinaban con medicina, podía hacer maravillas en el cuerpo y la mente. Alkelios tampoco estaba interesado en ese pasatiempo, aunque el clamaba que algunos de los Héroes Humanos que llegaron con él desde la Tierra podrían tener adicción a una sustancia llamada nicotina la cual se encontraba en las hojas de los cigarros que fumaban. Aunque él personalmente no sabía si la sustancia podía ser encontrada en las hojas que los dragones fumaban, al menos estaba seguro que a menos que se redujera en exceso el costo de producción, no nos tendríamos que preocupar por toparnos con fumadores en tiendas y restaurantes.

En el Continente Dragón, fumar era un privilegio de los adinerados, pero la esencia que quedaba en la ropa y en los muebles no era nada placentera para muchos de nosotros. La última cosa que un draconiano quisiera es toser una bola de fuego por accidente en la cara del dragón o dragonesa que estuviesen tratando de seducir o cortejar. Aunque Alkelios mencionó que también dependía fuertemente en las hojas y el método de producción utilizado. Las más refinadas y de mejor calidad podían convertir el humo en algo placentero en lugar de nauseabundo. Esto, no podía ni imaginar cómo era posible.

Luego de reunirnos en la cubierta siguiendo la petición de este mayordomo, su Alteza le dijo "Puede proceder."

"¡Espléndido! ¡Su estimada Alteza Princesa Elleyzabelle Seyendraugher, es invitada de la forma más ceremonial a la residencia del estimado Señor de la Ciudad Talmarund Offspray, donde se discutirán negociaciones a futuro acompañados de té y bocadillos, así como de exquisita música violinista interpretada por Resmera Offspray, la estimada hija de Talmarund Offspray!" lo dijo tan fuerte como para que todos en el barco y a su alrededor pudieran escucharlo.

Siguiendo esto, Johan’Der enrolló de nuevo el pergamino y entonces hizo media reverencia. Un pesado silencio siguió a esto mientras todos esperaban la respuesta de su Alteza.

El primero en hablar no fue ninguno de los marineros groseros con sus malas palabras, ni Kataryna que se veía con ganas de aventar a Tanarotte al mayordomo por hacer esto más llamativo de lo que era, ni los tipos medio ebrios que escondían su cerveza, fue nuestro buen capitán Matthew.

"¡Ah! ¡Maldita oveja destripada por un lobo! ¡Tiré mi cigarro en mi cerveza de nuevo!" gritó desde sus aposentos.

Ya que su ventana estaba abierta, y gracias al silencio casi sepulcral que quedó luego de la invitación del mayordomo, sus palabras sonaron como… un trueno muy vergonzoso.

"Ahem… Aceptaremos la invitación del Señor de la Ciudad. Puede acompañarnos hasta que lleguemos ahí." Dijo la Princesa luego de toser una vez para dispersar la incomodidad que se había acumulado.

"¡Este mayordomo hará eso mismo, su Alteza!"

Tomando un paso atrás del borde, la Princesa Elleyzabelle nos dijo "Kataryna, Seryanna, ustedes dos serán mis guardias personales. Tanarotte, tú nos observarás desde la distancia sin ser atrapada. Le diré al Capitán Matthew que se asegure de tener listo el barco para navegar en cualquier momento."

"¿Esperamos problemas?" preguntó Kataryna.

"No, pero es mejor estar preparadas."

Luego de que se metiera al barco, le pregunté a Kataryna "¿Notaste algo extraño?"

"No, y ese podría ser el punto, especialmente pensando en todo lo que ha pasado hasta ahora."

A lo que se refería era que los el’doraw parecían ser demasiado naturales… demasiado normales pensando en los otros continentes, incluyendo el nuestro.

En efecto, hubo unos cuantos incidentes mayores, como la erupción del volcán en la capital dwarf, el rapto de la esponjosa princesa relliar y los otros Héroes Humanos, quienes voluntariamente o involuntariamente se las arreglaron para cambiar la forma en que funcionaban los países, así como el cambiar tradiciones antiguas. Nuestra presencia también parecía tener alguna especie de beneficio para los lugares que visitábamos, pero cuando lo pensaba a detalle, nunca habríamos pensado en navegar a lo desconocido hasta que conocí a Alkelios en el Bosque Seculiar. Sus regalos fueron lo que logró que los dwarfs y los relliars aceptaran una alianza con nosotros. Sin él, no me atrevía a pensar en lo que hubiese llegado a pasar en Albeyater y aquí, lejos del Continente Dragón.

Cuando escoltamos a la Princesa hasta el muelle, el mayordomo nos dijo que ya tenía preparado un carruaje para nosotras. Era uno tirado por Uskarans, los cuales parecían conejos, pero de casi tres metros de altura y con espinas venenosas creciendo en la punta de sus orejas. Estas cosas podían matar a un el’doraw adulto con un solo piquete, pero la mayoría del tiempo, eran herbívoros dóciles.

Nos fuimos rápido, sin tráfico que nos retrasara. Los caballeros del Señor de la Ciudad mantenían a la gente lejos de las calles que estábamos utilizando. Echando un vistazo afuera, me di cuenta de que nuestro carruaje no solo era más grande que el resto, sino que era el único tirado por Uskarans. Todos los demás tenían mulas, caballos, y una criatura con pelaje negro por todo su cuerpo, un lomo plateado, brazos grandes y fuertes, pero con pies pequeños, y una cara humanoide.

"¿Cómo se llama esa criatura?"

"¿Hm?" Kataryna se asomó también y respondió "Es un capzan de espalda plateada. Son muy fuertes y muy territoriales. Me pregunto cómo se las arreglaron para domarlos y que tirasen de los carruajes. No pueden correr por periodos largos, y en su mayoría se apoyan en sus brazos para moverse y atacar."

"Sabes bastante sobre ellos." Dijo la Princesa.

"Hubo una vez un comerciante que trajo algunos al Continente Dragón, pero eran demasiado débiles comparados con los Khosinni, y aquellos que lograban elevar su fuerza no tenían oportunidad contra las ovejas debido a que las confundían con aquellas en el Continente Humano."

"Hay tantas criaturas extrañas en este mundo…" dije mirando por la ventana una última vez antes de soltar las cortinas.

Al llegar a la mansión del Señor de la Ciudad, fuimos recibidos por los sirvientes que trabajaban ahí. Estaban alineados en dos hileras con las sirvientas de pie en el lado izquierdo y los mayordomos en el derecho, todos inclinados y con los ojos cerrados. Era un saludo para nosotros, pero no pregunté por qué actuaban de esta forma, mi atención estaba enfocada en los guardias de este lugar. Los caballeros el’doraw que trabajaban para el Señor tenían sus palmas sobre la empuñadura de sus espadas, pero sin ninguna señal de agresión.

Si intentan emboscarnos, creo que podemos escapar con rapidez a través de esa ventana… la puerta de los sirvientes podría estar menos resguardada que las otras salidas, pero los humanos no pueden volar, así que ir por el techo es mejor opción. Dudo que tengan buenas defensas anti aéreas como balistas o hwachas, sin mencionar armas anti dragones. Algo como eso sería demasiado especializado… incluso así, no debería bajar mi guardia.

La mansión misma se presentaba ante nosotros como una construcción elegante con muchas pinturas, esculturas y otros objetos artísticos que decoraban el lugar. No había objetos raros o materiales de monstruos, los cuales podrían presumir de una poderosa fuerza militar presente en esta ciudad portuaria. No tenía idea si estas cosas tenían algún valor económico. Ninguna de nosotras parecía impresionada por ellas, y no es como si nunca hubiésemos visto una pieza de arte impresionante. A diferencia de los artistas humanos, los draconianos vivían más tiempo, y por consiguiente tenían más oportunidad de refinar y perfeccionar su arte. Era tan grande la diferencia, que una vez mi abuelo me contó que algunas de nuestras pinturas les tomarían al menos a los humanos tres generaciones para completarlas, mientras que a un maestro pintor de nuestra tierra le tomaría menos de un año.

Considerando cuanto vivían los el’doraw, era natural asumir que se tomarían su tiempo para refinar su sentido artístico y sus habilidades prácticas. Una pintura que se tomara 10 años en crearse no era una imposibilidad sino una normalidad.

Siendo una Caballero Real al servicio de su Alteza Princesa Elleyzabelle Seyendraugher, tenía que estar alerta de cuan poderosos eran los guardias de los otros nobles solo en caso de que algo sucediera. Con un solo vistazo, podía saber que, aunque trabajaran perfectamente juntos, no serían capaces de llegarme a los talones en cuanto a fuerza.

Nuestras armaduras y armas eran suficiente para pisotearlos como si fueran los más débiles de los enemigos, aun así, no sabíamos quien entre ellos era un maestro disfrazado, ocultando su fuerza para el momento oportuno de atacar.

Como decía el dicho: ‘Incluso el más poderoso de los dragones puede ser tomado por sorpresa por el más débil de los lobos si se confían por no haber ovejas alrededor’.

Johan’Der nos llevó a una gran habitación con dos sofás elegantes uno frente al otro, y una mesa de café simple en el medio. De aquí, fue al otro lado de la habitación, donde asumimos que regresaría con Talmarund Offspray. Viendo esto, la Princesa Elleyzabelle se sentó en el sofá reservado para nosotros, mientras que Kataryna y yo permanecimos de pie atrás de ella.




Comentarios