100 Luck and the Dragon Tamer Skill! Arco 4-113.2
Capítulo 113: Primer Contacto con el Reino Ledmerra (Parte 2)
Para mí, no importaba que tipo de gobernador fuese el que dirigiera esta tierra. Si deseaba lastimar a su Majestad de cualquier forma, me aseguraré de que pague con el filo de mi espada. Ser enojadiza y extremista no era una buena idea, ya que esto podría permitir que alguien con una inteligencia mediocre planeara por delante de mí, pero dejar que otros insultaran demasiado a su Majestad o a mi persona no era algo recomendable.
Hablé con los demás acerca de este tema, sobre cuando era el momento adecuado para desenvainar tu espada y cuando no. Como podía meditar sobre una situación delicada y que es lo que tenía que hacer cuando un noble me estuviese arrinconando. Mientras su Majestad elaboraba su respuesta y explicaba varias circunstancias que hacían válido el que yo atacara, todas eran muy intrincadas, y dependían mucho del humor de la otra gente alrededor. Por otro lado, Kataryna era menos táctica y más espontánea. Me dijo que ignorar a los debiluchos era la mejor opción, y cuando se pasaran de la raya, solo debía dominarlos con fuerza absoluta. Después de todo, ¿quién comentaría algo en contra de las acciones de un Despertado Avanzado cuando el otro grupo era quien los retaba? Este era el secreto, tomar sus palabras como un desafío de poder y convertirlo en uno incluso si el otro grupo lo empezaba a negar.
Aunque los métodos de Kataryna no eran recomendados por varios motivos, la Princesa Elleyzabelle no podía negar el hecho de que funcionaban para la mayoría de situaciones complicadas. Después de todo, los únicos culpables de desafiar a alguien temperamental eran las mismas víctimas. Si fueran fuertes, podrían defenderse de un par de ataques hasta que yo hiciera claro mi punto de que no estaba muy feliz con sus palabras. Si no morían, todo bien, y si acaso morían, igual todo bien.
El punto malo de este asunto era que aquellos de clase superior verían menos probable el invitarte a eventos sociales, así como poner excusas sobre tus sugerencias. No había muchos que se atrevían a escuchar las palabras de alguien que era considerado por utilizar más sus músculos que su cerebro.
Al final, lo que entendí de todo esto era que yo debía encontrar mi propia forma de expresarme. El límite de insultos que podía tolerar solo podía ser establecido por mí, y lo mismo aplicaba a todo lo demás. Kataryna era menos probable que tolerara a un noble impertinente, yo podía aguantar un poco más. Todo se resumía en que yo debía definirme como un Despertado Avanzado y ser yo misma sin importar la situación y los individuos contra los que me enfrentara.
De cierta forma, esto se suponía fuera la cosa más fácil que yo podía hacer, pero al mismo tiempo era más complicado de lo que parecía.
En palabras sencillas, la política me daba dolor de cabeza, y hubiese preferido que Alkelios fuera el que lidiara con ellos. Desafortunadamente, no estaba aquí.
"¿Qué más aprendiste de los el’doraw?" le pregunté a Tanarotte luego de aclarar mi mente.
"Hm, bueno, al parecer Ledmerra, como país, es un estado vasallo para el Imperio Anui’Yahna. De acuerdo a sus leyendas, los el’doraw una vez fueron elfos ancestrales que sufrieron bajo la corrupta oscuridad del Dios de la Locura mucho antes de que alguno de los dos países existiera en el Continente Elfo. Aquel que los salvó de esta corrupción y cortó la influencia del Dios de la Locura no fue otro que la heroína Anui’Yahna la Primera Emperatriz."
"¿Ledmerra también fue mencionada en esa historia?" preguntó la Princesa.
"Sí, fue una poderosa Caballero Guerrero y fiel seguidora de la Emperatriz Anui’Yahna."
"¿No hay tal historia en sus libros su Alteza?" preguntó Kataryna.
"No."
"Extraño."
"En efecto."
"Así que, ¿cómo terminaste con esas marcas de mordidas?" le pregunté luego de un momento.
"Después de terminar con mi misión… ¡Hic! ¡Hic!... fui de regreso al orfanato, y los niños me pidieron que jugara con ellos… fue así como obtuve estas mordeduras."
Solo podíamos sentir lástima por la pobre dragonesa. Una cosa era pelear contra una horda de monstruos y otra era ser atacado por un grupo de niños que eran muy jóvenes e inocentes para entender que estaban traumatizando a su amiga adulta.
Esa noche, en lugar de dirigirnos a la orilla para dormir en una posada local, nos quedamos a bordo del barco. Hubo unos cuantos de nuestros marineros que se fueron al pueblo a divertirse un poco, sin embargo, el Capitán Matthew se aseguró de ordenarles que mantuvieran ojos y oídos al pendiente de cualquier cosa sospechosa o extraña.
En lugar de descansar pacíficamente, permanecí en mi habitación despierta mirando la luna pasar en el cielo nocturno, tomé aguja e hilo y empecé a practicar mi habilidad con el bordado. A pesar de realizar muchos errores y que todo lo que creaba terminaba siendo ridículo, escuché de su Alteza que algunas madres usualmente les enseñan esta habilidad a sus hijas mientras esperaban un huevo para que así la primera prenda caliente que abrazaran fuera una creada por ellas.
Antes de que tuviese la oportunidad de verme comprometida y casada, mi madre falleció. No había nadie que quedara y me enseñara esta habilidad, pero no significaba que no pudiera aprender por mí misma en mi tiempo libre. Algunos renegarían que el aprender a bordar y tejer mientras no esperaba un huevo o que no tuviese a mi marido para que diera calor en mi cama era una pérdida de tiempo, una mera ilusión de una viuda lamentable… Sin embargo, Alkelios no estaba muerto, solo estaba desaparecido. Sabía en mi corazón que uno de estos días recibiría un mensaje de él y que una vez más nos reuniríamos.
Este sentimiento en mi era tan poderoso como para destrozar las miradas de lástima y los susurros maliciosos que otros me dedicaban. Aunque, hasta ahora, parecía que había sido liberada de la mayoría… tal vez debido a que estuve lejos de la capital o lejos de aquellos que normalmente piensan de esta forma.
No lo sabía, pero si esos idiotas intentaban pasarse de la línea, entonces estaba en todo mi derecho de cortarlos en pedazos. Al mismo tiempo… no había nada de malo conmigo queriendo aprender una habilidad que necesitaría cuando llegara a ser madre. Incluso Kataryna sabía hacer ambas cosas, ¿así que por que yo no?
"¡Ouchie!" dije cuando me pinché el dedo.
Lamí la gota de sangre y luego suspiré.
"Esto es más duro de lo que imaginé…" luego miré a las lunas y dije "Pero, tal vez si aprendo esta habilidad ahora, ¿entonces podría enseñársela a mi hermana pequeña en lugar de nuestra madre?"
Esta noche, las estrellas se miraban apacibles a mis ojos. ¿Tal vez los dioses estaban dándome el coraje para hacer esto a su propia manera?
Mirando al desastre de bordado en mis manos, un par de lágrimas se formaron en mis ojos, y un solo murmullo escapó de mis labios:
"Alkelios… ¿Dónde estás? Te extraño…"
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