100 Luck and the Dragon Tamer Skill! Arco 4-116.1

 Capítulo 116: Pensamientos Constantes de Héroes y Naciones (Parte 1)


[Punto de vista de Seryanna]

En nuestro camino a la frontera, pasamos a través del Pueblo Onar. Ahí, pasamos la noche en la Posada Velderac, donde tomé la oportunidad de obtener algo de información en los aventureros locales y ver si había algún rumor peculiar que podría ser de interés para el grupo.

No había método mejor para hacerlos hablar que ofrecerles una bebida gratis luego de un largo día de completar misiones y peticiones para el gremio. Entre los sujetos con los que platiqué, me hice conocida del Grupo Ala Plateada, el cual consistía de un Héroe Humano llamado Servos Darbukar, quien tenía el rol de vanguardia; Belius el Lancero, un el’doraw con una complexión fuerte que tenia el rol de atacante; Mesina Velanoce como la sanadora y Justian como el explorador y experto en trampas.

Aquel quien hizo esta introducción fue el Héroe Humano, quien me dijo vino de Akutan buscando refugio entre los elfos. Mientras viajaba a través del país, se volvió conocido de Mesina, y poco a poco, terminó encontrándose encantado por la cultura el’doraw. A pesar de que esta historia sonaba verosímil, no creí la última parte. Si me lo preguntaran, fue encantado por la linda el’doraw sanadora, a quien no parecía importarle sus avances.

Los otros miembros del grupo estaban muy conscientes de este detalle, pero hacían lo mejor para no mencionarlo y dejar a la pareja que figuraran todo por si mismos. Sin embargo, lo que si compartieron conmigo fueron unos detalles interesantes con respecto a la forma en que los aventureros trabajaban por estas partes, así como en Akutan.

Antes de dejar el Continente Humano, también se dedicó un poco a la aventura. Dado que era una gran nación, tenían su propio gremio y sistema de rangos, el cual era empleado junto al sistema global. De acuerdo a ellos, era considerado un aventurero principiante quien solo logró elevar tres veces su rango. Ahí, cada rango individual desbloqueaba nuevos beneficios para el aventurero, así como nuevas misiones. Hasta aquí, no hay nada especial comparado al sistema que tenemos en el Continente Dragón, pero lo que hacía la diferencia era el hecho de que podías continuar creciendo hasta cierto punto.

Clase social, reputación, y conexiones personales hacían una increíble diferencia entre los aventureros en Akutan, más que en cualquier otra nación. No puedes pasar de cierto rango si eres un plebeyo, y tal vez solo unos pocos mas si fueras un respetado comerciante o alguien con respaldo noble. Por otro lado, la nobleza tenía el derecho de alcanzar los más altos rangos y extender su fama por todos lados.

De acuerdo a lo que dijo, los casos donde alguien aumentaba sus rangos a pesar de ser débil en combate o estrategias no eran pocos, y la mayoría estaban conectados de alguna forma u otra con algún noble poderoso que tomó interés en él.

Servos me dijo varias historias, o mas bien rumores que escuchó de compañeros aventureros en los gremios por los que pasaba durante sus viajes en el Imperio Akutan. Eran sobre humanos poderosos, algunos que habían alcanzado el Rango Despertado, el equivalente a los Despertados Avanzados de nuestra nación, pero que les negaban el privilegio de incrementar el rango de su gremio debido a que se oponían a cierto noble o simplemente porque no deseaban estar afiliados con la nobleza. Permanecer en un rango bajo no salió bien para ellos. Eventualmente, se retiraron en reclusión o dejaron el Imperio Akutan. Algunos se rumoreaban habían sido capturados y encarcelados por los nobles de Akutan dado que no deseaban tener al alguien tan poderoso como ellos libres y no afiliados con ningún noble.

Escuchando estas historias, me encontré perpleja por estas decisiones y leyes. En lugar de buscar maneras de atraer a alguien poderoso como un Despertado Avanzado a su lado, ellos implementaron métodos que los alejaban más y que al mismo tiempo quebrantaban la voluntad de la gente para buscar fuerza y mejorar aún más sus habilidades.

No podía entender porqué alguien haría esto, ninguno de los países draconianos hacia uso de tales leyes ridículas, pero tal vez el hecho de que vivíamos por mas tiempo nos permitía ver las desventajas sobre el curso de un periodo de tiempo largo. La fuerza era algo por lo que cada dragón luchaba, mientras que las dragonesas tenían por objetivo gobernar en el campo político. Si tenían maridos poderosos a su lado, podrían presumir y utilizar su poder con facilidad, y un Despertado Avanzado era un tesoro entre tesoros. Forzarlos a aliarse contigo o incluso conspirar en su contra para correrlos del país era las más estúpida de las ideas, algo casi risible.

Ledmerra trataba a sus Starscryers como héroes verdaderos. Albeyater veía a los Despertados Avanzados como representantes de su propio poder. Los dwarfs los miraban como individuos por encima de la media, incluso su titulo era el de Iluminados. Los relliars creían que los Evolucionados eran una transformación a un ser más poderoso. Mientras tanto, los humanos miraban a sus Despertados como peones que debían utilizar, instrumentos de guerra y herramientas para control político.

Servos me dijo que todos y cada uno de los humanos en el Imperio Akutan se veían a sí mismos como la mas alta de las eminencias y a los demás por debajo de ellos. El estatus político era todo lo que importaba, y se rehusaban a pensar de otra manera. Pocos eran aquellos que veían el mundo a través de diferentes ojos y usualmente eran quienes recibían la mayoría de la discriminación o represión por parte de los demás.

No podía evitar sentirme complacida por este problema dentro de los territorios humanos. Aunque era triste que inocentes podían terminar perdiendo sus vidas o ser duramente discriminados por su propia gente, el hecho de que el mayor enemigo de Albeyater estaba arruinando su propio potencial combativo de esta forma traía una sonrisa a mis labios y un sentimiento de alivio a mi corazón.

Si otra gran guerra fuera a desatarse entre los draconianos y los humanos, entonces los últimos no serían rivales para los primeros a pesar de los abrumadores números.

Era extraño ver cuan similares eran los aventureros en este continente con aquellos que se encontraban en el lado opuesto del mundo. Sean dwarfs, relliars, el’doraw, humanos, draconianos y elfos, todos eran iguales en ciertos aspectos. Peleaban contra monstruos para mantener a salvo al mundo, y cargaban con fuertes vínculos uno con otro que iban más allá de los vínculos dictados por el país mismo.

Hablar con ellos me hizo recordar la última guerra civil que tomó lugar en mi país hogar. Era claro que había aquellos que deseaban por un cambio, aquellos que deseaban por conflicto, y aquellos que deseaban por paz. Siempre habría partes conflictivas en el Reino Albeyater, y lo mismo podría ser dicho para todos esos países. Lo que hacia la diferencia no era quien estaba bien y quien estaba equivocado, sino quien lograba esto con el menor derramamiento de sangre inocente durante el conflicto.

Aquí, en la Posada Velderac, los poderosos conocían a los débiles, y los sabios conocían a los tontos, pero al final, cuando se enfrentaban a la opresión de su país, todo lo que podían hacer era sufrir en silencio o intentar huir.

Este héroe humano, Servos Dabukar, era alguien que aborrecía y odiaba al Imperio Akutan, pero al mismo tiempo, había aquellos dentro de esa nación que la adoraban y deseaban verla prosperar mientras seguían el mismo camino que seguía hasta entonces.

En frente de estos aventureros, solo podía actuar como una observadora y oyente, no como un Caballero Real que era leal a una nación extranjera, y así lo hice. Por varias horas, hablé con ellos y escuché los cuentos de los que estaban alrededor. Cuando consideré que ya era suficiente, me despedí y les deseé buena suerte en sus viajes, luego regresé a mi habitación para dormir un par de horas.

No teníamos intención de pasar más de una noche en el Pueblo Onar. Cuando la mañana llegó, comimos un copioso desayuno y luego nos fuimos de la posada. La Caballero Real Callipso sugirió que deberíamos intentar visitar mas del pueblo si deseábamos aprender sobre la gente el’doraw, pero nos rehusamos.

Una cosa a mencionar sería el hecho de que mientras dormíamos, Tanarotte se escabulló dentro de las casas de los varios eruditos y nobles dentro de este pueblo y tomó de sus libreros cualquier documento o libro que pudiera contener información útil sobre el pasado de este continente, así como conocimiento que podríamos encontrar de utilidad durante nuestras negociaciones con su Majestad la Emperatriz de los elfos. Por supuesto, se le dijo que se asegurara de no tomar ningún documento oficial o cualquier cosa que pudiera ser rastreada hasta nosotros. La última cosa que necesitábamos era ser llamados ladrones en una nación extranjera, aunque, con este tipo de acciones… ¿no lo éramos? De alguna forma, esto no se sentía bien, pero su Alteza insistió en que no había problema con esto. Incluso me hizo escribir un reporte detallado con toda la información que reuní durante las horas que pasé con los lugareños.

Su Alteza se aseguraría de leer esos libros y documentos solo cuando la Caballero Real Callipso no estuviera dentro del gran carruaje solo en caso de que reconociera alguno de ellos. No habría sido problema si estuvieran en nuestro lenguaje, pero estaban ya sea en elfo o la vieja lengua el’doraw. Ella había estudiado ambos, y mientras viajábamos por el mar e incluso durante nuestra estancia en este continente, se nos ordenó practicar y estudiar las lenguas habladas y escritas del Reino Ledmerra e Imperio Anui’Yahna. No necesitábamos perfeccionar su acento o dialecto, solo conocer palabras suficientes para hacernos entender ante ellos. Tenia el presentimiento de que, a diferencia de su Alteza, todos nosotros hablábamos de forma rara.


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