100 Luck and the Dragon Tamer Skill! Arco 4-115.2

 Capítulo 115: De Sueños y Dioses (Parte 2)


Esa mujer en efecto era el Caballero Real cuyo propósito era escoltarnos hasta el Imperio Elfo. Planeamos pasar por la capital hasta la frontera, dado que ahora mismo, no teníamos razón para desperdiciar tiempo visitando la capital y a sus nobles. De la forma en que los el’doraw lo veían, primero tendríamos que ser aceptados por los elfos de los que se sentían en deuda y luego podríamos regresar con ellos, de otra forma, bien podríamos ser vistos como enemigos.

El Señor de la Ciudad Offspray fue lo suficientemente amable de explicar esta aparente actitud grosera de ella. Los el’doraw no intentaban hacer las cosas complicadas para nosotros o parecer groseros ante un extranjero real, se trataba de que eran solo una nación vasalla del Imperio Anui’Yahna, y debían actuar acorde a eso.

Partimos de Offspray tan pronto su Alteza estaba lista. Caminamos por el tablón en el muelle y entonces fuimos a saludar a la señorita Callipso. Con una brillante sonrisa, ella prometió escoltarnos a salvo hasta la frontera del Reino donde los representantes de los elfos vendrían a recibirnos, lo cual significaba que noticias de nuestra llegada e intenciones podrían ya haber llegado al Imperio. Elegimos viajar en carruaje, lo cual les otorgaría tiempo de sobra para preparar una bienvenida respetuosa a alguien de la realeza extranjera.

La primera parte del viaje, nuestra partida e incluso la primera noche que pasamos en el exterior, fueron extremadamente calmadas cercanas a aburridas. Kataryna jugó a traer el objeto con Tanarotte, pero eso fue todo el entretenimiento que tuvimos, y ella no podía molestar a la pobre dragonesa para siempre. A pesar de la relación entre las dos, la dragonesa de escamas plateadas siempre se aseguraba de no cruzar la línea con ella, lo cual era la razón de porqué todo este abuso no era visto como más que un juego inofensivo.

No fue hasta el segundo día cuando el primer grupo de bandidos decidió aparecer. Desafortunadamente para ellos, cuando los vimos, ambas Kataryna y yo saltamos a derrotarlos antes de que el Caballero Real siquiera tuviera tiempo de desenvainar su espada.

"¡Alto! ¡Y entréguenos todo el oro!" dijo uno con otros diez saltando de los arbustos.

"¡Son míos!" grité.

"¡NO! ¡MIOS!" Kataryna respondió con ambas cargando nuestros respectivos hechizos.

Esferas flameantes de magia me rodearon, y a Kataryna la rodearon carámbanos de hielo. El suelo se agrietó bajo nuestros poderosos pasos, y la onda de presión de nuestra presencia se liberó de nuestros cuerpos. Ambas teníamos una gran sonrisa en nuestros rostros preparadas para dar el golpe definitivo.

Cuando los bandidos nos vieron acercarnos a ellos, se quedaron estupefactos y temblando como pequeñas ovejas. Uno de ellos se desmayó. Lo que siguió después… bueno, un poco desagradable para la mirada de una dama, pero se podía resumir en montones de partes corporales volando por todos lados, el suelo estaba atiborrado, las plantas estaban congeladas y quemadas al mismo tiempo, y en el centro de todo estábamos nosotras, buscando por más presas… ahem, rufianes que derrotar.

"Yo… yo… ¿para que vine aquí siquiera?" Callipso preguntó luego de vernos regresar al carruaje, medio molesta de que no había más bandidos que se atrevieran a retarnos.

Los previamente majestuosos caballos ahora estaban temblando y haciendo un desastre en el suelo debido a que habían vaciado sus intestinos.

"Dije que mis dos caballeros eran bastante fuertes, pero supongo que el Señor de la Ciudad no confió en mis palabras."

"Es… ¿es así?"

"Nuestra fuerza no es tan grandiosa." Dijo Kataryna regresando al carruaje.

"¿A qué te refieres?" preguntó la tonta Caballero.

"Significa que no somos tan fuertes, ahí afuera hay quienes pueden derrotarnos fácilmente y más de ellos aparecen cada año." Le dije siguiendo a Kataryna al carruaje.

"¡¿M-Mas f-fuertes?!" estaba bastante sorprendida.

"¿Imagino que los el’doraw tiene algún Despertado Avanzado? O como los llaman aquí, ¿Starscryers?"

"¡¿Ellas son Starscryers?!" Callipso gritó, su mandíbula casi se cae hasta el suelo y sus ojos casi se salen de sus cuencas.

"Sí, pero ¿hay alguno en este país?"

"Sí, pero… esto… esta es la primera vez que veo uno en persona. Escuché acerca de el Gran Albarund Osh’Mall, el Sabio Shermund de Shuran, y la Interminable Sereya de Kassamyr, pero ellos son individuos que alguien como yo solo podría soñar con conocer, ¡no podría imaginarme conocer a alguno en realidad!"

"¿Son individuos así de elusivos?"

"¡Sí! ¡Dicen que conocerlos es equivalente a una vida de fortunas! El convertirte en un Starscryer tú mismo es considerado un sueño que muchos aspiran pero que ninguno consigue alcanzar."

Parecía estar extremadamente emocionada al hablar de ellos, así que decidimos dejarla. Las tres preguntábamos una cuestión de vez en cuando mientras sacábamos más y más información de ella.

Primero que todo, el nombre Starscryer era un título que fue otorgado a los más fuertes y valientes peleadores que estuvieron al lado de la Emperatriz Anui’Yahna en sus peores momentos. Cada uno de ellos, de acuerdo a las leyendas, eran tan poderosos como para dejar una marca en el mundo ya sea cambiando los bosques, transformando montañas o secando los mares. Hubo aquellos que movían el cauce de los ríos y que incluso escondían a las dos lunas hermanas Nocturnia y Nocturnis de la mirada de los mortales abajo.

La forma en que la Caballero Real habló de estos Starscryers se asemejaba a las historias o figuras religiosas más atesoradas de un viejo hombre. De lo que escuché hasta ahora respecto a esta Emperatriz, pude entender por qué la miraban de tal forma glorificada, después de todo, ella los salvó del Dios de la Locura. Pero, esta deidad, ¿de quién se trataba?

En la segunda noche, mientras estábamos cenando cerca de la fogata, decidí preguntarle a Callipso.

"¿Que puedes decirme acerca de este Dios de la Locura de tus historias? El Señor de la Ciudad también lo mencionó, y en nuestro viaje, mientras describías las muchas, muchas… muchas hazañas de fuerza de los Starscryers, también lo mencionaste un par de veces. En el Continente Dragón, no existe tal deidad."

Su mirada cayó sobre la fogata entre nosotros y entonces con una voz suave, empezó su relato.

"Se dice que apareció hace un largo, largo tiempo… muchos milenios atrás en la tierra llamada Lizardia, o como la gente de este mundo la llama ahora: El Continente Partido. Ahí, trajo caos y destruyó a todos aquellos que se metían en su camino, dejando a los sobrevivientes temblando sobre sus pies en la locura a la que los inducía…"

Mientras continuaba diciéndonos la historia de esta entidad, escuchamos con cuidado sus palabras. La leyenda del Dios de la Locura era una que parecía estar envuelta en una niebla casi mítica, como de cuento de hadas que haría que otros extranjeros vieran estas historias como una especie de fantasías hechas por la mente aburrida de una persona.

Para nosotros, sin embargo, eran una pequeña pista al pasado y también una oportunidad de profundizar nuestro entendimiento de ambos los elfos y los el’doraw.

Como tal, escuchamos de la leyenda del Dios de la Locura como destruyó Lazardia y la convirtió en lo que ahora se conoce como Tierras Partidas. En los cuentos el’doraw, azotó truenos desde el cielo y alzó fuego desde la profundidad del mundo. Los lazarusianos trataron de luchar en su contra, pero no fueron capaz de herirlo por ningún medio, forma o manera.

Entonces nos dijo como el Dios de la Locura llegó al Continente Elfo y con un barrido de su mano convirtió a los antiguos elfos en sus obedientes esclavos, mientras que la otra mitad fue dejada a ser cazada para su entretenimiento. Por cientos de años, fueron cazados por los antiguos elfos corruptos hasta que el Dios de la Locura cambió las reglas y permitió a los sobrevivientes la oportunidad de luchar. Era una elección insana, una apuesta en contra de todas las probabilidades, y, aun así, aquel que prevaleció no fue otro que la Primera Emperatriz de los Elfos Anui’Yahna.

De ahí, la leyenda se convierte en historia. Luego de luchar contra los ejércitos del Dios de la Locura, la Emperatriz fue capaz de liberar a los antiguos elfos de la corrupción del Dios de la Locura, y eventualmente se convirtieron en la especie hoy conocida como el’doraw. El tiempo pasado bajo esta influencia fue suficiente para alterarlos sustancialmente.

"Además de nuestras leyendas, hay cuentos del Dios de la Locura en todas partes del mundo. Estoy sorprendida de que aquellos en el Continente Dragón no tengan tales historias… ¿o tal vez no se han extendido hasta su estimado Reino Albeyater?"

"Puede que tengamos algunos, pero el nombre de esta entidad podría no ser Dios de la Locura. Por ejemplo, hay un cuento acerca de un ser misterioso cubierto de niebla negra que se dice apareció en el medio de campos de batallas caballerosas solo para destruir ambos ejércitos e incrementar aún más el caos entre los países. Llamamos a esta entidad Dor’Makur." Dijo Kataryna rascando su cabeza.

"En efecto, he escuchado de él." La Princesa asintió y agregó "Los dwarfs también me contaron de un ser llamado Zelbust el Maldito, una criatura tan vil y poderosa que podía rasgar la vida de tu cuerpo y convertir a la más brillante de las mentes en una de las más idiotas."

"Suenan muy diferentes, aun así, no puedo quitarme el sentimiento de que pueden llegar a ser el mismo." Dijo Callipso sacudiendo su cabeza.

"Sean diferentes o el mismo no importa, la cuestión es si esta entidad en realidad existió y en donde se está escondiendo ahora mismo." Dijo la Princesa.

"Cierto, si este ser es real, y por algún infortunio de la suerte termina eligiendo como objetivo a Albeyater o todo el Continente Dragón, podríamos necesitar prepararnos para ello, aunque… ¿puedes llegar a prepararte para la llegada de un dios maligno?" Preguntó Kataryna.

"Solo podemos intentarlo." Les dije mirando el fuego. ¿Sería capaz Alkelios de hacer algo en contra de esta entidad, o caería en desesperación al encontrárselo? Dejé de pensar por un momento y sacudí mi cabeza No, no se desesperaría, pelearía por encontrar una solución, pelearía por un futuro en el cual todos sus amigos puedan sobrevivir de alguna manera.

"El Dios de la Locura… existe." Dijo Callipso en un tono de voz débil. "Para ambos los elfos y el’doraw, este es un hecho, no una fantasía…"

Era difícil para nosotros los draconianos, tomar en consideración una amenaza que parecía ser solo mitos y leyendas, pero al menos, podíamos aprender las posibles señales de la aparición de este ser. Las probabilidades estaban inclinadas a que este Dios de la Locura nunca apareciera ante nosotros en toda nuestra vida, así que desperdiciar tiempo y energía preocupándonos al respecto era inútil.

Gracias a Callipso, aprendimos de la oscura historia de los el’doraw y el porqué estaban tan dispuestos a ser los vasallos de los elfos sin buscar su propia independencia. Esto hizo que nuestras negociaciones con los últimos aumentaran drásticamente su importancia dado a que, si se negaban a aliarse con nosotros, entonces los el’doraw no estarían muy lejos de la misma respuesta.

La esperanza de la cura de nuestra Reina también reposaba en las manos de los elfos, así que al menos rezamos para que ningún tipo de problema nos buscara en ese lugar. No creo que fuera imposible para mi huir con su Alteza de este continente llegada la necesidad, pero definitivamente no deseaba que las cosas llegaran a tal punto desfavorable.

Callipso continuó diciéndonos unas cuantas historias heroicas más de los Starscryers de los elfos y de los el’doraw, pero el Dios de la Locura no apareció en ninguno de ellos. Sin embargo, era aparente que estaban en contra de la esclavitud y desaprobaban cualquier forma de ley que estuviera en contra del bienestar de su gente, ¿pero que tipo de héroe aprobaría a un noble corrupto de todos modos?

Entonces, cuando todos se fueron a la cama, saqué mi espada y empecé a pulirla mientras montaba guardia cerca de la fogata. En mi mente, tararee una tonada, una canción de cuna que esperaba un día cantarle a mis hijos.

Oh, pequeño, dulces sueños~

Mi dulce cachorro, dulces sueños~

Que descanses bien en tu cama~

Mamá siempre te alimentará

Y pesadillas sepan,

Este niño no es para asustar~

Su padre lo protege con escudo y espada

En frente de ningún peligro apartará la mirada

Oh, pequeño, dulces sueños~

Mi dulce cachorro, dulces sueños~

Ahora calla, pequeño, mi dulce pequeño

Tu madre te cantará la canción de su corazón

Para que tu y papá nunca la dejen sin salvación

Ahora, cachorro, mi dulce cachorro, cierra tus ojos y duerme~

Padre y madre en su abrazo, a ti, te mantendrán~

Oh, pequeño, dulces sueños~

Mi dulce cachorro, dulces sueños~




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