100 Luck and the Dragon Tamer Skill! Arco 4-116.2

 Capítulo 116: Pensamientos Constantes de Héroes y Naciones (Parte 2)


Siendo extraños en este lugar, mantuvimos un perfil bajo y no intentamos incitar problemas o llamar la atención de otros, aunque… hubo momentos cuando la forma en que naturalmente nos comportábamos o actuábamos era exactamente lo opuesto.

Un momento como este ocurrió luego de que Tanarotte regresó de su misión, en lugar de dirigirse a su habitación y pretender que había estado toda la noche en ella, tontamente fue a la habitación de Kataryna y anuncio su regreso mientras abría la puerta por completo. El problema era que, en ese preciso momento, la dragonesa de escamas plateadas se encontraba en el medio de cambiarse su ropa, con excepción de sus bragas, no tenía nada de ropa encima. Esto, en si mismo, no era un problema si se encontrara en su propia casa, pero… resultó que justo detrás de Tanarotte, tres hombres el’doraw pasaban con la intención de bajar las escaleras para ir a desayunar. Los hombres giraron sus cabezas por reflejo y vieron algo que no debían. Lo que ocurrió después… bueno, solo digamos que tuvimos que pagar por daños y usar tres pociones curativas para mantener nuestra política de ‘no bajas civiles’.

Lo que mas me sorprendió de este evento era el hecho de que cuando Kataryna les gritó a los hombres, estipuló que su cuerpo solo podía ser visto por Alkelios. Si hubiese sido antes de nuestra partida de Albeyater, sus palabras pudieron haber punzado en mi corazón, pero ahora mismo, no lo hicieron. Tal vez, sin estar consciente de ello, estaba empezando a aceptar poco a poco a la dragonesa de escamas plateadas como una concubina potencial de mi marido. La idea de compartir a Alkelios irritaba mi lado posesivo, pero no tanto cuando se trataba de Kataryna.

¿Debería verla más como una hermana-esposa ahora? Me pregunté mientras dejábamos el Pueblo Onar.

Este pensamiento permaneció sin respuesta.

El camino al Pueblo Fronterizo Vazar no era recto, había muchas vueltas y giros que conectaban con varios caminos pequeños que guiaban a varias villas y pueblos de la zona. Siendo un área cubierta de un bosque exuberante también significaba que había muchos monstruos peligrosos acechando en las sombras. Callipso nos dijo que usualmente Lobos de Espinas Metálicas e incluso Quizars podían ser vistos por estos lares.

Ese monstruo nos intrigó a todos, así que preguntamos mas detalles. Esto fue lo nos dijo la el’doraw:

"Los Quizars son poderosos monstruos, tan altos como las puertas de un pueblo y más largos que tres carruajes juntos, con todo y caballos. Tiene la parte superior corporal de un grifo y la parte inferior de una serpiente. Usualmente, el color de la escama determina el elemento con el que tiene más armonía y así puede ser considerado como capaz de lanzarlo en forma de hechizo. Los jóvenes adultos no pueden conjurar magia, pero los adultos, especialmente los ancianos pueden hacerlo con facilidad. La versión Rey de esta bestia se rumoreaba ser tan grande como un castillo y capaz de utilizar todos los elementos conocidos, pero nadie lo ha visto aún."

Cuando escuchamos esto, los únicos que esperaban no encontrarnos con tal monstruo fueron todos los presentes siendo la excepción Kataryna y yo. La sonrisa en nuestros labios nos delató y su Alteza tuvo que intervenir.

"Ustedes dos maniáticas de la batalla tienen prohibido salir a cazar Reyes Quizars." Nos ordenó con un tono calmado, pero no creo que el insulto fuera necesario.

No era una maniaca de la batalla… pero no podía evitar el tratar de probar mi fuerza y extender mis alas de vez en cuando, no tan seguido… ¡si fuera posible tres veces al día sería grandioso! Estaba segura que Kataryna pensaba igual.

Mientras nos acercábamos a la frontera, nos encontramos con muchas caravanas comerciantes, grupos de aventureros, e incluso refugiados que buscaban asentarse en Ledmerra.

"¿Es bueno hacer negocios con el imperio?" pregunté cuando vi un vagón lleno hasta el tope de todo tipo de bienes, me imagino para trueques y ventas.

"Ledmerra y Anui’Yahna tienen un Tratado de Libre Comercio. No hay impuestos colocados sobre los comerciantes locales, solo sobre aquellos que viene de afuera del Continente Elfo o que aún deben adquirir una licencia de comercio internacional. Es uno de las muchas sugerencias del Héroe Humano actualmente comprometido con la Princesa Elfo." Dijo con una sonrisa.

"¿Xardun Overtur era su nombre si mal no recuerdo?" preguntó su Alteza.

"Sí, y desde que llegó a la Corte Real de Anui’Yahna, ha habido todo tipo de políticas nuevas emitidas. Por supuesto, el Tratado de Libre Comercio es uno de los más populares, así como el más complicado de implementar. Mi padre me contó una vez que solo un genio en política podía tener una idea como esta y que no creía en realidad que algo así fuera un estándar en el sitio de origen del humano."

"¿Oh? ¿Así que el conocimiento de los Héroes Humanos que no son de aquí está bien expandido por este lugar?" preguntó Kataryna alzando una ceja.

"Sí. Con tantos de ellos apareciendo de repente y sin mencionar los que huían hasta nuestra nación gracias a la crueldad del Imperio Akutan, es natural que se convirtiera en algo conocido tarde o temprano. En realidad, al principio, no muchos creían esto, e incluso algunos consideraban llamarlos blasfemos en contra de los Dioses, pero todo se calmó mientras más los llegábamos a conocer."

"Interesante." Dijo su Alteza posando su mentón en su dedo índice.

"A pesar de ser llamados Héroes Humanos, estos humanos en realidad no estaban interesados en realizar alguna acción heroica. Muchos de ellos se asentaron y tomaron trabajos regulares como cualquier otro elfo o el’doraw. La primera vez que escuché de ellos, también creí que empezarían a recorrer el país en busca de aventuras y gente que salvar, pero no fue de esa forma."

"Estamos al tanto de que hay individuos peculiares con una mentalidad muy diferente de aquellos nativos de este mundo." Dijo su Alteza.

"¿Cuál es tu opinión sobre ellos? Mas bien… ¿Cómo los ven la mayoría de los el’doraw?" pregunté.

"Bueno… quisiera creer que mi opinión personal respecto a este asunto es similar a la de mis compañeros caballeros." Miró por la ventana un segundo y siguió "Y eso es que mientras no representen un peligro a esta nación o al Imperio Anui’Yahna, aceptaríamos que estuviesen dentro de nuestras fronteras, pero en el momento que decidieran voltear sus espaldas contra nosotros, estaremos preparados, y no vacilaríamos en destruirlos."

"¿Y qué hay del resto?"

"Aunque no alberguen ninguna intención maliciosa contra ellos, la aceptación no es unánime… algunos aprueban su presencia aquí, mientras que otros los ven como nada más que monstruos listos para atacarnos."

"De cierta forma, se pueden convertir en monstruos… su poder puede crecer rápidamente y corromperlos con facilidad. Hemos visto la forma que esto puede tomar con nuestros propios ojos." Dijo Kataryna mientras miraba a Callipso.

"Al final, solo son humanos normales otorgados con un poder obsequiado. Dependía solamente de ellos el cómo lo manejaban, pero al mismo tiempo… el destino también jugaba un rol importante en todo esto." Dijo su Alteza mirándome mientras decía esto.

Cuando cerré mis ojos, pude recordarlo tan claro como el día el momento en que conocí a Alkelios por primera vez. En el medio de ese bosque lleno de monstruos que lo podían matar con facilidad, él se topó conmigo, una dragonesa quien había sido lastimada por la codicia y salvajismo de los humanos. Aun así, al mismo tiempo, en lugar de manchar mi espada con su sangre, lo miré a los ojos y puede ver la esperanza que mi abuelo me otorgó con sus palabras luego de regresar de la guerra. No odies a la especie como un todo, no los odies solo porque tienes miedo… míralos y júzgalos apropiadamente. Esa lección ha estado conmigo desde entonces, pero solo hasta encontrarme con Alkelios fue que empecé a entenderla.

"No todos son malos… es cierto que algunos pueden ser fácilmente influenciados por la corrupta tentación del poder, mientras que otros, aunque tengan buenas intenciones, pueden malentender su uso y causar daño innecesario. Sus morales y éticas son muy diferentes a las nuestras desde muchos puntos de vista, pero si se les da la oportunidad, estoy segura que, así como muchos elegirían abusar de su poder, igualitariamente habría aquellos que desearían utilizarlo para el bien." Dijo abriendo mis ojos.

Esta era mi propia opinión honesta, y entre los presentes en este carruaje; probablemente era la única con la experiencia suficiente cuando se trataba de interactuar con un Héroe Humano. Pude haber pensado que Alkelios era le excepción entre todos ellos, pero cuando visité el Continente Relliar e incluso el Continente Dwarf, llegué a darme cuenta de que había humanos de sobra que deseaban adaptarse a este mundo y dar lo mejor por sus seres amados.

"La línea entre un Héroe y un Monstruo es muy delgada." Dijo Kataryna cerrando sus ojos y reclinándose en su asiento.

Permanecimos en silencio por otra media hora, mas o menos, antes de cambiar a otro tema de conversación, los bienes que podían ser comerciados entre los el’doraw y Albeyater. Aunque esta era una conversación puramente teórica, permanecí en silencio ya que los pensamientos de la anterior plática aún seguían dentro de mi mente.

Alkelios, justo como todos esos Héroes Humanos, podía ser visto como un obsequio o una maldición, pero a mis ojos, él era la luz de mi vida, la esperanza de mis sueños, y el hombre al que juré amar por el resto de mi vida… si terminaba cayendo al lado oscuro, me aseguraría de traerlo de vuelta al lado de la luz, debido a que estaba segura que el haría lo mismo por mí.

Y… si por casualidad… se le fuera a ocurrir la idea de reunir más concubinas a su lado, primero tendría que asegurarse de que fueran mas fuertes que yo y capaces de no solo obtener mi confianza sino también mi respeto. ¡Alkelios también tendría que estar preparado para enfrentar mi ira si después de todos estos años lo encontraba viviendo de lo más tranquilo su vida entre un montón de pequeñas ovejas baratas de escamas podridas que pensaron que podían seducir a mi marido!

"¿Hm? ¿Se está acalorando aquí o solo soy yo?" preguntó Callipso mientras se empezaba a abanicar.

"Solo es tu imaginación." Dije con un rugido bajo. ¡Alkelios, no te atrevas!




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