100 Luck and the Dragon Tamer Skill! Arco 4-94

Capítulo 94: El Continente de los Dwarfs



[Punto de vista de Seryanna]

"¿Soy solo yo o este viaje se siente más largo de lo que debería? Rey de Corazones." Dije poniendo una carta sobre la mesa.

"No eres solo tu Seryanna, todas nos sentimos así. Además, está lloviendo a cantaros allá afuera. Tres de Tréboles." Dijo Kataryna poniendo la carta en la mesa.

"¿Recuerdan cómo fue cuando llegamos al Continente Dwarf? Reina de Espadas." Preguntó la Princesa Elleyzabelle.

"Por supuesto que me acuerdo… Joker. Tomo la mitad de tu ejercito como mío."

"¡Tch! ¡Sabía que tenías algo bueno, pero pensar que era un Joker, incluso jugué mi Jota de Espadas también! Ah~ ¡Devuélveme mi ejército!" dijo la Princesa.

"Estaría bien si tomas mi ejército de campesinos." Dijo Kataryna con una sonrisa.

"¡Es como si hubieses obtenido la suerte de tu esposo!" miró con horror como partía a la mitad a su poderoso ejército.

"No lo sé, simplemente soy buena jugando a Battlefield."

Lo que la Princesa dijo hace un momento me hizo recordar la vez que zarpamos del Continente Relliar directo hacia el Continente Dwarf.

Eso fue justo después de que empezara a pensar más seriamente en formar mi Orden de Caballeros, la Cuchilla Quemada. En aquel entonces, ni siquiera tenía un nombre en mente, tan solo lo pospuse mientras entrenaba a los únicos tres caballeros en ella aparte de mí. Pensar en esto me hizo sonreír.

En mi mano sostenía la carta Rey de Corazones.

Que dwarf tan extraño…

[Dos años y tres meses dragón atrás]

[Punto de vista de Seryanna]

El frío viento corrió desde la proa y cubrió todo el puente. Humanos comunes y dragones débiles lo habrían encontrado insoportable, pero aquellos que nos acompañaban en este viaje eran todos veteranos expertos con grandes Números de Poder. Ahora mismo, la Princesa Elleyzabelle estaba teniendo la hora del té con el capitán en la cubierta mientras vestía lo que solo podría ser considerado como un vestido de verano blanco de diseño elegante, perfecto para una señorita de la nobleza. El té no se congelaba gracias a que las tazas estaban encantadas para mantener la bebida en una temperatura cálida.

Se podía ver a tres dragones entrenando sus habilidades con la espada cerca del mástil principal del barco. Amarondi Shellar y Quran Van eran Caballeros Barones con poca experiencia de combate. El tercero se llamaba Attrakus, era un Caballero Campesino que participó en la guerra pasada y tuvo éxito en llamar la atención de sus superiores. Estos tres se suponían que eran los primeros miembros de mi Orden, o es lo que su Majestad, Feryumstark, ordenó.

Inicialmente, tenía poco interés en entrenarlos o darles órdenes, pero luego de los eventos en el Continente Relliar, empecé a ver las limitaciones de mi propio alcance. El secuestro de Shell pudo haber sido prevenido si yo hubiese tenido caballeros para ordenarles que se mantuvieran alerta de cualquier cosa sospechosa.

También se me recordó la vez que fui a batalla para pelear en contra del ejército del traidor Draejan. El estar de pie entre los soldados que siguieron las órdenes del Rey Feryumstark me permitieron entender y experimentar algo increíble.

Los dragones éramos seres que no estaban destinados a estar solos. No estaban destinados a pelear por si mismos en el campo de batalla. Una y otra vez, permanecíamos juntos en contra de la poderosa fuerza invasora de los humanos o de cualquier otro que deseara perturbar nuestra paz. Trabajamos juntos, ideamos estrategias, tácticas y elevábamos nuestra fuerza para mantener a raya a los que quisieran dañar a nuestros seres queridos.

Solo pensar en lo que habría pasado con Shelly si fuera mi hija me hacía tener escalofríos. Después de todo, en un país donde no tenías aliados; en un mundo donde eras el más poderoso; tampoco tenías a nadie que te echara una mano a ti o a aquellos preciados para tu persona, y que sabias que eran más débiles que tú.

La gran similitud entre las especies era tal vez esta simple verdad, que, en tiempos difíciles, nos mantenemos unidos para protegernos los unos a los otros.

Para mí, esta Orden de Caballeros iba a ayudarme a cubrir esta gran debilidad mía que he descuidado por mucho tiempo. Me ayudaría a volverme más fuerte de formas que no creí posible.

"¡P-Por favor… perdónenos!" dijo Attrakus.

"¿Hm? Pero si solo vamos en la 100º serie del día. ¡Pueden aguantar hasta que lleguemos a la 200º! ¿Ven? ¡Sir Quran está sonriendo de alegría!"

"¡No está sonriendo de alegría! ¡Está cayendo en la locura gracias a todo este entrenamiento!" Dijeron Amarondi y Attrakus al mismo tiempo.

"Ustedes se comportan como bobos." Sacudí mi cabeza "Además, ¡esto es solo la primera parte de nuestro sencillo entrenamiento!"

"¡NOOO~!" y así hicieron eco sus quejidos en el interminable mar mientras que todos en el barco los ignoraban.

¡Sip! ¡El entrenamiento de mi abuelo era el mejor para elevar la fuerza de un debilucho!

[Punto de vista de Kataryna]

"Deberíamos hacer respecto a... ¿eso?" pregunté apuntando al trio, que justo después de terminar su práctica con la espada fueron puestos a nadar tras el barco.

"Si los ignoras lo suficiente, se vuelven simple ruido de fondo." Elleyzabelle respondió calmadamente mientras tomaba un sorbo de su té.

"Um, Señora Kataryna, no va a hacer que Tanarotte pase por algo como eso, ¿verdad?"

"Hm, entrenarte a muerte… eso suena como una solución legal para deshacerse ‘accidentalmente’ de algún subordinado."

"Princesa Elleyzabelle, ¿está segura de que se encontrará bien viajando a través del Continente Dwarf con esos acompañantes?"

"Estaré bien."

"¡UN TIBURON! ¡HAY UN TIBURON TRAS NOSOTROS!"

"¡Ese es el espíritu! ¡Ahora naden más rápido!" ordenó Seryanna.

"¡VAMOS A MORIR!"

"¡No son tan débiles! Confío en que sobrevivirán… de alguna manera. ¿tal vez? Muy bien, ¡solo tendré fe en ustedes!"

"…" los tres se quedaron en completo silencio cuando notaron el momento de duda de Seryanna.

"Tomen, usen esto como distracción." Les dije a los tres y luego agarré a Tanarotte por la cola para arrojarla al agua.

"¿Huh? ¡NOOO! ¡Señora Kataryna al menos deme su traje baño para nadar!"

"Espero que los tiburones hagan su trabajo." Sacudí un poco mis manos y me alejé de la baranda.

"Kataryna, no tientes el apetito de los tiburones con ella." Dijo Seryanna.

"Meh."

[Punto de vista de Elleyzabelle]

Al zarpar del Continente Relliar, me di cuenta de un cambio visible entre las dos dragonesas que podían hacer que un general temblara de miedo tras las alas de su madre.

A pesar de que Kataryna se había acostumbrado a aguantar a Tanarotte, muy seguido podía verla mirando al horizonte y tomando largas bocanadas de aire que luego se convertían en suspiros profundos, como si algo tuviera peso en su propio corazón. Cuando tuve la oportunidad de hablar con ella en privado, me encontré con que se sentía acomplejada acerca de encontrarse con Alkelios de nuevo. No ha sido mucho desde la última vez que lo vio, pero no podía dejar de sentirse extraña cuando pensaba en una vida donde él no se encontrara.

Hasta ahora, era solo un pensamiento fugaz, nada más y nada menos, o eso decía ella. Por mi parte, lo veía como el despertar de un nuevo sentimiento de anhelo y amor. Era punto aparte si ella lo aceptaría o no.

Sin embargo, desde mi punto de vista, siento que este viaje benefició más a Seryanna. Ahora estaba activamente pensando en entrenar a sus tres caballeros, aunque sus métodos no fueran los más apropiados para un entrenamiento ‘normal’. Si fuera a conseguir una orden completa, ya puedo ver que se podría convertir en la más fuerte de nuestra milicia. Mi Padre ciertamente estaría complacido con eso.

Nuestro destino ahora mismo era el Puerto Nefer. Aunque si debo mencionarlo, los dwarfs todavía son un misterio para mí.

No eran una especie que disfrutara viajar por los mares o viajar a tierras lejanas. A pesar de ser muy tradicionales a su forma, eran un poco xenofóbicos tratándose de extraños. Esto era más que nada debido al miedo de la Familia Real con respecto a los extranjeros.

El Rey actual supuestamente era bastante temeroso de los humanos en especial, y ha pasado por un gran esfuerzo para mantenerlos lejos del continente. Por otro lado, también escuché que no era un gobernante muy capaz, se satisfacía con varios placeres costosos e incluso abusaba del poder conferido en sus manos.

Tenía la esperanza de que, al encontrarme con su Majestad, sería capaz de impresionarlo con el martillo de Alkelios y tal vez hacer que se interese en abrir una ruta de comercio con nosotros. Era muy temprano para pedir ayuda en forma de tropas militares, pero armas y armaduras de calidad superior siempre eran bienvenidas.

"¿Cuánto falta para que lleguemos al Continente Dwarf?" le pregunté al Capitán Mathew.

"Los diarios de navegación mencionaban un viaje de más o menos tres semanas, no deberíamos estar muy lejos."

Esta era la primera vez que el Capitán Mathew navegaba por estas aguas, por lo que no podía ofrecerme una estimación más precisa. Dado que ya ha habido otros barcos que zarparon desde el Continente Dragón o el Continente Relliar, teníamos suficientes notas y registros de otros capitanes para poder elegir lo que creíamos era la ruta más segura y corta.

Tomando las últimas gotas de té, miré al cielo y empecé a preguntarme acerca de que iba a hacer luego de regresar al Continente Dragón. No había tantas cosas que tuviera planeadas, pero sí que había varios libros que quería leer. Madre quería prepararme para ser una buena dragona que pudiera actuar desde las sombras del reino. Ella temía que la primera elección de esposa de mi hermano fuera un poco demasiado para el Reino Albeyater y necesitaba a alguien con un juicio más perfeccionado y con buen conocimiento de política. Daba la casualidad que yo era la escama apropiada para esto.

"¡Ah! El tiburón escupió a Tanarotte." Dijo Kataryna sorprendida.

Sacudí mi cabeza y me levanté de la silla.

"Me retiraré a mi habitación por ahora."

"Muy bien. Que tenga un buen día, su Alteza." Dijo el Capitán.

"¿Quieres que te acompañe?" preguntó Kataryna.

"No, puedes ir a pescar a tu caballero."

"¿Realmente debo hacerlo?" sonaba como una niña berrinchuda.

"Sí."

Chasqueó su lengua y se fue.

[Punto de vista de Seryanna]

En la mañana del cuarto día de la tercera semana desde que partimos del Continente Relliar, el marinero en la torre de vigía gritó tan fuerte como pudo "¡Tierra a la vistaaaa!"

Miré en su dirección y luego al horizonte, donde estaba apuntando. Había un poco de neblina a nivel del mar, así que abrí mis alas y volé hasta llegar a unos doscientos metros por encima del barco.

Ahí, miré de nuevo al horizonte.

El Continente Dwarf apenas era visible, pero era imposible confundir la masa de tierra con algo más. A diferencia del Continente Relliar, este estaba cubierto por una gruesa capa de nieve y tenía nubes grises arremolinándose encima en el cielo. Se podía ver el pico de una montaña en el medio, pero ninguna señal de planicies o bosques, solo acantilados escarpados irregularmente listos para darnos la bienvenida.

Era impresionante a su manera, pero al mismo tiempo, me daba una sensación bastante incómoda.

Volé de vuelta al barco y le dije a los demás lo que había visto.

"Escuché que las aguas alrededor de este continente son muy difíciles para navegar, pero los registros nos dicen que mientras naveguemos hacia el Puerto Nefer, no deberíamos tener ningún problema." Dijo el Capitán Mathew frotando su mejilla con dos de sus dedos.

"Siempre podemos soltar ancla lejos del puerto y volar hasta el muelle." Sugirió la Princesa.

"Si resulta ser muy peligroso el acercarnos, haremos eso, pero por ahora, deseo ver si podemos soltar ancla en el puerto en lugar del mar abierto. Además, preferiría no hacer nada que pudiera enfurecer a los dwarfs lugareños."

"Muy bien Capitán, dejaré la decisión en sus manos. Mientras tanto, nos prepararemos para el largo camino por delante. Ningún dragón ha visitado la capital en siglos. Ni siquiera sé si nos recibirán apropiadamente…" dijo la princesa con un poco de preocupación en su tono de voz.

"Esperemos que el regalo de Alkelios y nuestras propias armas y armadura sean suficientes para impresionar a los dwarfs y hacerlos repensar si somos dignos o no de una audiencia con su Rey." Dije mirando el anillo [Bolso] que contenía este obsequio, así como otras cosas que podrían ser útiles en nuestras negociaciones.

Desde que dejamos el Continente Relliar y nos dirigimos al Suroeste hacia la tierra de los Dwarfs, la temperatura disminuía poco a poco. Ahora mismo se encontraba por debajo de la temperatura de congelamiento, pero teníamos el presentimiento de que iba a estar más frio una vez que ancláramos en el puerto.

A diferencia de los humanos o los relliars, nosotros los dragones no sentíamos la necesidad de vestir ropa extra. Ninguno de los marineros cambió su uniforme, e incluso la Princesa Elleyzabelle siguió con su vestido blanco puesto. Nuestra afinidad a los elementos y fuerza natural era toda la protección que necesitábamos en contra de fríos cortantes y calores abrazadores. Para mí y Kataryna, el control de la temperatura era juego de niños. También poseíamos las armaduras de Alkelios, incluso si camináramos por un desierto o en la cima de una montaña helada, literalmente no sentiríamos ningún cambio en la temperatura.

Por otro lado, a pesar de que los dwarfs se manejaban mejor en temperaturas bajas, todavía necesitaban abrigos calientes para mantenerse calientes en estas condiciones.

Al acercarnos al Puerto Nefer, había varios de ellos caminando en el muelle, mirándonos con ojos curiosos. Fue entonces cuando noté cuan diferentes eran los dwarfs que conocía de aquellos en este continente.

George, el barman en la posada de Toros en Albeyater, era alguien de actitud alegre quien era abierto a extraños y siempre dispuesto a ofrecer una mano de ayuda. Por lo tanto, siempre tuve la idea de que los dwarfs eran gente jovial, pero los que veía en este instante nos miraban con ojos que no sabían discernir entre miedo y duda.

"¿En serio toda esta gente son dwarfs?" pregunté cuando vi a los guardias que se nos acercaban.

"Los dwarfs son amables cuando te conocen, pero en general, son una bola de temerosos que viven bajo el escrutinio de sus leyes y tradiciones. Como puedes ver, hay numerosos tótems adornando este puerto, y sus vestimentas los hacen ver como si trataran de encarnar al espíritu animal al que le rinden homenaje." Nos explicó la Princesa Elleyzabelle.

"También son bastante xenofóbicos. Cuando era pequeña, escuché de un dragón que fue golpeado a muerte por pisar en los muelles antes de que el Rey lo permitiera." Agregó Kataryna.

"Sí. Estoy bien enterada de esta ley. Esperaremos a bordo hasta que un representante de su nación llegue para hablar con nosotros. Si continúan ignorándonos, intentaremos forzar nuestro camino solo en caso de que aquellos aquí presentes envíen el mensaje equivocado a su Majestad."

"¡Sí, su Alteza!" respondió la tripulación.

"¿Cuánto crees que eso tomará?" pregunté notando los primeros copos de nieve cayendo del cielo.

"Quien sabe." Kataryna se encogió de hombros.




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